Capítulo 701
Luis no contestó.

Colgó la llamada y se giró a un lado, diciendo despreocupadamente:

—Es Catalina. Cada vez tiene menos tacto, sabiendo que acabas de regresar.

Dulcinea pensó:

«Cuando un hombre tiene una aventura, miente por costumbre.»

«Y la mujer se convierte en una detective.»

Dulcinea no lo confrontó, solo respondió suavemente:

—El trabajo es importante, ve y atiéndelo.

Sus palabras fueron como un indulto.

Luis parecía preocupado por la llamada, su pasión se desvaneció de inmediato. Tal vez sintiéndose culpable, carraspeó y dijo:

—Voy a la oficina a hacer una llamada.

Dulcinea sonrió con calma.

Cuando él se fue, ella se levantó, se arregló un poco y salió al vestíbulo.

Las empleadas estaban alimentando a Alegría con biberón.

En ese momento, Dulcinea reconoció a las empleadas, eran las mismas que habían sido transferidas de Bariloche, las que solían cuidar de Leonardo.

Al verla, las empleadas la saludaron respetuosamente:

—Señora Fernández.

Las empleadas siempre habían estado en Bar
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