Capítulo29
En el avión, Julio se volteó hacia el hombre que estaba leyendo un libro de medicina y le preguntó muy curioso:

—¿Cómo es que de repente vas a Brisalia?

¿Y por qué llevarlo precisamente a él como acompañante?

—Voy a operar a un paciente.

Y de paso, a ver a alguien.

—Pero hombre, si vas a operar a un paciente, ¿por qué me llevas contigo?

Esa es en realidad la verdadera pregunta.

Diego tomó el café que le ofreció la azafata, le agradeció y luego respondió a Julio:

—Tu presencia será muy útil.

Julio pensó que tal vez había algo que incluso el heredero de la familia Herrera no podía manejar y necesitaba que él interviniera, lo cual realmente lo emocionó un poco. Pero nunca siquiera imaginó que Diego lo estaba enviando como repartidor.

Es decir, que todos los días tenía que llevarle comida y bebida a esa tal Marina.

Julio se quejó de esto:

—… ¿Soy un multimillonario y aún tengo que hacerte estas cosas?

Diego ignoró por completo sus protestas.

—Ahora parezco ser tu hijo, haciendo todo lo
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