Owen Kewlyn
Al día siguiente abrí los ojos a las cinco menos cinco, como de costumbre me levanté de la cama, sin ni siquiera dejar que sonara el despertador, cancelo la alarma, me quité la parte de abajo del pijama que era con lo que regularmente dormía, entré a la ducha, me merecía una relajante y larga ducha fría. Espero que logre calma mis ansias que siento al pensar en ella. Estoy frito.
Tomé el café y me dispuse a terminar el desayuno que me preparó Mara, le eché una hojeada al New York Time. Hoy me apetecía conducir al trabajo, por lo que le di el día libre a Simon. Listo para comenzar un nuevo día laboral, me dirijo al estacionamiento subterráneo de la casa y me dirijo a la empresa. Como me imaginé, al llegar a mi destino aún no se encontraba el auto de Olivia, todavía tenía oportunidad de verla entrar al piso que nos corresponde. Salí del ascensor y recorrí el pasillo que llevaba a la oficina, vi en el escritorio de Olivia un ramo de flores, apreté los dientes y fruncí el ceño.
Justin de seguro intentará pedirle perdón esta noche, siempre era lo mismo con este sujeto, la hacía pasar mal durante varios días y luego pensaba que con un simple ramo de flores borraría todo su mal proceder. Olivia se merecía a un hombre que la respetara y valorara, que la pusiera por encima de todas las cosas, un hombre como yo.
Llego al despacho, dejando abierta la puerta de la oficina como es mi costumbre, luego cuando empiezan a llegar los clientes la cierro para tener mayor privacidad. Saco la portátil y la enciendo, el día tiene pinta de que va a ser ajetreado, ya están confirmados los citados, abro el correo esperando encontrar todo puntualizado, tengo mucho trabajo, así que me pongo a ello.
Hacia menos de media hora que había llegado a la oficina, ni me imaginaba como seria nuestro primer encuentro después de lo sucedido. Solo esperaba que no se hubiera arrepentido, esta podría ser una oportunidad para acercarme más a ella, bueno si lo que hicimos ayer nos lo permitía más.
Llegó, sentí que la presión arterial se me disparaba, mi cuerpo reaccionaba a su sola presencia. Desde que pasó las puertas del ascensor su mirada no se conectó con la mía, me sospechaba que me iba a tratar como si nada hubiera pasado, llegó a su escritorio y miró el ramo de flores, lo levantó y sin siquiera pensarlo dos veces lo arrojó al bote de la b****a, que bien conocía a su querido novio. De reojo la miré quitarse el abrigo, el bolso y colocarlos en el perchero que hacía juego con su escritorio.
Me dio la espalda cuando se dirigió al cafetín para prepararse un té, desde que supe que no le gustaba el café he tratado de tener el que más le gusta, naranja y durazno. Antes no me creía eso de que podías ver los movimientos en cámara lenta de la persona que mantenía tu pensamiento ocupado, al mirar sus largar piernas trajo a mi mente el recuerdo de como apretó mi cintura cuando pensó que me alejaba de ella, cuando mi intención era otra más que acomodarla a mi lado para poder abrazarla mejor.
Si siempre había caminado de esa forma, ¿por qué rayos ahora pensaba que sus caderas se movían de diferente manera? Con un vaivén que me llamaba a querer quitarle la ropa y poseerla ahí mismo. Por primera vez en mi vida me sentía avergonzado. Me estaba comportando como un pequeño rufián acosador, no quitaba mi mirada de cada uno de sus movimientos.
Yo no suelo tener pelos en la lengua y decir lo que se requería sin dar tantos rodeos siempre trataba de que a la primera entendieran las reglas del juego. Pero esto era otra cosa, era un miedo a decir algo equivocado y echarlo todo a perder. Porque esta vez quería hacer las cosas bien. Llevar a cabo todo ese ritual para conquistar a una mujer, antes no me había valido de ese tipo de artilugios con ninguna de las mujeres con las que había mantenido intimidad, Olivia despertaba en mi al hombre que deseaba hacer todo eso y más.
Tomaba su té tranquilamente, nunca empezaba su día sin haberlo tomado, es interrumpida por el timbre de su teléfono móvil, mira la pantalla y hace una mueca muy graciosa, evade la llamada, termina su té, pone la taza en la charola donde se encuentran las demás vacías, levanta la mirada y justo antes de que haga contacto con la mía, la retiro. Como si de verdad estuviera concentrado en los documentos que tenía en el escritorio.
Escucho sus tacones golpear rítmicamente la cerámica del piso cuando se acerca a la puerta de la oficina, entra y con Tablet en mano empieza a decirme lo que tendremos para el día de hoy.
‒ Buen día Owen ‒ levanto la mirada hacemos contacto visual y siento como su perfume invade mis fosas nasales, trato de respirar lo más normal posible. Parezco un adolescente cuando ve a la chica que lo tiene deslumbrado. Delante Lo único que me falta es tartamudear cada que me habla.
‒ Buen día Olivia ‒ me lanza una de sus encantadoras sonrisas, cuando sonreía sus labios carnosos resultaban aún más tentadores y sus obscuros ojos brillaban de un modo especial.
‒ Hoy a las nueve y media llegan los abogados de la señora Constanza Lagos y los del señor Lagos para lo del acuerdo de divorcio y la demanda por manutención.
Nuestra empresa se especializaba en asesorías legales en lo referente a las cuestiones familiares, Alonso Lagos, pretendía adueñarse de la custodia de los hijos para así no tener que dar ni un peso a su aún esposa, siendo ella la que había aportado el dinero para ampliar el negocio restaurantero y la que se había hecho cargo de la educación y atención de sus hijos durante los diez años que había durado el matrimonio, mientras él se aprovechaba de cada viaje para atender los demás restaurantes, pero no contaba con que el detective privado que el padre de su esposa tenía a su disposición sabia de cada uno de sus viajes y con quien los hacía.
‒ Gracias.
‒ Y a las once, vienen los Morgan por lo del testamento del abuelo, solo los nietos, como él lo pidió.
‒ En tremendo lio nos metió el abuelo Morgan, los nietos se van a ir para atrás cuando sepan las cláusulas que había ordenado el anciano antes de morir.
‒ Los abuelos siempre tienen la razón, por nada iba a dejar que los nietos despilfarraran el dinero que tantos años le costó reunir.
‒ Mira que tener que casarse para poder heredar no se ve todos los días, las nietas por lo menos tienen novios y les será más fácil, pero los chicos, creo que los metió en un buen apuro.
‒ Matt Morgan llamó ayer a primera hora, para avisar que él no se presentaría en la lectura del testamento ‒ me dice con una mueca de fastidio en su rostro.
‒ Le avisamos que tenían que estar todos presentes para la lectura, precisamente esa es una de las cláusulas.
‒ Tendremos que leer el testamento adjunto.
‒ Quería que esto acabara lo más rápido posible, hay que avisarle al notario del cambio.
‒ Ya le hablé a primera hora y estaba más que listo, sabía que el nieto mayor podía causar este imprevisto, por algo el abuelo hiso el testamento adjunto.
‒ Es algo que no tenía sentido si bien sabía que Matt iba a demitir en la lectura, además igualmente le iba a tocar su parte de la herencia, aunque no estuviera.
Volvió a sonar su teléfono móvil, vi claramente cuando lo apagaba por completo, rara vez revisaba o estaba pendiente del móvil, ni siquiera tomaba llamadas para no interrumpir las conversaciones o las juntas que tuviéramos en esos momentos, pero esta vez su semblante era un poco más de fastidio, lo guardó en el bolsillo de su falda, pero ella sabía que se lo iba a encontrar a la salida, no era la primera vez que esto sucedía.
Todo lo que se tenía que arreglar y los acuerdos con los clientes habían finalizado de manera favorable. Cerca de las doce y media, tiempo para ir a comer, llama Jillian para solicitarme que dejara salir media hora antes a Olivia para invitarla a comer y que le dijera que llevaba llamándole desde hacía no sé cuánto tiempo y no le contestaba. Mi intención a esta hora era invitarla a comer, pero mi hermanita había echado a perder mi plan. Pero ya me encargaría yo de que me ayudara a conquistar a su escurridiza amiga.
‒ En un momento le llamo, gracias Owen ‒ saca su móvil y lo enciende, empiezan a sonar las notificaciones de llamadas perdidas y mensajes.
Una vez que Olivia sale de la oficina a encontrarse con Jillian, llamo al restaurante que queda al frente de la empresa y pido algo para comer aquí. No me apetecía salir y aproveche para llamar a mi amigo de toda la vida y cuñado, no entiendo cómo puede una persona tan seria y ubicada estar comprometido con la escandalosa de Jillian, en mi caso no me lo pensaría dos veces, sino tres.
Pasan dos largas horas y me imagino que mi hermana con lo habladora y cotilla que es, le deben estar saliendo las palabras por las orejas. Siempre sucede lo mismo, nunca tiene tiempo para terminar de contar todo lo que se le pasa por la cabeza, Olivia debe saber que una vez que Jillian abre la boca es difícil concluir con esa conversación y llegar a algún acuerdo si algo no le parece. Con eso de que ya van a anunciar la fecha de la boda, lo más probable es que desde hoy empiece a organizar todo y claro todos tenemos que hacer lo que ella diga. La consentida de mis padres.
Suena mi móvil y tomo la llamada, hablando del rey de Roma y ella solita que se asoma.
‒ Hermano, te tengo una buena noticia ‒ retiro un poco el teléfono para evitar que su chillona voz me reviente el tímpano.
‒ Dime hermanita ‒ le digo.
‒ Livy está a punto de entrar a la empresa, me ha contado que en definitiva ha terminado con su novio, ¡es tu oportunidad, cabeza de alcornoque!
Sabe que me desagrada que me llame de esa forma, desde que le preguntó a mamá que era un alcornoque, no ha parado de llamarme así, pero es Jillie y entre más le digas que eso te molesta más lo hace. Pero me aguanto de decirle cualquier cosa, porque esa noticia que me acaba de dar, me es de mucha ayuda.
‒ ¿Por qué nunca dejas de ser tan cotilla? ‒ hago una pausa y me rio − ¡gracias bocazas! ‒ me desquito y me dice una grosería, que si la escuchara mamá le lavaría la boca con jabón.
‒ Me debes una alcornoque.
En ella había encontrado una aliada desde que supo que me moría por los huesitos de su amiga, pero como esta tenía novio y juraba que lo quería, no podíamos hacer nada, pero hoy es un gran día para comenzar a planear como conquistarla.
‒ Tú me debes más de una a mí, yo fui el culpable de que te enamoraras de tu actual novio, no lo olvides hermanita.
‒ Te dejo porque lo más probable es que Livy ya esté saliendo del ascensor, disculpa que te la mande tan tarde, pero como debes de estarme más que agradecido por la información que te acabo de dar, olvídalo ‒ claro esto no me saldrá gratis, lo puedo jurar por un dedo de mi mano.
‒ Hasta luego Jillie, y sí te doy de nuevo las gracias, ahora sí cuelga ‒ le digo.
‒ No, cuelga tu ‒ nuestro juego desde niños.
‒ Cuelga tu ‒ y efectivamente cuelga en cuanto se escucha el timbre anunciando la apertura de las puertas del ascensor.
Olivia Damschroder Jillie se encontraba sentada en una mesa cerca de un gran ventanal, del restaurante que quedaba a unos cuantos minutos de la empresa, como siempre estaba de muy buen humor, hiso un pucherito de bebé cuando llegué a su lado.‒ Te extrañé amiga.
Owen Kewlyn Tal vez parezca extraño porque de repente pienso que esa melodía la escucharía sin ningún problema por el resto de mi vida. Me encanta oírla reír, es el sonido más hermoso que han escuchado mis oídos, se encuentra hablando por teléfono, me intrigaba quien hubiera logrado hacerla reír, no me iba a poner celoso por eso, al contrario, le agradecía al responsable de causar tan hermosa melodía.
Olivia DamschroderMiré hacia el edificio, desde la entrada se podía observar el mostrador del pequeño lobby, muy bien ordenado. Abro la puerta, al acercarme a recepción me encuentro con un muy sonriente señor Smith de pie, un señor de unos cincuenta años; encargado de la puerta de entrada, llevando en sus manos un gran ramo de flores, un popurrí de rosas de diversos colores, mis favoritas, rojas, amarillas, rosas, lilas, blancas, una mezcla perfecta de todas las flores, de este prendía u
Olivia Damschroder Suspiro, pero al final no me queda de otra que mentalizarme, me probaré el vestido y decidiré si lo uso o no, siempre tengo la última palabra.¿Qué cuánto tiempo llevo conociendo a Jillie? Parece que toda la vida, pero en realidad han sido siete años, desde que nos co
Owen Kewlyn Al volver a casa, mi mente no paraba de pensar en Livy, recordar su rostro angelical e inocente, me llenaba de ternura, quería hacer tantas cosas por ella y con ella, tomé el móvil a punto de llamar a mi hermana para pedirle consejo sobre que sería bueno regalarle. No quería presentarme simplemente con las manos vacías, tal vez unos chocolates o un pequeño gato, para que le hiciera compañía al otro escurridizo minino y así no se escapara de casa.Le mandé un mensaje a mi hermana, ella era la indicada de sacarme de esta encrucijada.*Jillie,necesito saber si le puedo regalar o no un gato a Livy*Pasaron escasos dos minutos cuando recibí su respuesta.*Hola, querido hermano, definitivamente no un gato, creo haber escuchado alguna vez que es alérgica al pelo de gato, o no le gustan o algo
Owen Kewlyn Muchas veces en la vida me había encontrado en la situación de tener que ir por una chica a su casa o de mandar por ella con el chofer, hubo pocas o muchas situaciones como esta, no me acuerdo de muchas y tampoco voy a empezar a contarlas, pero esta, esta ha sido la experiencia más alucinante de mi vida, no solo porque mi corazón se mueve en su dirección, es porque sin tener la plena convicción de que entre los dos llegara a ocurrir algo en el más remoto de los casos, no lo creía, y hoy lo estoy viviendo. Como si fuera un sueño hecho realidad, mi sueño hecho realidad.Siempre pensando en ser el hombre con el que pudiera iniciar una relación verdadera y duradera, alguien que le brindara todo lo que necesitara sin llegar a cortar sus alas por sus metas a seguir, alguien que caminara a su lado tomados de la mano y que en el proceso ella también quisiera seguir
Olivia DamschroderViajamos en un incómodo silencio, mi mente estaba envuelta en un torbellino de emociones, no era para menos, claro que tenía que pensar seriamente todo lo sucedido, si en un comienzo, llegué a pensar que solo sería esa noche que pasamos juntos, Owen pedía una oportunidad para ver si podíamos funcionar, ¿estaba limitando sus posibilidades, al no darle una respuesta inmediata?<
Olivia Damschroder¿Qué si sentía culpabilidad por decirle a Jillie, del tiempo que debe esperar Owen, para que le dé una respuesta? ¿Ya sea positiva o negativa?No, solo que necesitaba una vía de escape, fue la que usé y solo así podía dejarme tranquila, la podría l