Capítulo 37
El avión aterrizó en Marbesol justo a las ocho de la noche.

Marina había tomado un analgésico, el cual tenía un efecto sedante.

No pasó mucho tiempo tras el despegue cuando Marina se quedó dormida.

Diego, al verla profundamente dormida, temía que pudiera golpearse de forma accidental su mano herida mientras dormía. Por eso, tomó con suavidad los dedos de Marina entre los suyos.

Cada vez que ella se movía, Diego lo notaba de inmediato.

Cuando el avión aterrizó, Marina seguía aún dormida.

Diego, con sumo cuidado, la cargó en brazos y la bajó del avión.

Afuera, dos filas de guardaespaldas esperaban con atención. Daniel se acercó con respeto y en voz baja le dijo:

—El señor ha dispuesto gente en Marbesol.

Diego, con la mirada tranquila y fría, respondió:

—Ya lo sé.

En el auto, Daniel no se atrevió a voltear hacia los asientos traseros; en su lugar, subió con cuidado el panel que los separaba del conductor.

En la parte trasera, Diego hizo que Marina se acomodara sobre sus
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