Los ojos de Victor reflejaban una clara frustración en ese momento.Cuando vio salir a Yolanda, se acercó de inmediato y trató de decirle algo:—Yolanda, yo...No pudo terminar la frase cuando ella lo miró con una expresión sombría.Ese día llevaba un vestido blanco, sencillo pero elegante, con el cabello suelto cayendo sobre sus delicados hombros. Su rostro, puro e inocente, mostraba una pizca de terquedad.—Marina, vámonos —dijo, sin pensarlo dos veces.Victor apretó con fuerza los labios, sintiendo cómo la frustración y la molestia lo invadían.Esta vez, Yolanda estaba realmente molesta, y él sabía que calmarla no iba a ser nada fácil.Siempre se había considerado un hombre seguro de sí mismo, pero en ese instante empezó a dudar de todo, de sus decisiones, de sus pensamientos.Marina le echó una mirada fugaz mientras tomaba la mano de Yolanda.—Claro, vámonos. ¿Tienes hambre? ¿Te gustaría que fuéramos a comer algo?Ambas pasaron de largo, dejándolo ahí parado como estatua, viendo có
Leticia dejó el tazón sobre la mesa y suspiró con suavidad. Después de pensarlo un momento, dijo:—Luna, sobre Marina… sé algunas cosas al respecto, pero tal vez no todo lo que sé sea 100% cierto.Luna la miró con curiosidad y le dijo:—Cuéntame, quiero saber todo.Leticia vaciló un instante, como si estuviera escogiendo con cuidado cada palabra, y al final dijo:—Cuando Marina era pequeña, su mamá la dejó en un orfanato. Después, se casó con alguien de la familia Vásquez, que en ese entonces tenía algo de dinero. Así que la sacó del orfanato y la llevó a vivir con ellos.Luna sorprendida, no podía creer lo que escuchaba.—¿Cómo una madre puede hacerle eso a su hija? ¿Dejarla en un orfanato?Leticia bajó la mirada por un segundo. Sabía que empezar con algo tan duro ayudaría a que lo siguiente sonara más razonable.—Tal vez lo hizo por necesidad, no lo sé. Después, cuando formó una nueva familia, decidió recuperarla.Luna lo negó, visiblemente molesta.—Aunque haya sido por necesidad,
—¿Qué haces aquí? —preguntó ella, sorprendida.Diego sonrió con calma mientras se sentaba junto a ella.—Me enteré de que estaban aquí y pensé en pasar a saludarlas.Marina lo miró con una cierta mezcla de desconfianza y curiosidad, entrecerrando los ojos.—¿No me digas que me pusiste un rastreador?Diego soltó una pequeña risita.—Para nada. Simplemente pasé por casualidad y las vi.Yolanda, sin levantar mucho la vista de su plato, murmuró con sarcasmo:—¿Casualidad? Sí, claro cómo no… qué conveniente.Marina suspiró para evitar discutir y, con una sonrisa lo invitó a quedarse:—¿Ya cenaste?Diego lo negó, algo divertido.—No, pero me quedaré a cenar con ustedes.Sin esperar mucho, llamó al mesero y, con toda naturalidad, le dijo:—¿Podría cambiar estos platos por algo más ligero? Gracias.Marina se quedó inmóvil por un momento, claramente procesando lo que acababa de suceder. Su humor se vino abajo al instante. Amaba demasiado la comida picante y estaba disfrutándola como nunca. Ahor
Las luces de neón del bar parpadeaban tenuemente, iluminando con grandes destellos la calle oscura. Un auto negro permanecía estacionado a un lado, oculto entre las sombras.Dentro del vehículo, Victor observaba atento en silencio. Su rostro serio y atractivo se reflejaba en el vidrio de la ventana, mostrando una distante expresión. Revisó la hora en su reloj, dejó escapar un ligero suspiro y, tras unos segundos de reflexión, decidió salir del auto y entrar al bar.En el interior, Yolanda disfrutaba de unos deliciosos bocadillos mientras mataba el tiempo. Su vestido blanco sencillo resaltaba su frescura y dulzura, atrayendo las miradas curiosas de algunos hombres. Sin embargo, ninguno se atrevía a acercarse debido al fornido guardaespaldas que la acompañaba.Consciente de que Victor la seguía, había elegido este bar de forma deliberada, como un desafío, para disfrutar la noche.A su lado, un joven alto, de mirada tímida y aire inocente, se esforzaba en pelar semillas, colocándolas met
Yolanda levantó la mirada y se encontró justo con Victor. Su sonrisa dulce no desapareció.—Victor, te presento a mi nuevo novio, Marco.Se acercó más a Marco, dejando claro el mensaje. Marco, entendiendo al instante el juego y, saludó con cortesía:—Hola, soy el novio de Yolanda.Victor sintió una feroz punzada de molestia. Su mirada, cargada de incomodidad, se paseó despectiva por Marco antes de volver a Yolanda.—Yolanda, tenemos que hablar. Salgamos un momento.El pequeño espectáculo ya había captado la atención de algunos curiosos en el bar. Yolanda, con la misma sonrisa despreocupada, se puso de inmediato de pie.—Marco, ven conmigo.Marco, dispuesto a seguirle la corriente, se levantó. Yolanda lo tomó del brazo, reforzando la apariencia de intimidad.Victor miró los dedos de Yolanda aferrados al brazo de Marco, sintiendo que la rabia se acumulaba aún más, pero logró contenerse y lideró el camino hacia la salida.Una vez afuera, la noche envolvía por completo todo con su calma, c
Después de colgar, Marina dejó caer preocupada la cabeza, visiblemente absorta en sus pensamientos. Llevaba un conjunto blanco sencillo, con el cabello suelto cayendo delicado sobre sus hombros, y su expresión reflejaba cierto desconcierto.Diego, al notarla tan ensimismada, le acarició la cabeza con suavidad.—¿Qué pasa? —preguntó en un tono bajo y calmado.Marina alzó pensativa la vista, con la mirada cargada de un mar de emociones.Extendió temblorosa la mano hacia él, y Diego no dudó en rodearla con sus brazos, atrayéndola hacia su pecho.—Dime, ¿qué pasó? —susurró, inclinándose cariñoso ligeramente hacia ella.Marina sorprendida cerró los ojos por un instante antes de responder, apoyándose en él con una sonrisa amarga.—Eduardo quiere una muestra de mi cabello para hacerme una prueba de ADN.Diego levantó una ceja, atónito. —Dice que me parezco mucho a una pariente de Luna y quiere comprobar si soy su hija. Y sí, parte de mí tiene algo de esperanza, porque, bueno, ¿a quién no le
—¡Mamá, buenos días! —exclamó alegre Yulia, con la boca llena de pan.—Buenos días, Yulia —respondió Marina, sonriendo con ternura mientras tomaba asiento.Después del desayuno, Diego llevaría a Yulia al jardín de infantes y luego pasaría un momento al Grupo Cabello para entregar la muestra de cabello. Marina, por su parte, tenía que apresurarse para llegar a tiempo a la oficina.Diego subió en ese momento a cambiarse y luego fue al tocador a recoger la bolsa con el cabello.Al abrirla, notó que había más cabello del que recordaba.Pensó que tal vez Marina había añadido más en la mañana, sin decirle nada. Soltó una ligera sonrisa al imaginársela haciéndolo.Cuando bajó con la bolsa en la mano, vio a Marina y a Yulia esperando pacientes junto a la puerta. Se acercó y, con voz tranquila, les dijo:—Déjame llevar a Yulia. Anda, apúrate al trabajo, pero no te esfuerces demasiado.Aprovechando que Yulia no lo veía, Diego le dio un beso suave en la frente a Marina.Ella le devolvió una sonri
Leticia se quedó atónita mirando el mensaje en su celular, sujetándolo tan fuerte que sus dedos empezaron a ponerse blancos. Su mente era un completo caos, llena de pensamientos que la asaltaban sin descanso. Necesitaba confirmar si ese mensaje era real.Dejó el comedor y subió apresurada al dormitorio. Mientras mordía su labio inferior, escribió un mensaje breve pero directo:[¿Qué es exactamente lo que según tú estoy ocultando?]La respuesta llegó en solo cuestión de segundos:[Que Marina es la hija perdida de la familia Cabello. ¿Qué otra cosa podría ser?]El corazón de Leticia se aceleró de inmediato. Sentía que apenas podía respirar mientras leía una y otra vez las palabras en la pantalla. Si la familia Cabello llegaba a enterarse, todo lo que había conseguido se desmoronaría simplemente como un castillo de naipes.Intentando mantener la calma, Leticia respiró profundo. No podía permitirse perder el control en ese momento.Con dedos temblorosos, marcó el número del remitente.La l