Estoy planeando maratón, pero tienen que decirme ¿cuántos días me esperan?
UNA PEQUEÑA LUNA DE MIEL NEW YORK ―¿Por qué me da esta información? ―Garret miró a la persona frente a él con curiosidad ―¿Qué pretende que haga? Los ojos de la otra persona se entrecerraron, sonrió a medias y bebió su café. ―Te gusta el dinero, ¿verdad? Garret apretó los labios y ahora más que nunca esta persona le pareció peligrosa. ―¿Por qué no va el grano? En pocas palabras, ¿me está pidiendo que destruya el matrimonio de mi hermana? ―Sí. ―dijo tranquilamente ―Hazlo y obtendrás mucho dinero. Garret lo pensó por un momento. Cuando esta persona lo llamó y lo citó aquí diciéndole que tenía información sobre April, creyó que quizás había tenido un accidente, pero para su buena suerte, le habían dado un pase a su futuro. Sin embargo, se quedó de piedra cuando vio quién era el marido de su hermana. «Marcelo Mancini» repitió el nombre en su cabeza y de repente un claro recuerdo se apoderó de su mente. Recordó al chico que era su compañero de cuarto, cabello oscuro y ojos café.
PREPARANDO UN PLAN CHICAGO. La abuela de April abrió los ojos con sorpresa cuando vio a la persona frente a ella, bajó con cuidado de la cama y caminó lentamente. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, puesto que era alguien demasiado importante y querido para ella. Extendió su mano y acunó el rostro del chico que era exactamente igual a su nieta. ―¡Garret! ¡Estás aquí! El hombre sonrió y se acercó para abrazar a su abuela. ―Sí, abuela, finalmente estoy en casa. La anciana sollozó de felicidad, para nadie era un secreto que Garret siempre había sido su preferido. ―Oh, cariño… te he extrañado tanto… ―la anciana miró a su amado nieto con amor, sonrió y tomó su mano y lo guió hacia el gran sillón en su lujosa habitación. ―Siéntate, debes estar cansado. Garret se dejó llevar y obedeció a su abuela, siempre con una sonrisa de niño bueno. ―No te preocupes, abuela. Estoy bien y además, feliz de verte, también te extrañaba mucho. ―Lo sé, lo sé… ―la mujer se sentó junto a él y l
EL AMOR ESTÁ EN EL AIRE. ―¿De verdad vamos a subir allí? ―April miro el aparato que no tenía ni siquiera un motor y su estómago se tensó ―Cielo, te amo… pero, no creo que lo suficiente como para morir. Marcelo entrecerró los ojos y camino hacia ella, rodeo su cintura y la atrajo a su cuerpo para robarle un beso. ―Entonces su amor por mi señora Mancini no es verdadero ―dijo con expresión agraviada ―Se supone que estaremos juntos hasta la muerte y tú huyes a la primera. Marcelo y April estaban en un campo abierto. Él había preparado una sorpresa especial antes de volver a Chicago. ―Pero eso no tiene motor ―se quejó mirando el planeador. ―Nos llevará aquel ―Marcelo señalo la avioneta y al piloto que esperaba por ellos ―Además, tu marido sabe manejarlo. ―le dio un pico en los labios y la llevo hasta el planeador para ayudarla a subir. ―No tengas miedo, yo cuido de ti. Con una sonrisa en su rostro, Marcelo ayudo a April a abrocharse el cinturón de seguridad, mientras le explicaba br
DE VUELTA A CHICAGO. Después de un fin de semana en Miami, April y Marcelo regresaron a Chicago, tomaron un vuelo temprano en la mañana y le prometieron a la abuela que sacarían tiempo para cenar con ella. Los dos regresaron a sus compromisos laborales, y hoy April tenía pautado un almuerzo con un cliente importante. ―¿Quieres que te acompañe? ―pregunto Marcelo negándose a dejarla ir. ―Voy a estar bien, Roger prometió enviarme con su chofer si hace un poco tarde. ―¿Roger? ―pregunto Marcelo frunciendo las cejas. ―Sí, Roger Chapman. El cliente del que te había hablado, ¿Por qué? ¿Qué pasa? ―¿Qué edad tiene? ―¿Ah? ―April estaba desconcertada ―¿Por qué te interesa su edad? ―Quiero saber si es joven y guapo. Ella abrió los ojos y parpadeo sin poder creerlo. ―Es una broma, ¿verdad? Pero la cara seria de su marido le dijo que no. April se levantó de su regazo y se llevó las manos a las caderas, mirándolo desaprobatoriamente. ―¿Estás celoso? El hombre torció los labios, la miro
SOMOS UN MATRIMONIO REAL. ―¿Cómo estás? ―April tomo asiento delante de Owens. ―Te pedí un capuchino, ¿es tu favorito, ¿verdad? Ella sonrió un poco incómoda y asintió. ―Disculpa la tardanza, ya sabes cómo es el tráfico. ―No te preocupes ―Owens le dio una sonrisa dulce ―Sabes que esperaré por ti el tiempo que haga falta. April bajo la cabeza cuando lo escucho decirle eso. No sabía cómo empezar, después de todo no quería romperle el corazón. Pero luego, se dijo que no era su culpa, ella nunca le había dado esperanzas y que, además, tenía derecho a decidir con quien ser feliz. Respiro hondo y lo miro. ―Owens… ―No te preocupes ―la interrumpió y estiro su mano sobre la mesa para tomar las de ella ―No estoy molesto por lo que paso en Miami. No es tu culpa, fue mía por no saber controlar y esconder mis sentimientos. April frunció las cejas y aparto la mano lentamente. ―¿Qué… que quieres decir? ―Sé que querías verme y yo lo arruiné todo ―dijo con una sonrisa ―Debí ser más cauteloso
CELOS. Marcelo ya hace rato que había llegado a casa, se sorprendió cuando entró y no vio a April en el departamento. Cuando no la llamó, supuso que había tomado un taxi a casa, hoy había tenido un día agitado, su videoconferencia había durado más de lo previsto y no pudo llamarla para saber de ella. Se quitó la chaqueta y fue por un vaso de agua, acababa de servirlo cuando su celular sonó, creyó que se trataba de April, pero vio que era un correo electrónico. Tenía un remitente desconocido, sin embargo, lo abrió. Pero cuando vio lo que era, su mandíbula se apretó y sus sienes palpitaban. Dejó el vaso y camino hacia la sala, mientras lo hacía pasó una a una las fotografías, en ella se veía a Owens y a April juntos, pero solo una captó su atención. Era donde él la tenía en sus brazos, rodeándola, y ella se lo permitió. La furia se apoderó de él y salió del correo para llamarla inmediatamente. Estaba a punto de marcar su contacto, cuando la puerta se abrió. Canceló la llamada y tiró
VIAJE INESPERADO. Dos semanas después… ―¿Es necesario? ―Marcelo miró a su asistente con ojos asesinos. ―Lo lamento, señor. Pero esta reunión ya estaba agregada en su agenda.El hombre bajó la cabeza asustado por su jefe, no era un secreto, que era cascarrabias y que nadie duraba más de un mes en el puesto. ―Bien, no tengo otra opción. Compra dos boletos de viaje. Uno para mi esposa y otro para mí. Organiza donde nos quedaremos y, además, averigua qué día está abierta la biblioteca nacional, a mi mujer le gustan los libros de romance histórico. El asistente asintió y se marchó enseguida. Marcelo se dejó caer en la silla de muy mal humor. Había olvidado la conferencia que tendría que dar en Londres, a decir verdad, no quería ir, pero, si April iba con él, todo sería diferente, y además podrían tener unas pequeñas vacaciones. Lo que no imaginó es que media horas después, estaría a punto de jalarse de los cabellos por su díscola esposa. ―Cariño, no puedo. ―dijo April por tercera v
LA ESPOSA DEL JEFE, ES UNA LADRONA. Después de despedir a Marcelo, April regresó al día siguiente a la oficina, reescribió algunos formularios de aprobación y se los envió a la oficina del director financiero. Antes de ir por un café, April fue al baño y estaba a punto de salir cuando escuchó a dos personas hablando, una de ellas parecía la voz de la secretaria del director financiero. ―No sé mucho, pero según el jefe, esa mujer recibió dinero. April frunció el ceño y siguió escuchando. ―¿Qué necesidad podía tener? ―dijo la otra persona ―Aunque no me sorprende, siendo quien es aún no sé qué le vio y por qué el presidente se casó con ella. Cuando escuchó esto último, los ojos de April se abrieron sorprendidos. «¿Están hablando de mí? ¡¿De dónde recibí dinero?!» ―En todo caso, solo es una muerta de hambre que no puede dejar de ser lo que es. Lo que no sabe, es que con esto ¡hizo que nuestro presidente perdiera la cara! Quiero ver cómo se lo va a tomar el jefe cuando regrese, vaya n