- ¿Cómo salió todo? – Mauricio se cruzó de brazos bajo el umbral de la puerta del dormitorio de Dante.- Excelente – Dante se secaba el cabello mojado con una toalla.Luego de que Carlos se llevara a Lara, encendió la cafetera y tomó una ducha.- Dante, ¿A dónde quieres llegar con todo esto?- ¿De qué estás hablando?- Nunca haces una cosa sin pensar en las ventajas, si te expusiste ante Lara de esa manera ¿Qué ganabas?- Mauricio, no comiences con tus charlas.- No puedes pretender distraerla para ganar tiempo.- ¿Por qué haría algo así? - Supe que la embajada no aprobó tus vacaciones.- Detalles – se encogió de hombros.- Que no se cuidaran una vez es algo entendible, pero cometer el mismo error dos veces… Dante ¿Qué quieres lograr?- Aceptaste ayudarme con Lara.- A convencerla de que tu impotencia era real porque lo era, pero embarazarla… - Somos dos adultos – llenó su taza de café.- ¡Que son igual de irresponsables que dos niños de primaria! – Mauricio estalló - ¡Ni siquiera
El barrio de Lara era un cuadrado de unas cinco cuadras de diámetro.No era el barrio más grande de la ciudad de bonaerense, pero sí uno de los más poblados y la comisaría que debía cubrir los acontecimientos de la zona estaba dos kilómetros y generalmente daba demasiadas vueltas para actuar.Pero esa noche, todo estaba patas para arriba.Oficiales uniformados seguían llegando a la comisaría para reportarse pero no los dejaban entrar y el comisario, un hombre de unos sesenta años, algo regordete y de expresión ruda, estaba sentado en banco de los acusados de la sala de interrogatorio.Dante Hatclifft se cruzaba de piernas delante de él.- ¡Esto es inconstitucional! – protestaba el comisario.Fuera, el revuelo era cada vez mayor.- Dante – Carlos corrió hacia él, con las pantuflas puestas pero no pudo entrar en el cuarto – ¿Qué está pasando?Dante escuchó los gritos de su secretario y presionó el botón del intercomunicador en el centro de la mesa.- Algo le ocurrió a Lara y la policía
Dante caminó con su teléfono en la mano y la vista fija en la puerta de su departamento.El corazón en la boca.Solo había una explicación para todo aquello y si sus sospechas eran ciertas, la misma persona que llevaba dos años tratando de acabar con su carrera política, le habría dejado un paquete allí.Llevaba dos años lidiando con algún fanático de Sherlock Holmes que le respiraba en la nuca y era el causante de una serie de eventos desagradables.Lo más perturbador de todo, no era la insistencia de esa persona en que él la descubriera, si no la manera en que se hacía notar.Siempre que le tendía alguna trampa, algo importante para él desaparecía y en su lugar, le dejaba algo más que le diera una pista de por dónde encontrarlo.Al principio eran objetos sencillos, alguno que otro documento importante, ropa…Y un día, fue su celular. Dante lo dejó sobre su escritorio y cuando regreso del baño, no estaba por ningún lado y en su lugar había una caja musical.Entonces supo que esa noch
- Dante ¿Estás seguro de que no has provocado a nadie últimamente?Era una pregunta demasiado amplia para alguien que, desde su puesto como primer ministro, tenía más enemigos que como el heredero de un imperio comercial.A donde quiera que fuera, movilizaba a un batallón completo. No necesitaría tanta protección si no tuviera tantos enemigos.Lo difícil era adivinar cuál de todos era el que se la pasaba jugando al gato y al ratón con él.Especular con cuál de todos sus enemigos sería el más feliz si le ocurriera algo, no tenía sentido. Ninguno de ellos podría infiltrarse en su equipo y únicamente su gente sabía de Lara.- Desde que modificamos el presupuesto nacional, han llovido amenazas, pero esta persona… - explicó Carlos – sospechamos que complota contra el primer ministro desde mucho antes, más o menos desde la época en que la Señorita Duran estuvo en la residencia.- Esto es personal – comprendió Dante.¡No era por política! Ninguno de sus hombres le jugaría en contra por algo
Mientras Dante esperaba noticias de Salvador, las cosas iban de mal en peor. Hay dos realidades relacionadas con un evento desafortunado que son indiscutibles: La primera es que cuando algo malo pasa una vez, algo más tiene que suceder.Y la segunda, que las malas noticias nunca tardan en saberse.Quien fuera que sea el ente encargado de joder la vida de los simples mortales, al parecer, odia pasar desapercibido y detesta los números impares y las cosas a medias, porque para Dante, llovían malas noticias aquella noche.- Señor, tenemos otro problema – Carlos tenía la camisa por fuera del pantalón, la corbata colgando del cuello en una tira desprolija, el cabello revuelto y las manos temblorosas.“No puedes tenerlo todo, Dante” le habían dicho y por engreído, se dispuso a salirse con la suya y ahora Lara y aquellos niños de los que ni siquiera sabía, pagaban las consecuencias de su avaricia.Dante levantó la cabeza con una ligera sonrisa escalofriante ¿Qué más podía ocurrir?- Está en
¡Boom!A doscientos cincuenta metros del predio del hotel, una mujer de cabello renegrido y largas piernas sonreía.Todo tembló.Estaba tan cerca como para percibir la onda expansiva de semejante explosión, pero no correr riesgos con el desmoronamiento previsto para el hotel.Tomó la copa de vino sobre la mesa y encendió el televisor.Estaba ansiosa por escuchar las noticias sobre aquella explosión.Le encantaba ver la reacción de la gente al tratar de descubrir qué pasaba en cada una de sus explosiones. Era una mujer vanidosa y se encargó de que la explosión fuera como en una demolición: controlada y contenida dentro de aquel hotel, pero con la intensidad suficiente para que se desmoronara por completo.“Alrededor de quince muertos” Se imaginaba que dirían “Unas treinta personas heridas”La excitación corría por sus venas.- Hace apenas unos minutos trascendieron las palabras de Carlos Álvarez, el secretario personal del primer ministro Dante Hatclifft – contaba el relator – Sin ning
Era tal la indiferencia de sus hijos, que a veces, Lara creía que eran dos viejitos que terminaron atrapados en los cuerpitos de un par de niños por error. E incluso ellos mismos, estaban tan acostumbrados a mantener silencio, que a la corta edad de siete años, tenían una madurez emocional pocas veces vista.Pero al momento en que dijeron “mamá”, fueron simplemente eso: dos niños de apenas siete años buscando el calorcito de mamá.Luz también lloraba, para ella, Lara era más mamá que hermana.Se recostaron todos apretados en la camilla que era ligeramente más ancha que las camillas comunes y únicamente se calmaron cuando sus corazones latieron al mismo compás.Lara los abrazó, besó y acarició, hasta que se aseguró de que no era un sueño.Su tristeza era más grande y profunda de lo que los niños podían entender. Solo añoraba una familia llena de amor, pero con los años, el destino la puso a prueba una y otra vez.En aquel momento, su familia de cuatro, era una familia atravesada por
Semi sentado en la camilla, Dante se miraba las palmas de las manos.Mientras esperaba a Lara, cientos de pensamientos lo asaltaban y sentía que la felicidad que acababa de conocer, se le colaba entre los dedos como arena.Mauricio tenía razón en alguna que otra cosa: La vida de Lara ya era demasiado complicada y además, era madre.No se trataba solo de que ella sintiera por él ni de lo que él pudiera ofrecerle, se trataba del bienestar de sus hijos.Pero Dante no estaba dispuesto a darle la razón a su médico en todo.No iba a aceptar que dejarla ir fuera lo mejor.Si bien, tratar de conjugar la vida de Lara y la suya podía verse como querer mezclar agua y aceite, Dante lo haría.Tenía que intentarlo.Solo si, luego de intentarlo todo, ella seguía sin querer casarse con él, entonces la dejaría ir.Pero aunque esa relación estuviera condenada a fracasar, Dante lo intentaría todo.Cerró los puños con fuerza.Su felicidad no se esfumaría así como así.- ¿Cómo te sientes? – le pregunto el