Capítulo 698
Dulcinea se debatía con todas sus fuerzas.

Lo miraba con incredulidad, incapaz de creer que él pudiera ser tan desquiciado.

Luis deslizó sus largos dedos sobre sus labios rosados, jugando lentamente, hasta que ella perdió la calma, hasta que su cuerpo ardió de deseo bajo su toque.

Él contemplaba su piel suave y tersa, aunque su cuerpo estaba excitado, su voz seguía siendo fría:

—Dulci, vamos a tener un bebé. Si te quedas embarazada, no irás a la cárcel. Te gusta Alegría, ¿verdad? Entonces tengamos una hija. Así no tendrás esa obsesión por ella… La enviaré con una buena familia y le daré una gran cantidad de dinero.

Dulcinea luchaba desesperada. Gritaba y lloraba:

—¡Luis, estás loco!

Pero él no estaba loco.

Luis era simplemente despiadado.

No importaba cuánto luchara, él no aflojó el amarre de sus manos. Pronto le quitó toda la ropa y, en esa pequeña y claustrofóbica celda, la poseyó sin piedad. Al principio, ella no sentía nada, así que él usó lubricante.

La sujetaba del mentón, invadi
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