Capítulo 279
Mario continuó con un tono casi burlón: —¿Crees que todavía vales tanto? ¿Piensas que me importa si te divorcias de mí? ¿Crees que tengo que estar contigo sí o sí?

Ana abrió los ojos con incredulidad, luchando por contener las lágrimas. No podía creer lo que estaba escuchando.

En la mente de Mario, ella era tan poco valorada, vista como alguien que solo vendía su cuerpo. Incluso el hijo que llevaba en su vientre parecía no importarle a Mario, todo porque pensaba que ella había colgado el teléfono a Cecilia.

Su mano fue rechazada por Mario. Él se alejó sin mirar atrás, sin un ápice de nostalgia, dispuesto a ver a su amada Cecilia por última vez.

Ana se dio cuenta de que entre ella y Cecilia, ella era la verdadera payasa.

Lo más irónico era que solo ahora comprendía la realidad.

Ana sonrió ligeramente. Era absurdo que hubiera suplicado a Mario, que hubiera pensado que él se quedaría por ella. Siempre había dicho que Mario no podía amar a nadie, que no quería ser su cura. Pero, ¿cómo p
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