Después de toda la fiesta que hacen con sus tíos, antes de que se despidan de todos y se dirijan a la puerta es hora de cerrar el día con broche de oro, mis pequeños estarían más que felices con la noticia, eran una adoración, serían los cuidadores número uno de sus hermanos o hermanas, yo desde ahora estoy hablando en plural, no voy a perder las esperanzas hasta que tengamos los resultados finales en las manos, pedía con todas las fuerzas de mi corazón de que así fuera. ‒Mis amores, ya es hora de dormir, los abuelos tienen que descansar y Didier ya está a punto de quedarse dormido. Mi sobrino, creo que se durmió desde que cerró los ojos, es que los trillizos son de agotar a cualquiera, inventan aventuras y travesuras en menos de lo que canta un gallo, su cuarto está diseñado con toboganes, tirolesas y hasta una montaña para escalar, todo rodeado y con piso de espuma, donde se encuentran los juegos, porque ellos son de los que se lanzan y se suben a cualquier obstáculo que encuentran
Olivia Damschroder Despierto sobresaltada me siento en la cama al oír un ruido en el baño. El sol entraba por la ventana pegando de lleno en mi cara. Escucho el agua correr, me levanto por completo y veo que estoy desnuda, mis pies tocan con una suave alfombra. Veo alrededor y me doy cuenta que no estoy en mi casa, mi tapete es de uso rudo no tan suave como esto que están pisando mis pies. ¿Rayos, qué hice ayer? Con el último que estuve antes de caer en la inconciencia fue con mi jefe, no sabía dónde me encontraba, ¿acaso había bebido tanto que no me acordaba que había pasado? ¿Cuántos mojitos había bebido la noche anterior? No logro recordar, tuvieron que haber sido muchos para sentir la cabeza a punto de estallar y la garganta reseca. Miro alrededor buscando mi ropa y veo un bulto de prendas al pie de la cama. Alcanzo a distinguir solo la ropa de mi jefe, el pantalón, la camisa y el saco, un zapato a mitad de la habitación. Justo en este momento me doy cuenta que estoy metida en
Olivia Damschroder Después de tomar un analgésico y varios vasos de agua como si acabara de salir del desierto, por lo menos ya no sentía esas desagradables ganas de vaciar el estómago. Saliendo del baño después de una agradable ducha y dispuesta a dormir lo que restaba del día, volvió a sonar el móvil, pensaba que era de nuevo Owen, pero esta vez era Jillian, podía ver su gran sonrisa adornando la pantalla como entrada de aviso.‒ ¿Se puede saber dónde te metiste anoche después de la cena? ‒ es lo primero que escucho al aceptar la llamada ‒ te estuve marcando casi toda la noche.La verdad era que había hecho oídos sordos a sus llamadas y mensajes. De seguro iba a dejar a su aburrido prometido como le dice ella e ir con nosotros, pero yo ya me sentía pasada de copas y no quería que me viera en esas condiciones y no creía
Owen KewlynOlivia es la mujer más hermosa que han podido ver mis ojos, aunque ella siempre diga que es una chica común y corriente. Para mí nunca lo ha sido. Estamos sentados en las sillas frente a la pista de baile, veo que está un poco preocupada o en definitiva algo le pasó hoy antes de que pasara por ella a su departamento, lo cual note de inmediato, aunque trató de disimularlo en un par de ocasiones.Su vestido rojo la hacía ver espectacular, con los hombros descubiertos y un escote recatado, pero a la vez provocativo al frente y su pelo totalmente recogido en la parte de arriba de la coronilla. No hacía falta más adorno que el de su blanca sonrisa, que siempre me cautivaba.‒ Me puedes contar lo que te pase Olivia, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, lo sabes ‒ le digo tomando una de sus manos, se encontraba un poco fría a pesar del calor que se sentí
Olivia Damschroder Me acosté, pero no fue fácil conciliar el sueño. Retazos de lo que había ocurrido parte de la noche anterior regresaban a mi mente, di varias vueltas en la cama tratando de que regresara el tan anhelado sueño, no podía presentarme el día de mañana con las tremendas ojeras que tendría si no dormía lo suficiente. Cerré los ojos y me dispuse a respirar tranquilamente hasta que me quedé dormida. El sueño me llegó como una epifanía, no solo fueron los mojitos que ingerí en la cena de recaudación, luego le seguí con cerveza para acabar con tequila. No debí hacerle caso a esa vocecita que me decía que no estaba haciendo nada malo, después de un par de meses volvía a ser soltera. ¿Pero precisamente tenía que salir a relucir cuando estaba con Owen? ¿No podía haber esperado a que estuviera en mis cinco sentidos y decidir por mí misma que iba a hacer? Se podría decir que prácticamente yo lo violé. No sabía si ponerme a llorar o reír.
Owen Kewlyn Al día siguiente abrí los ojos a las cinco menos cinco, como de costumbre me levanté de la cama, sin ni siquiera dejar que sonara el despertador, cancelo la alarma, me quité la parte de abajo del pijama que era con lo que regularmente dormía, entré a la ducha, me merecía una relajante y larga ducha fría. Espero que logre calma mis ansias que siento al pensar en ella. Estoy frito.
Olivia Damschroder Jillie se encontraba sentada en una mesa cerca de un gran ventanal, del restaurante que quedaba a unos cuantos minutos de la empresa, como siempre estaba de muy buen humor, hiso un pucherito de bebé cuando llegué a su lado.‒ Te extrañé amiga.
Owen Kewlyn Tal vez parezca extraño porque de repente pienso que esa melodía la escucharía sin ningún problema por el resto de mi vida. Me encanta oírla reír, es el sonido más hermoso que han escuchado mis oídos, se encuentra hablando por teléfono, me intrigaba quien hubiera logrado hacerla reír, no me iba a poner celoso por eso, al contrario, le agradecía al responsable de causar tan hermosa melodía.
Último capítulo