Capítulo 689
Dulcinea había recuperado algo de peso.

Aunque seguía delgada, su cuerpo había ganado algo de carne, y su piel había recuperado la suavidad y el tono blanco de antes.

Llevaba un conjunto de estilo inglés, perfectamente ajustado.

Luis la miró fijamente durante mucho tiempo.

Esa sensación era como si hubieran pasado siglos.

A un lado, un trabajador de la tienda de novias preguntó nuevamente:

—Señor Fernández, ¿está bien colocar aquí la foto de usted y su esposa?

Luis volvió en sí y, por instinto, dio unos pasos hacia Dulcinea, la tomó por la muñeca, con un tono de voz bajo y culpable:

—Hablemos afuera.

—¿Por qué afuera?

Dulcinea sacudió su mano, liberándose de su agarre. Miró alrededor, observando la lujosa decoración, y sonrió ligeramente:

—¿Porque este es tu lugar secreto para mantener a tu amante? ¿Y no quieres que nadie lo sepa?

Luis frunció el ceño.

La sonrisa de Dulcinea se volvió fría:

—Luis Fernández, sé que muchos hombres ricos buscan mujeres afuera, y realmente no me importa… P
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