Capítulo 6

—Seguramente debes tener problemas de olfato, es un olor difícil de olvidar, creo que hasta reconocible, pero no recuerdo de dónde —dice otro chico. 

—Lo lamento, ya saben cómo soy. —Se encoge de hombros. 

—Hoy la facultad tendrá una fiesta, ¿vendrás? —pregunta la chica que lo había besado. 

—Solo si ti vas —coquetea él. 

No sé porque eso me ha hecho sentir mal, muy enojada, tanto que comencé a botar humo por nariz, decidí respirar y calmarme, lo último que quiero es llamar la atención y además arruinarle el sueño a Ross por haber trabajado tanto en este taller. 

—Perfecto, entonces vámonos. —Toma su mano y lo hala, pero él no se deja. 

—Luego los alcanzo, debo terminar unos asuntos. 

—¿Necesitas ayuda? —ofrece la chica de forma muy sensual. 

—No ese tipo de ayuda Chloe, gracias. —La aparta. 

—Bueno bro, nos vemos en la fiesta. —Se despiden sus amigos convirtiéndose en lobos y yéndose. 

—¿Estás seguro? —insiste la Chloe. 

—Muy seguro. 

La chica besa sus labios y él los recibe, luego se separan y ella se va con otra chica más, salen corriendo mientras se transforma en lobo. 

Ross suspira y se voltea hacia a mí, yo me alejo para disimular y hacerle creer que no lo estaba espiando. Finjo que seguía mirando su esculturas y tan bien lo fingí que resultó ser cierto. La puerta se abre y él entra. 

—Eres la única que he dejado que entre aquí porque nunca me juzgaste —confiesa él. 

—¿Quién soy yo para hacerlo? —respondí viendo una escultura ocultada con una sábana. 

—Ese no está terminado y me daría mucha vergüenza de que lo veas sin terminar, así que te pediría que por favor no lo abras hasta que lo termine, prometo que serás la primera en verlo —me detiene y lo mire con una sonrisa. 

—Y yo prometo no verlo hasta que lo termines —le aseguré y me sonrío. 

—Gracias… estrellita, tengo que salir, así que estarás sola hasta que vuelvas, pero si necesitas algo, lo traeré enseguida, ¿quieres comer? —Se ve muy interesado en atenderme o tal vez este confundiendo si amabilidad. 

—¿A dónde vas? —finjo no saberlo. 

—Saldré con mis amigos, a una fiesta de la facultad, te invitaría, pero la idea es que te mantengas oculta. 

Me giro para verlo y él se acerca a mí. 

—Nadie va a notarme. —Me aseguro creyendo que exagera. 

—¿Cómo no? Siguieron tu olor hasta aquí —rueda sus ojos mientras ríe. 

—Me bañaría en sangre de gato para quitarme el olor —Esa solución la conocía de internet. 

—No solo tendrías un mal recibimientos, si no que también eso podría matarte porque eres alérgica a los gatos —sigue contradiciéndome y eso me frustra. 

—Para eso tengo las pastillas que me compraste. 

—No te recordaba tan terca —niega riendo mientras lleva un mechón de mi cabello detrás mi oreja. 

—No creí que me notarás, ya que siempre me viste como la mejor amiga de tu prima —pensé en voz alta y me retracto de hacerlo, ya que no me dice nada. 

Se ha quedado callado y eso me ha hecho sentir más insegura de mi misma. 

—No irás conmigo. —Cambia su humor de enviando. 

—No puedes encerrarme aquí hasta que decida regresar a Escocia —proteste. 

—No pienso perderte de nuevo —dijo molesto y estuve atónita—, préstame tu celular. 

—¿Para? —pregunté mientras lo sacaba de mi bolsillo. 

—Anotaré mi número en tal caso que necesites algo. —Me lo arrebata—. Tiene contraseña, ¿cuál es? —pide. 

—Yo puedo ponértela —Le quite el teléfono y puse la contraseña, me daba vergüenza decirle que era su fecha de cumpleaños. 

—Muy bien, no importa lo que yo esté haciendo, me escribes y aquí estaré enseguida estrellita, ¿de acuerdo? 

Asentí a la misma vez que le regresaba el teléfono para que anotara mi número. 

—No necesitas interrumpir tu vida para cuidarme, si necesitaré algo, Meghan puede venir a traérmelo o acompañarme. 

—Es que esas fiestas no son importantes. 

—¿Entonces por qué aceptas ir a ellas? 

—Yo… le diré a Meghan que te traiga la cena. —Me regresa mi celular. 

—¿Estás bien? —Lo vi algo desanimado. 

—Si, claro. 

Se da la vuelta y se va, dejándome sola en el taller. 

¿Y ahora que podía hacer? No podía pasar toda mi estadía encerrada en el taller de mi crush, algo se me debe ocurrir. Aún no anochecía, pero tenía mucho cansancio, para mí suerte, Ross tiene una camilla en el taller, lo que me hace pensar que se queda a trabajar hasta muy tarde. 

Me acosté en aquella camilla impregnando su aroma fuertemente a mi nariz, hasta si pelaje huele bien, como cachorro sacado de peluquería, era increíble. Cerré mis ojos y me dormí para descansar un rato. 

Flashback. 

Desperté gracias a los gritos de mamá y papá, siempre discutían y para una nena de siete años como yo le era difícil entender sus discusiones o su manera extra de amarse. 

Está vez no era la típica discusión dónde papá es muy descuidado en cosas de la casa, como alfa era perfecto, pero como humano esposo y padre de familia, le faltaba por aprender. 

Era primera vez que escuchaba a mamá llorar en la discusión y eso me preocupó, así que después de arreglarme para el día, baje a asegurarme de que ambos estuvieran bien, siempre dejaban de discutir cuando me veían cerca, aunque era inútil porque ya los había escuchado, más no sabía o tenía claro lo que decían, no les prestaba mucha atención. 

Cuando baje, los vi en la cocina, ya había dejado la discusión y papá la abrazaba, mamá lloraba desconsoladamente en sus brazos. 

—No permitas que se la lleven Mack —sollozaba mi madre en sus brazos. 

—Si no lo hago, habrá una guerra entre manadas Nina. 

—¡Es nuestra hija! —Lo empuja. 

—Lo sé, esto también me duele, pero le prometí a tu padre proteger nuestra manada pase lo que pase. —Él intenta acercarse a ella. 

—Debe haber otra solución. 

—Hacerla pasar por muerta y enviarla con mi padre. 

—No quiero que pase su vida sin nosotros Mack. 

—Nina, prefiero matarla yo a qué la mate otro, así son las reglas.

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