Capítulo 625
Alberto la tomó de la mano:

—Dulci, ven conmigo.

Venir juntos…

¿Cómo no desearía irse con él?

Pero no podía, no podía llevarse a Leonardo. Incluso si lograra llevárselo, los detendrían en el aeropuerto. En ese momento, la furia de Luis no dejaría a ninguno escapar.

Dulcinea bajó la cabeza, las lágrimas cayeron sobre la mano de Alberto, salpicando suavemente.

Alberto sintió un dolor agudo en el pecho, una angustia indescriptible.

Dulcinea susurró:

—Hermano, no te preocupes por mí. Ve a Suiza o compra una isla… vive bien.

Levantó la mirada llorosa:

—Al menos uno de nosotros debe vivir bien.

Alberto la miró con profundidad…

Dulcinea sacó un cheque por 50 millones dólares de su bolso y lo dejó sobre el escritorio oscuro.

Hablando con un tono ligeramente ahogado:

—Hace más de dos años, por mi juventud e ignorancia, lastimé a personas inocentes. Ana me ayudó a resolverlo y a acomodar a esa familia en Ciudad BA. Es una deuda que tengo. Hermano, ve y entrégale este cheque.

Dulcinea sabía que e
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