Capítulo 276
La vida de Mario y Ana volvió a la calma tras el funeral de la abuela.

Mario comenzó a regresar a casa con más frecuencia. Aunque la atmósfera seguía siendo apagada entre ellos, con pocas palabras durante las comidas y durmiendo separados, a veces Mario se acostaba en la habitación de invitados. Solo en ocasiones, en la quietud de la noche, se acercaba a Ana desde atrás, abrazándola y acariciando su vientre embarazado, sintiendo la presencia del bebé.

Ana, al despertarse en esos momentos, permanecía en silencio, dejando que Mario tocara su vientre.

Parecía que lo único que les quedaba era su bebé. Todo lo demás había desaparecido.

Habían olvidado los buenos tiempos, recordando solo el dolor y las heridas.

No podían volver al pasado, y ambos se resistían a acercarse, a abrazarse o a ofrecer una disculpa.

Un mes después de la muerte de la abuela y con Ana embarazada de ocho meses, ella se quedaba mayormente en casa, confiando la gestión de sus tiendas a María.

Una tarde, recibió u
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