Capítulo 280
Ana experimentaba un dolor insoportable, tan intenso que parecía que no podía respirar, tan agudo que sentía que podía morir en cualquier segundo. Pero no estaba dispuesta a rendirse; llevaba a la pequeña Emma en su vientre. La niña, que ya tenía ocho meses de gestación, aún no había visto el mundo.

Ana detestaba la indiferencia de Mario, pero amaba profundamente a la niña que llevaba dentro. Anhelaba su nacimiento con todo su ser. No podía permitirse morir, no ahora...

—No puedo morir— se repetía a sí misma—, no puedo morir.

Ana respiraba con dificultad, intentando aliviar el dolor de las contracciones. Levantó la cabeza y gritó con todas sus fuerzas, buscando ayuda:

—¡Alguien...! ¡Por favor, salven a mi bebé...!

Pero nadie escuchó sus gritos ni sus súplicas.

Fuera, los fuegos artificiales seguían iluminando el cielo, y en la planta baja, el televisor seguía transmitiendo su programación.

Con un esfuerzo sobrehumano, Ana se arrastró hacia la puerta de su habitación, dejando un rast
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