Capítulo 535
Mario llegó al lugar, pero Ana ya no estaba allí.

La puerta reluciente del vehículo negro se abrió desde el interior. El apuesto y distinguido hombre permanecía de pie en la misma calle, con una expresión de ansiedad, buscando desesperadamente a su amada.

«Ana, Ana, ¿dónde estás...?»

A través del cristal de la tienda, Ana observaba al hombre frente a ella. Era extraordinariamente apuesto, y su vestimenta y accesorios parecían costosos.

De pronto, sus ojos se encontraron.

El rostro de él se contrajo en una mezcla de emociones, reflejando una complejidad insondable.

Ana sintió un extraño palpitar en el corazón.

Bajó la mirada hacia sus zapatos blancos y luego la alzó hacia el hombre, con su atuendo tan lujoso. Mordió suavemente su labio, pensando que no debían conocerse, que su posición no le permitiría entablar relación con un hombre tan distinguido.

Sin embargo, la mirada del hombre continuaba siendo intensa, como si pudiera penetrar en su alma.

Quiso retroceder, pero el hombre se acer
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