Capítulo 199
Mario regresó al piso superior, pero Ana no estaba en el dormitorio. Se detuvo en silencio por un momento, luego subió al tercer piso y abrió la puerta del estudio de práctica. Ahí estaba Ana. El violín yacía en el suelo, y Ana también había caído sobre la alfombra, luciendo desaliñada y derrotada... como si la vida confusa que le había tocado vivir no tuviera arreglo.

Mario sintió un dolor profundo en su corazón. Se acercó a Ana con pasos suaves y, arrodillándose a su lado, le dijo tiernamente: —¿Qué te parece si salimos a despejarnos un poco? Podemos ir a cualquier país, ¿recuerdas que siempre quisiste ir de luna de miel? Espera a que termine con mis asuntos y nos iremos de viaje por un mes.

Ana, con la cabeza baja, acariciaba suavemente el violín con sus dedos largos y delgados.

Después de un largo rato, habló con voz suave: —Quiero ir a la ciudad H.

Mario supo que ella quería asistir a un concierto, el primer concierto del maestro Zavala sería mañana, así que sin pensarlo dijo:
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