Capítulo 4

—No —dijo autoritario.

—¿Y por qué no? —Me cruzo de brazos algo molesto.

—No voy a permitir que hables con extraños —imitando mi pose.

—No seas molesto Ross, hace rato hasta dijiste que lo podrías llevar a casa por ser amigo de Star y ahora te resulta un extraño, eso no tiene sentido —me defiende Meghan.

—Y que ni se le ocurre hacerte daño, no le conviene —amenaza— y tu tampoco a él, hay chicos mejores.

— ¿Quién lo aconseja? ¿Él mujeriego que llevas dentro? —dijo Meghan.

—¡Jódete Meghan! —Rompe el papelito frente a nuestras narices y deja caer los pedazos en el suelo—. Vayamos a casa.

Cierra el maletero y se dirige a la puerta del piloto.

— ¿Qué le sucede? —le preguntó a mi amiga.

—No lo sé, siempre se ha comportado extraño, no me sorprende la verdad. —No le da importancia y camina hacia la puerta del copiloto.

Yo también camino hacia la puerta trasera del copiloto y la abro, pero antes de subirme, algo me distrae, el movimiento de Ross quitándose la camisa y dejando ver aquellos trazos bien marcados en su piel.

—Cuidado se te cae la baba —bromea Meghan y yo reacciono.

—Nada que ver. —Me pongo nerviosa.

—Al menos disimula —sigue jodiendo y le hago un mal gesto— recuerda quitarte la camisa —me dice antes de subirse al auto.

Ross también se sube y enciende el auto, yo con rapidez me quito la camisa y subo al auto también.

—¿Ya estamos lis…? ¡Ay santo cielo! —Ross voltea a verme y queda perplejo.

Yo me miró para saber que tenía algo de malo, pero no logro entender que es. No puede ser porque este en sostén, es como si estuviera en traje de baño, ¿no?

—¿Qué sucede? —Meghan voltea a ver a dónde veía Ross y sus miradas hacia a mí me incomodan.

—Tapate, ¿Quieres? —dice algo serio haciéndome sentir insegura o rechazada.

¿Saben? Esto es lo normal, pero muy en el fondo creí que cuando fuera grande todo iba a cambiar y que él ya no me vería como una niña. Pero tampoco puedo culparlo, jamás me vería con deseo si siempre me vio como una hermana, es por eso que siento rechazo y no placer por haberme visto de esta manera.

— ¿Y qué tiene? Ni que estuviera desnuda —Meghan le pone los ojos en blanco y mira al frente— estás demasiado sobreprotector Ross, solo estamos nosotros nadie va a verla.

—De acuerdo. —Lo acepta y se acomoda en su asiento.

Yo con cierto cuidado me pongo la camisa sobre mí para que me tape y veo que Ross me lo agradece con la mirada por el retrovisor.

Se veía bastante aliviado y eso me gusta, él pone el auto en marcha y nos vamos.

No lo recordaba tan pelirrojo y sus ojos se han puestos en un tono azul más claro, él había cambiado y no solo esencialmente, ¿Ahora es un mujeriego? No puedo creerlo, ¿y eso en que momento paso? Tuvo que haber pasado algo muy duro para él como para convertirse en lo que es hoy en día.

Agradezco y lamento no haber estado para él, pues si hubiera estado, me hubiera dolido, pero a su vez sé que querría tener a alguien que lo apoyara y lo entendiera.

Además de su cuerpo de gimnasio, tenía un tatuaje en el hombro, era la imagen de un lobo, supongo que era él mismo, pues al cumplir los dieciocho cada uno debe tatuarse su propia imagen en alguna parte de nuestro cuerpo, una vez haciéndole honor. a nuestro origen.

No faltaba mucho como para que Meghan y yo nos íbamos al club de los tatuados, pronto cumpliríamos los dieciocho.

Como Ross había dicho, pasó por una farmacia y se bajó a comprarme medicamentos para la alergia, este entro sin camisa y podía jurar que nada más por eso le dejarían las cosas gratis. Él fue tan rápido ni le saque conversación a Meghan, solo nos quedamos callada escuchada la música que sonaba en el auto.

En lo que Ross regresó con los medicamentos y otras cosas que pidió Meghan, no fuimos. Él me había pasado unas pastillas y una botella de agua para que así pudiera tomarmela y calmar mi alergia.

Se veía tan adorable su lado sobreprotector y preocupado por mí, al menos en esa parte, sigue siendo el mismo.

—¿Quieres que te lleve a dónde tu papá primero o hacemos parada a la casa de Meghan? —me pregunta Ross mirándome por el retrovisor.

—Ehm… bueno —me pongo nervioso— papá no sabe que vine. —Ross freno de golpe.

—¿Le ocultaste al alfa que vendrías? —Me mira sin poder creerlo.

—Quería que fuera sorpresa —mi voz disminuye y muestro timidez.

Lo sé, no paresco la típica loba ruda que todos están acostumbrados a ver en este tipo de historias.

—Estoy muerto. —Cubre su rostro.

—Exageras —dice Meghan.

—Soy el omega Meghan, mi deber es seguir sus órdenes y avisar cualquier cosa que él no sepa —le recuerda.

—Prometo no meterte en problemas —me adelanto y él me mira.

—Tu ni siquiera deberías estar aquí, la verdad es que me sorprendí que vinieras, ya que alfa dijo que no volverías jamás —dijo Ross y eso me hizo sentir mal.

—Solo está de paso, así que podríamos mantenerla oculta hasta que se vaya —propone Meghan y Ross no está acuerdo— ¡Por fis! —coloca sus ojos suplicante de cachorro.

Ross me ve y Meghan me hace una seña para que ponga a hacer lo mismo que ella. Yo junto mis manos dejando caer la camisa que sujetaba para taparme, hago un puchero y con voz dulce digo;

—Por favor.

Él parece no resistirse a nuestro puchero, así que se rinde soltando un suspiro.

—Alfa me arrancará el pelaje si se llega a enterar, pero de acuerdo. —Vuelve su vista al volante y nuevamente coloca el auto en marcha.

—Gracias Ross —dije con delicadeza.

—Tu padre viene mucho a casa, tendré que esconderte en mi taller —Suspira él.

Agacho mi mirada, creo que voy a sentir algo de culpa si se mete en problemas.

—No es necesario —respondo.

—Soy el adulto aquí, me haré responsable, no quisiera que las regañasen —dijo sin más.

Él solo tenía veinte y yo diecisiete, estaba siendo un poco dramático, yo puedo hacerme responsable de mí, pronto será una adulta también.

Llegamos a la casa de los Zanetti, pero a la casa de Meghan, Ross vivía un poco más alejado con su padre. Nos bajamos del vehículo y me ocultaron en el garaje donde Ross tenía su moto, o eso era lo que me estaba explicando.

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