Capítulo 12
Antes de que Ana pudiera reaccionar, él ya estaba a su lado, agarró su delicada barbilla y le preguntó peligrosamente cerca de su oreja: —¿Quieres decir que vas a prostituirte?

Ana temblaba por completo.

Ella no lo negó.

Mario se rio sin enojo, se acercó a ella como si susurrara entre amantes: —¿A quién podrías prostituirte en Ciudad Bahía con el título de señora Lewis? ¿Quién se atrevería a quererte? Además, ¿podrías soportar que alguien más te toque? Los hombres van directo al grano, como en nuestra noche de bodas. ¿Lo has olvidado? Fue tan doloroso...

Ana se puso pálida.

¿Cómo podría olvidarlo? En su noche de bodas, Mario fue muy brusco con ella como venganza.

Esa noche, Ana casi murió a sus manos.

Mario sabía cuándo detenerse.

La soltó y acarició suavemente su mejilla: —Vuelve a ser la señora Lewis, todo será como antes.

El cuello delgado de Ana estaba muy tenso.

De repente, vio un violín nuevo y brillante en el estante de libros al otro lado.

Recordó que los reportes de chismes de
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