Capítulo 540
Mario mantuvo la compostura:

—¿Entonces cuánto, dos mil, o doscientos mil?

Ana lo abofeteó con enojo.

Después de golpearlo, se arrepintió; no podía permitirse enemistarse con un hombre así, ¿qué pasaría si él se vengara?

En realidad, su golpe no fue muy fuerte, y Mario apenas lo notó.

Él acarició su rostro con la mano, mirándola profundamente:

—¿Entonces, dos mil por un beso? ¿Qué dices?

¿Qué…?

Ana no entendía lo que él quería decir.

Mario retrocedió un paso, apoyándose en la pared, sacó un cigarrillo del bolsillo de su camisa y lo encendió lentamente, inhalando dos veces antes de levantar la vista hacia ella con una sonrisa irónica:

—¿No vas a volver? ¿Estás esperando que continúe?

Ana lo odiaba con todo su ser.

No lo provocó más y volvió rápidamente a su habitación, cerrando la puerta con llave y apoyándose contra ella.

Todavía sentía las piernas débiles.

Recordaba cuando él la besaba, abrazándola con fuerza, con ese sutil aroma a afeitado en su piel… Cuando la tocaba, le gustaba aca
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