- ¡En eso estoy! – le gritó, moviendo las hojas delante de él – Me encargaste estas copias.- Solo será un momento.Dante no quería discutir, quería aclarar las cosas… pero aunque tenía todo lo que quería decirle en la punta de la lengua, no sabía por dónde empezar.Abrió la boca y sintió un “lo siento”.La cerró de golpe, no tenía nada por lo que disculparse.“No es lo que parece” era una opción, pero si quería ser honesto, tampoco era algo tan errado.Fuera como fuera, la explicación sería incómoda porque Nina no era precisamente nadie en su vida.Además… ¡Ella tampoco era honesta con él! Lara se acostó con él estando casada y él no andaba haciéndole planteos sobre moral.- Solo si es para hablar de mi trabajo.- ¿En serio vas a comportarte de esta manera? ¿Qué pasó con eso de que me agradecías por evitar que perdieras tu casa?De repente, Dante no estaba seguro de si quería ganar la confianza de Lara o desafiarla.- Como agradecimiento por su ayuda sabes que te daría hasta un órga
De camino al consultorio de Mauricio, ninguno de los dos dijo ni una sola palabra.Dante la miraba por el rabillo del ojo, Lara tenía la vista fija del otro lado de la ventana.Cada tanto, con alguna curva, el movimiento del auto los acercaba, pero ellos se alejaban como si se repelieran. Cuando al fin llegaron, Lara respiró aliviada.Fue como cruzar el océano pacífico en una balsa, necesitaba bajar de ese auto y tocar tierra firme.Estaba tan sorprendida por el exabrupto de Dante que no supo qué contestarle.Solo se levantó de su silla y se escondió en el baño hasta que llegó la hora de ir a la terapia.- Lara, hablemos – le dijo cuando bajaron del auto en el estacionamiento del hotel clandestino.Lara lo escuchó y entendió lo que le decía, pero algo no le cerraba.Estaba segura de que escuchó mal.- Cumpliré con mi parte – le dijo como un robot. Dante la miraba preocupado, eso era todo lo que le dijo en la oficina. - Lara, lo digo en serio.- Te escuché.- ¿Por qué no me dices na
Lara abrió la puerta despacio.No podía creer todo lo que le dijeron Carlos y Mauricio, pero tenía que hacerlo.Dante no le mintió. Jamás.Desde lo de su impotencia hasta lo de Nina, todo lo que le dijo era verdad y había pruebas de absolutamente todo.Mientras Dante se desplomaba en el sillón, con la cara entre las manos, Mauricio le mostraba informes, análisis y grabaciones de las terapias a las que Dante se sometió durante años.Era demasiada información como para analizarla en unos minutos, pero el resumen de Carlos era más contundente que todo lo que Mauricio le explicaba.“Una persona en la posición de Dante, no puede permitirse defectos, así que intentó todo lo que estaba a su alcance, desde medicamentos orales hasta inyecciones diarias, hipnosis y todo tipo de terapias alternativas, pero simplemente no funcionó y ha cargado con eso solo, porque nadie más puede saberlo”Vio versiones de Dante más jóvenes recostados en un diván, otras en una camilla.Supo que tuvo una cirugía, p
- ¿Cómo salió todo? – Mauricio se cruzó de brazos bajo el umbral de la puerta del dormitorio de Dante.- Excelente – Dante se secaba el cabello mojado con una toalla.Luego de que Carlos se llevara a Lara, encendió la cafetera y tomó una ducha.- Dante, ¿A dónde quieres llegar con todo esto?- ¿De qué estás hablando?- Nunca haces una cosa sin pensar en las ventajas, si te expusiste ante Lara de esa manera ¿Qué ganabas?- Mauricio, no comiences con tus charlas.- No puedes pretender distraerla para ganar tiempo.- ¿Por qué haría algo así? - Supe que la embajada no aprobó tus vacaciones.- Detalles – se encogió de hombros.- Que no se cuidaran una vez es algo entendible, pero cometer el mismo error dos veces… Dante ¿Qué quieres lograr?- Aceptaste ayudarme con Lara.- A convencerla de que tu impotencia era real porque lo era, pero embarazarla… - Somos dos adultos – llenó su taza de café.- ¡Que son igual de irresponsables que dos niños de primaria! – Mauricio estalló - ¡Ni siquiera
El barrio de Lara era un cuadrado de unas cinco cuadras de diámetro.No era el barrio más grande de la ciudad de bonaerense, pero sí uno de los más poblados y la comisaría que debía cubrir los acontecimientos de la zona estaba dos kilómetros y generalmente daba demasiadas vueltas para actuar.Pero esa noche, todo estaba patas para arriba.Oficiales uniformados seguían llegando a la comisaría para reportarse pero no los dejaban entrar y el comisario, un hombre de unos sesenta años, algo regordete y de expresión ruda, estaba sentado en banco de los acusados de la sala de interrogatorio.Dante Hatclifft se cruzaba de piernas delante de él.- ¡Esto es inconstitucional! – protestaba el comisario.Fuera, el revuelo era cada vez mayor.- Dante – Carlos corrió hacia él, con las pantuflas puestas pero no pudo entrar en el cuarto – ¿Qué está pasando?Dante escuchó los gritos de su secretario y presionó el botón del intercomunicador en el centro de la mesa.- Algo le ocurrió a Lara y la policía
Dante caminó con su teléfono en la mano y la vista fija en la puerta de su departamento.El corazón en la boca.Solo había una explicación para todo aquello y si sus sospechas eran ciertas, la misma persona que llevaba dos años tratando de acabar con su carrera política, le habría dejado un paquete allí.Llevaba dos años lidiando con algún fanático de Sherlock Holmes que le respiraba en la nuca y era el causante de una serie de eventos desagradables.Lo más perturbador de todo, no era la insistencia de esa persona en que él la descubriera, si no la manera en que se hacía notar.Siempre que le tendía alguna trampa, algo importante para él desaparecía y en su lugar, le dejaba algo más que le diera una pista de por dónde encontrarlo.Al principio eran objetos sencillos, alguno que otro documento importante, ropa…Y un día, fue su celular. Dante lo dejó sobre su escritorio y cuando regreso del baño, no estaba por ningún lado y en su lugar había una caja musical.Entonces supo que esa noch
- Dante ¿Estás seguro de que no has provocado a nadie últimamente?Era una pregunta demasiado amplia para alguien que, desde su puesto como primer ministro, tenía más enemigos que como el heredero de un imperio comercial.A donde quiera que fuera, movilizaba a un batallón completo. No necesitaría tanta protección si no tuviera tantos enemigos.Lo difícil era adivinar cuál de todos era el que se la pasaba jugando al gato y al ratón con él.Especular con cuál de todos sus enemigos sería el más feliz si le ocurriera algo, no tenía sentido. Ninguno de ellos podría infiltrarse en su equipo y únicamente su gente sabía de Lara.- Desde que modificamos el presupuesto nacional, han llovido amenazas, pero esta persona… - explicó Carlos – sospechamos que complota contra el primer ministro desde mucho antes, más o menos desde la época en que la Señorita Duran estuvo en la residencia.- Esto es personal – comprendió Dante.¡No era por política! Ninguno de sus hombres le jugaría en contra por algo
Mientras Dante esperaba noticias de Salvador, las cosas iban de mal en peor. Hay dos realidades relacionadas con un evento desafortunado que son indiscutibles: La primera es que cuando algo malo pasa una vez, algo más tiene que suceder.Y la segunda, que las malas noticias nunca tardan en saberse.Quien fuera que sea el ente encargado de joder la vida de los simples mortales, al parecer, odia pasar desapercibido y detesta los números impares y las cosas a medias, porque para Dante, llovían malas noticias aquella noche.- Señor, tenemos otro problema – Carlos tenía la camisa por fuera del pantalón, la corbata colgando del cuello en una tira desprolija, el cabello revuelto y las manos temblorosas.“No puedes tenerlo todo, Dante” le habían dicho y por engreído, se dispuso a salirse con la suya y ahora Lara y aquellos niños de los que ni siquiera sabía, pagaban las consecuencias de su avaricia.Dante levantó la cabeza con una ligera sonrisa escalofriante ¿Qué más podía ocurrir?- Está en