Marina respondió con una sonrisa:—Si hubieras estado a mi lado en ese momento, también habría extendido mi mano para protegerte. —Lo que Marina había hecho era un acto un poco inconsciente para salvar a alguien, y si algo le hubiera pasado a Camilo, no sabría cómo le habría afectado el tratamiento de su hermano. Marina no salvó a Camilo por amor, pero parecía que nadie creía en esas cosas—. A esos periodistas solo les gusta inventar noticias falsas.Tal vez esas palabras fueron las que lograron tranquilizar gran parte de la ira en el corazón de Diego.Jamás se le había ocurrido que algún día se convertiría en el amante de una mujer casada.—Camilo ha organizado un vuelo para enviarme de regreso a Marbesol mañana.Al escuchar esto, Diego esbozó una leve sonrisa y, sacando apresurado su teléfono, llamó de inmediato:—Organízame un vuelo de regreso a Marbesol para esta noche. —Colgó el teléfono y sus ojos se nublaron por completo—. Yo te llevaré de vuelta a Marbesol.Marina permaneció en
El avión aterrizó en Marbesol justo a las ocho de la noche. Marina había tomado un analgésico, el cual tenía un efecto sedante. No pasó mucho tiempo tras el despegue cuando Marina se quedó dormida. Diego, al verla profundamente dormida, temía que pudiera golpearse de forma accidental su mano herida mientras dormía. Por eso, tomó con suavidad los dedos de Marina entre los suyos. Cada vez que ella se movía, Diego lo notaba de inmediato.Cuando el avión aterrizó, Marina seguía aún dormida. Diego, con sumo cuidado, la cargó en brazos y la bajó del avión. Afuera, dos filas de guardaespaldas esperaban con atención. Daniel se acercó con respeto y en voz baja le dijo:—El señor ha dispuesto gente en Marbesol. Diego, con la mirada tranquila y fría, respondió:—Ya lo sé. En el auto, Daniel no se atrevió a voltear hacia los asientos traseros; en su lugar, subió con cuidado el panel que los separaba del conductor. En la parte trasera, Diego hizo que Marina se acomodara sobre sus
—Es la última vez que regreso. —Marina dejó enojada el celular a un lado mientras hablaba. Diego, notando el tono serio de Marina, decidió mejor distraerla con otra cosa. Con un gesto relajado, empezó a acariciar suavemente su cabello: —Esta noche te ayudo a lavar el cabello. Marina lo miró con cierto escepticismo: —No hace falta, mejor búscame una joven para que lo haga. No podía confiar del todo en que Diego supiera lavar muy bien el largo cabello de una mujer. —¿Qué pasa, Nina, no confías en mis excepcionales habilidades? —Diego levantó una ceja mientras se arremangaba la camisa, como si estuviera listo para llevarla a lavar el cabello en ese mismo instante—. Soy muy bueno lavando cabelleras largas. —¿Acaso te la pasas lavando el cabello de otras jovenes? —Marina lo miraba aún con cierta duda. Diego rió y, con su dedo índice, le dio un ligero toque en la cabeza: —Deja de pensar en tantas estupideces. Solía lavar el largo cabello de Elsa en casa. —¿Tienes una herm
—¿De verdad no quieres saber quién soy? —Yolanda le pidió en ese momento a la criada que le trajera un vaso de jugo.La criada mantuvo una actitud respetuosa.Marina observó en detalle la actitud de la criada. ¿Qué significas para él? —preguntó Marina, arqueando una ceja.Yolanda, al ver que Marina no se enojaba de ninguna manera, soltó una ligera risa:—No te molestas en lo más mínimo... Una mujer que no siente celos al ver a otra mujer cerca de su novio, simplemente no lo ama.—En el fondo, me molesto en secreto. —respondió Marina.Diego acababa de entrar y alcanzó a escuchar esa última frase de Marina.Se acercó a ella, se inclinó y levantó su barbilla con suavidad:—¿De verdad te molestas en secreto?Diego soltó una ligera risa, sabiendo bien que Nina no estaba molesta.Marina quizás sentía algo especial por Diego, pero aún no llegaba al punto de amarlo.Cuando Diego entró, Yolanda guardó silencio.Diego tomó la mano de Marina.Marina intentó en ese momento soltarla, pero él la sos
Marina estaba fuera de la habitación hablando atenta con el doctor sobre la recuperación de César tras la cirugía. Adentro, Yolanda no dejaba de mirar fijamente al hombre de cabello blanco que se encontraba en la cama. César suspiró con resignación; en realidad, no era la primera vez que lo observaban de esa manera:—Señora Yolanda, ¿le gustaría comer fruta?Yolanda volvió en sí, respondiendo con cierta vergüenza:—No, gracias.Marina terminó de hablar con el doctor sobre el estado de César y apresurada regresó a la habitación, diciendo con entusiasmo:—Cesarito, el doctor dice que pronto podrás salir del hospital.César le sonrió con ternura y respondió:—Gracias, Marina.Su mirada se posó justo en la mano de Marina, que estaba vendada con una férula. César había visto las noticias; sabía muy bien por qué Marina se había lesionado. Y de inmediato recordó los recientes rumores sobre Camilo y Yadira.—Señora Yolanda, ¿podría dejarnos solos un momento? Me gustaría hablar un poco con Ma
Una semana después de que Marina estuvo recuperándose en casa de Diego, recibió un mensaje de Macarena, que lo había escrito de manera apresurada:"Yaya está embarazada, Marina. ¿Ya te estás preparando para dejar a la familia Jurado?"Macarena siguió enviando varios mensajes, cada uno más sarcástico que el anterior. Marina, sin alterarse, solo respondió con una simple frase:"Felicidades a Yadira."Marina no se esperaba que Yadira estuviera embarazada, y apenas esbozó una leve sonrisa.Al leer la respuesta de Marina, Macarena soltó una enorme carcajada y se giró hacia Yadira:—Yaya, ¿ya le contaste a mi hermano que estás embarazada?Yadira, acariciándose con ternura el vientre, tenía los ojos llenos de una mezcla de ternura y amargura. Con tristeza, respondió:—Tu hermano ha estado ocupado con la fábrica de Brisalia últimamente. La verdad, no quiero molestarlo ahora. Además, Maca, no puedo tener a este bebé.Al terminar de hablar, con nostalgia las lágrimas empezaron a correr por sus m
Diego sonrió con agrado y dijo:—¿Qué tal? ¿Hoy te tomaste tus medicinas a tiempo?Marina no era fan de tomar medicinas; por lo tanto, cada vez que debía hacerlo, dudaba durante mucho tiempo. Por eso, Diego siempre le preguntaba si ya las había tomado.Marina guardó silencio por un momento antes de responder:—Sí, me tomé las medicinas, señor Diego.—Te equivocaste. Llámame hermano o Dieguito, tú eliges uno de esos dos. —El tono relajado de Diego tenía, sin embargo, un toque de seriedad.Marina soltó una ligera risita y, a propósito, eligió otra opción:—Tío, pasado mañana regresaré al Jardín Esmeralda."Yadira está embarazada... No sé qué pasará cuando vuelva esta vez."—¿No estás contenta con eso? —Diego detectó la tristeza en las palabras de Marina mientras sacudía la ceniza de su cigarro. —¿No estás contenta? ¿Verdad? ¿Quieres acaso que tu tío te consienta un poco?El tono de Diego era increíblemente suave. El corazón de Marina latió con fuerza, y, frunciendo un poco el ceño, expl
El día que Camilo regresó, Marina también volvió a Jardín Esmeralda. En la sala, todos estaban presentes. Yadira, sentada en su silla de ruedas, mostraba una leve inquietud, mientras que Noemí tenía el rostro pálido, reflejando su fuerte malestar. Yadira, por su parte, no sabía qué rumbo tomarían las cosas a partir de ese momento. Marianela tomó su vaso y bebió un sorbo de agua con calma. Macarena parecía en ese instante querer decir algo, pero un fulminante vistazo de Marianela la silenció de inmediato. Camilo, por otro lado, se frotaba incómodo las sienes, realmente sorprendido por el embarazo de Yadira:—Abuela.—¿Y qué piensas hacer al respecto? —preguntó Noemí con serenidad, mirando directamente a Camilo—. Esta vez tú decides. No interferiré en lo que decidas. Al fin y al cabo, no podré controlarlos por mucho más tiempo.Yadira, con el rostro pálido y los ojos enrojecidos, miraba de reojo a Camilo sin decir una sola palabra, mordiéndose los labios. Mientras tanto, Marina, en su