Capítulo 206
La abuela de Mario había hablado mucho.

Apoyado en el respaldo de su asiento, Mario la escuchó en silencio, sintiéndose cada vez más triste. Finalmente, le respondió con voz suave: —Lo haré.

Después de colgar, Mario levantó la vista hacia el apartamento de Ana. El crepúsculo se acercaba y una luz anaranjada brillaba en el interior del apartamento. De repente, tenía mucha curiosidad por saber qué estaría haciendo Ana. ¿Estaría, como de costumbre, ordenando la casa y luego preparando algunos bocadillos? Eran escenas cotidianas, pero que tal vez no volvería a ver nunca más.

Cuando Mario llegó a la mansión y comenzó a llover, una sirvienta se acercó con un paraguas para abrirle la puerta del coche. Mario le preguntó casualmente: —¿Dónde está la señora?

La sirvienta pareció sorprendida y luego le respondió suavemente: —La señora se mudó, ¿no lo recuerda?

Mario se quedó visiblemente desconcertado. La lluvia caía sobre su rostro apuesto, oscureciendo su expresión. Tras un momento, tomó el
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