Capítulo 20
Cuando Ana se fue, sus piernas estaban débiles.

Pero se esforzaba por resistir, no quería que Mario lo notara, para evitar sentirse más avergonzada.

¿Pero qué importaba?

Solo era un encuentro de placer entre un hombre y una mujer. En los últimos tres años, Mario había probado con ella muchas posturas vergonzosas, y ahora solo era una más.

Además, ¡no habían hecho realmente nada!

El pasillo seguía oscuro, lleno del ambiente ambiguo de los enredos entre hombres y mujeres. Ana, aguantando su disgusto, recogió una caja de empanadillas caseras que se había caído, junto con un violín olvidado.

Arrastró su cuerpo cansado de vuelta a casa, y justo cuando iba a abrir la puerta, una voz resonó: —¡Ana!

De repente, la luz del pasillo se encendió.

Ana vio una cara familiar y murmuró inconscientemente: —Isabel.

Después de un momento, volvió en sí: —¿Cómo me encontraste aquí?

—Fui al hospital, Carmen me dio la dirección.

Isabel dijo, levantando la barbilla: —Acabo de bajar del avión y vine directamen
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo