SALVÁNDOLA.

SALVÁNDOLA.

Dentro del agua, las dos seguían forcejeando, sin embargo, había que reconocer que la ventaja la llevaba Vivían.

―¡Eres una zorra, dices ser la esposa de Marcelo, pero dejas que otro te coquetee! ―Vivían, hundió la cabeza de April bajo el agua y está lucho por respirar.

Al ver que se estaba quedando sin aire, April pellizco con fuerza el brazo de Vivían y esta se quejó de dolor y la soltó.

―¡Ah! ¡Perra!

April que no iba a seguir haciendo un espectáculo, nado con dificultad hacia la escalera, pero Vivían no planeaba dejarla ir, la jalo por el cabello que ahora estaba vuelto un desastre.

―¡No tan rápido! ―grito al tiempo que la cabeza de April se echaba hacia atrás ―No te voy a dejar ir hasta que resolvamos esto.

Todos los invitados se agruparon alrededor de la piscina, sus bocas se abrían y cerraban sin poder creer lo que veían. Uno de los empleados se apresuró a ir en busca de Marcelo.

―¡¿Qué es lo que te pasa?! ¡¿Cuál es tu maldito problema?! ―April estaba cansada de su a
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