Capítulo 153
Ana se negó rotundamente, y en respuesta él apretó sus mejillas con fuerza, causándole un dolor intenso.

En un instante, el rostro de Ana se tornó morado. Poco después, sus medias fueron deslizadas y arrojadas al final de la cama...

Mario, presionando sus labios contra los de ella, susurraba como un amante apasionado: —¡No te dejaré ir! Nunca me gustó ella, tengo mis razones ineludibles. ¿Por qué no haces caso? ¿Recuerdas lo felices que fuimos hace poco...?

Los cabellos de Ana se esparcían sobre la sábana blanca como la nieve. Con la ropa en desorden, lucía frágil e indefensa. Mirando a Mario, su voz temblorosa y ronca imploraba: —¡Mario, por favor, no me obligues a esto!

Él le replicó: —¿A qué te refieres?

Entre temblores, Ana respondió: —Todavía estamos casados, no querrás un escándalo. ¡Mario, no me presiones! Si lo haces, podría perder el control y hacer algo de lo que ambos nos arrepintamos. Mañana, o quizás en una semana, los titulares de la Ciudad B estarán llenos de noticias
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