Capítulo 626
Ana quedó un poco perpleja…

Por la tarde, Dulcinea despidió a Alberto y regresó a la casa.

Pasó el resto del día acompañando a Leonardo.

El niño estaba bien cuidado, gordito y saludable, lo que lo hacía aún más adorable para las empleadas, especialmente para Clara, quien lo trataba como a su propio nieto.

Esa noche, Dulcinea tomó su medicina para el dolor y, sintiéndose un poco mejor, se dio un baño.

Luego, abrazó a Leonardo para arrullarlo.

El niño, encantado con el aroma del gel de baño, se acurrucó más en el pecho de su madre, con los ojos medio cerrados y una expresión de felicidad en su carita.

Los ojos de Dulcinea estaban llenos de ternura mientras lo miraba y le cantaba una canción de cuna.

Deseaba que Leonardo recordara ese momento, que supiera que su madre lo amaba profundamente. Esperaba que, en el futuro, cuando enfrentara momentos difíciles, pudiera soñar con el aroma y la calidez de su madre.

Leonardo, medio dormido en sus brazos, sonreía ligeramente.

Dulcinea acercó su
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