Capítulo 299
Al recobrar la conciencia, Ana pareció sorprendida por un momento, después comenzó a jadear suavemente, como si aún estuviera saboreando las sensaciones recién experimentadas. Estaba impregnada del aroma de una mujer madura, pero con un toque de inocente seducción. Entonces, Ana escondió su rostro entre las almohadas, rehuyendo el contacto visual con Mario, reacia a recordar el placer que había sentido, invadida por un profundo sentimiento de culpa.

Mario, intentando reconectar, giró el rostro de Ana hacia él y la besó.

Le susurró, preguntándole si deseaba hacer el amor nuevamente.

Su cuerpo clamaba por volver a unirse a ella, pero Ana, en un susurro, rechazó la idea.

Sin embargo, Mario ignoró la respuesta de Ana. Su deseo era abrumador, buscando en el cuerpo de ella la satisfacción de sus necesidades.

Él encontraba placer en el acto, asumiendo que Ana también lo disfrutaba.

La virilidad del hombre y la suavidad de la mujer parecían complementarse perfectamente hasta que un grito d
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