Marina estaba fuera de la habitación hablando atenta con el doctor sobre la recuperación de César tras la cirugía. Adentro, Yolanda no dejaba de mirar fijamente al hombre de cabello blanco que se encontraba en la cama. César suspiró con resignación; en realidad, no era la primera vez que lo observaban de esa manera:—Señora Yolanda, ¿le gustaría comer fruta?Yolanda volvió en sí, respondiendo con cierta vergüenza:—No, gracias.Marina terminó de hablar con el doctor sobre el estado de César y apresurada regresó a la habitación, diciendo con entusiasmo:—Cesarito, el doctor dice que pronto podrás salir del hospital.César le sonrió con ternura y respondió:—Gracias, Marina.Su mirada se posó justo en la mano de Marina, que estaba vendada con una férula. César había visto las noticias; sabía muy bien por qué Marina se había lesionado. Y de inmediato recordó los recientes rumores sobre Camilo y Yadira.—Señora Yolanda, ¿podría dejarnos solos un momento? Me gustaría hablar un poco con Ma
Una semana después de que Marina estuvo recuperándose en casa de Diego, recibió un mensaje de Macarena, que lo había escrito de manera apresurada:"Yaya está embarazada, Marina. ¿Ya te estás preparando para dejar a la familia Jurado?"Macarena siguió enviando varios mensajes, cada uno más sarcástico que el anterior. Marina, sin alterarse, solo respondió con una simple frase:"Felicidades a Yadira."Marina no se esperaba que Yadira estuviera embarazada, y apenas esbozó una leve sonrisa.Al leer la respuesta de Marina, Macarena soltó una enorme carcajada y se giró hacia Yadira:—Yaya, ¿ya le contaste a mi hermano que estás embarazada?Yadira, acariciándose con ternura el vientre, tenía los ojos llenos de una mezcla de ternura y amargura. Con tristeza, respondió:—Tu hermano ha estado ocupado con la fábrica de Brisalia últimamente. La verdad, no quiero molestarlo ahora. Además, Maca, no puedo tener a este bebé.Al terminar de hablar, con nostalgia las lágrimas empezaron a correr por sus m
Diego sonrió con agrado y dijo:—¿Qué tal? ¿Hoy te tomaste tus medicinas a tiempo?Marina no era fan de tomar medicinas; por lo tanto, cada vez que debía hacerlo, dudaba durante mucho tiempo. Por eso, Diego siempre le preguntaba si ya las había tomado.Marina guardó silencio por un momento antes de responder:—Sí, me tomé las medicinas, señor Diego.—Te equivocaste. Llámame hermano o Dieguito, tú eliges uno de esos dos. —El tono relajado de Diego tenía, sin embargo, un toque de seriedad.Marina soltó una ligera risita y, a propósito, eligió otra opción:—Tío, pasado mañana regresaré al Jardín Esmeralda."Yadira está embarazada... No sé qué pasará cuando vuelva esta vez."—¿No estás contenta con eso? —Diego detectó la tristeza en las palabras de Marina mientras sacudía la ceniza de su cigarro. —¿No estás contenta? ¿Verdad? ¿Quieres acaso que tu tío te consienta un poco?El tono de Diego era increíblemente suave. El corazón de Marina latió con fuerza, y, frunciendo un poco el ceño, expl
El día que Camilo regresó, Marina también volvió a Jardín Esmeralda. En la sala, todos estaban presentes. Yadira, sentada en su silla de ruedas, mostraba una leve inquietud, mientras que Noemí tenía el rostro pálido, reflejando su fuerte malestar. Yadira, por su parte, no sabía qué rumbo tomarían las cosas a partir de ese momento. Marianela tomó su vaso y bebió un sorbo de agua con calma. Macarena parecía en ese instante querer decir algo, pero un fulminante vistazo de Marianela la silenció de inmediato. Camilo, por otro lado, se frotaba incómodo las sienes, realmente sorprendido por el embarazo de Yadira:—Abuela.—¿Y qué piensas hacer al respecto? —preguntó Noemí con serenidad, mirando directamente a Camilo—. Esta vez tú decides. No interferiré en lo que decidas. Al fin y al cabo, no podré controlarlos por mucho más tiempo.Yadira, con el rostro pálido y los ojos enrojecidos, miraba de reojo a Camilo sin decir una sola palabra, mordiéndose los labios. Mientras tanto, Marina, en su
Noemi, sin conocer el verdadero motivo de la visita de Diego, dijo directamente:—Están hablando sobre las acciones que le voy a dar a mi nuera.El tema llegó a un punto crucial en que los presentes entendieron que no era apropiado seguir preguntando sobre asuntos ajenos. Sin embargo, Diego había venido hoy precisamente para ayudar a Marina, así que, naturalmente, iba a seguir indagando al respecto.Desde aquella vez en que Tomás salvó a Marina, Diego no solo había querido deshacerse de Tomás, sino también darle una severa lección a Camilo. Pero en ese preciso momento había considerado los sentimientos de Marina hacia Camilo y decidió no vengarse de él.Diego giró instintivo la cabeza hacia Marina, con una sonrisa llena de ternura en los labios:—Nina, tu tío está aquí, ¿cómo es que ni siquiera me saludas?Sus palabras llenas de afecto dejaron a Noemi y a los demás realmente sorprendidos, quienes miraron a Marina con asombro.Marina se quedó en ese momento rígida. "¿Qué estaba Diego pl
—Maca, pídele disculpas ya. —Ordenó Noemí con furia. Macarena, a pesar de la mirada fulminante de Noemí, no parecía estar del todo convencida. Marianela, conociendo bien a su hija, le apretó con fuerza la mano, advirtiéndole: —Pídele disculpas en este momento al señor Diego. —No tiene que pedirme disculpas a mí. Que se disculpe con Nina —dijo Diego de pronto, suavizando un poco su actitud sombría y hablando con indiferencia. —Mi nieta a veces no sabe comportarse... Le pido a usted, señor Diego, que la perdone —dijo Noemí con una sonrisa amarga.En ese momento, en el despacho de la planta alta, Camilo le advirtió severamente a Marina: —Marina, Diego es un hombre bastante peligroso. Deberías mantenerte alejada de él, no es tan fácil de tratar como parece a simple vista. Marina lo miraba con una expresión sombría mientras respondía con desprecio: —Eso es asunto mío, no te preocupes por eso, señor Camilo. ¿El contrato de seis meses que firmamos ya puede considerarse nulo?
—Perdón, no estaba molesto contigo. Le pedí a Quiles que contactara a Rosario, esa compositora... ¿no querías que ella te escribiera canciones para tu álbum?Yadira, con los ojos aún llenos de lágrimas, parecía estar muy vulnerable:—¿De verdad?Ella solo había mencionado el tema en una ocasión, jamás imaginó que Camilo le hubiera dado seguimiento.Camilo, con una leve sonrisa de resignación, tomó de inmediato un pañuelo y le secó las lágrimas:—Es cierto.Rosario era una compositora muy misteriosa; hasta el momento nadie la había visto en persona, pero cada canción que escribía se convertía al instante en un éxito rotundo.El regreso de Yadira al país tenía como propósito principal ganar el reconocimiento del público. Si lograba obtener una canción de Rosario, su objetivo estaría mucho más cerca.Desde el asiento del copiloto, Quiles escuchaba con claridad la conversación en la parte trasera. Se volteó y dijo:—Señor Camilo, Rosario me respondió anoche. Dijo que por el momento no desea
En el restaurante.Marina comía en un silencio abismal, concentrada en su plato. Diego, con una sonrisa, tomó un pedazo de tofu y se lo ofreció a Marina:—¿Sigues enojada? ¿Verdad? Te gusta el tofu, toma, este es para ti.—Si quiero comer tofu, yo misma lo puedo agarrar. —Marina alzó instintiva la vista, dándole una mirada rápida a Diego, con sus labios rojos que parecían irresistiblemente sensuales.Los ojos de Diego se oscurecieron ligeramente:—Quiero que comas el tofu que yo te doy.Apenas Diego terminó de hablar, los estudiantes de la mesa vecina no pudieron contenerse y se rieron en voz baja. Marina, que ya tenía las mejillas sonrojadas, se puso aún más roja.—Come tranquilo y no digas tantas tonterías. —Marina le advirtió en voz baja.—No he dicho nada fuera de lugar. —Diego tomó otro pequeño pedazo de tofu y se lo acercó de nuevo a Marina—. Te doy mi...Antes de que pudiera terminar, Marina apresurada le metió un trozo de carne en la boca:—Cállate.Diego, entre risas, se comió