Capítulo 292
Cuando llegó el mediodía, Ana despertó.

Al abrir los ojos, lo primero que vio fue a la pequeña Emma acurrucada en sus brazos.

La bebé, vestida con un delicado pijama rosa, dormía plácidamente, mostrando un rostro adorable que instantáneamente enamoraba.

Mirando a su hija, Ana no pudo evitar que las lágrimas se deslizaran por sus mejillas...

Justo en ese momento, Emma despertó.

Primero lloriqueó suavemente, y luego, al percibir el aroma de su madre, intentó acercarse aún más, buscando instintivamente el pecho de Ana, aunque aún era demasiado pequeña para encontrarlo por sí misma.

Ana, débil todavía, se giró para alimentar a su hija.

Siendo la primera vez, sus movimientos eran torpes y no lograba desabrochar su pijama, lo que llevó a Emma a llorar con más fuerza, su carita se tiñó de rojo por el esfuerzo.

Fue entonces cuando una mano cálida tomó el lugar de Ana, desabrochando fácilmente los botones de su pijama.

La voz de Mario, baja y suave, flotó desde arriba: —Es la primera vez
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