Capítulo 694
No era porque llevaba el uniforme azul claro de la detención.

Ni porque no estaba maquillada.

Era porque en sus ojos había una chispa de dureza que antes no existía.

Luis la miró y dijo suavemente:

—Has cambiado mucho.

Dulcinea se sentó frente a él, observándolo también, viendo su apariencia pálida y vendada. En sus labios apareció una leve sonrisa sarcástica:

—Esa Dulcinea murió en Bariloche… tú me convertiste en esto, tú mataste a Leandro, tú mataste a su esposa.

—¿Me odias?

—Sí, ¡te odio!

Luis soltó una risa suave.

Encendió un cigarrillo, con sus largos dedos sosteniéndolo, y preguntó en voz baja:

—Casi me matas a cuchilladas, ¿no quieres saber cómo estoy, si me duele por las noches?

Dulcinea mantuvo una expresión indiferente:

—Solo quiero saber por qué no te moriste.

Luis sintió un pulso de ira en su frente.

Él tenía mal carácter y normalmente no perdonaría a nadie por decirle eso… pero era Dulcinea quien lo decía, la mujer con la que quería pasar su vida.

Tomó una profunda calad
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