Le di un consejo sincero:—Si esperas que tu hijo no sea ilegítimo, entonces ve a buscar a Marc y dile que se divorcie de mí de inmediato, ¿entendido? No armes un escándalo aquí, si sufres un aborto en mi oficina, perderías una ficha más para ser su esposa.Dicho esto, le dije a su asistenta:—Acompaña a tu jefa se vaya de aquí.Ania se enojó tanto que casi saltó de ira, pero suponía que estaba de acuerdo con lo que le había dicho, por lo que solo se fue sin decir más.Y, en realidad, la dirección que le di también sirvió de maravilla. ¿Por qué lo sabía? Porque, por la tarde, recibí la llamada de Marc:—¿Qué fue lo que le dijiste que la alteró tanto? —me preguntó apenas contesté.Detuve mi trabajo, y le respondí:—No le dije nada. Vino a pedirme que me divorcie de ti, por lo que le pedí que te buscara para lograrlo.Su tono se volvió más sombrío:—¿No le dijiste que se fuera al demonio?Me quedé sin palabras… ¿Por qué incluso por eso podría echarme la culpa? No me sorprendió que Ania a
Cuando terminó la terapia y la acompañé a su casa, ya era de noche cerrada. Preocupada por si no pudiera cuidarse bien esos días, me quedé a dormir en su casa.Al día siguiente, durante el desayuno, ella me lanzaba unas miradas bien raras.Le pregunté confundida:—¿Qué pasa?—Oye, es que...Ella titubeó un poco, luego me dijo: —Aquella noche que Marc fue drogado… Tu celular se apagó de repente y después ya no tuve oportunidad de preguntarte sobre eso…No entendía a qué se refería, así que le pregunté:—¿Qué quieres preguntarme? Ella sonrió con maliciosa y se me acercó: —¿Aquel día tuvieron relación o no? Con esa droga, ¿fue muy energético y duradero?Me atoré con el caldo al oír eso. Aunque ya estaba acostumbrada a su estilo de hablar, siempre lograba dejarme sin saber qué responder... Tosí varias veces fingiendo calma: —No, no pasó nada.Ella me entregó unas servilletas y me miró con recelo: —¿De verdad que no?—Claro que no, si apenas voy en el tercer mes de embarazo, ¿cómo voy
Me sorprendí mucho:—¿Por qué se ha enterado todo el mundo de esto?Esto debería ser algo que solo unos pocos supieran.—¿Quién sabe? —dijo Olaia mientras se sentaba con las piernas cruzadas —: Hay un montón de gente que tiene quejas sobre las amantes. Probablemente se le escapó el chisme y por eso se corrió la voz. No te metas en eso.No soy una santa para aguantar a todos. Ya que ella y Marc me habían traicionado, ambos se merecían lo que les pasara.Sin embargo, Marc en realidad no tenía un carácter muy amable. Si quería defender a Ania, me preocupaba que pudiera arrastrar también a Olaia. Después de todo, como una muchacha sola, la supervivencia en la capital ya le había costado mucho esfuerzo. No podría soportar la presión de Marc.Olaia se tocó un poco la nariz y murmuró con un dejo de culpa:—Ya lo sé…Lo dijo tan rápido que apenas pude entenderla…Después de comer, la vi tomar sus medicinas y luego acurrucarse en el sillón a jugar videojuegos. Yo me puse a trabajar en los bocet
Olaia aguantó mucho, pero ya no pudo más. Me arrebató el celular de las manos con toda la furia, a pesar de estar enferma. Luego empezó a interrogar a Ania con una serie de palabras:—¡Ania Romero! ¿Por qué no te miras un poco en el espejo? ¡Tienes la palabra "amante" marcada en tu rostro! Y tú, Marc Romero, ¿qué clase de loco eres?Al escuchar eso, mi corazón dio un vuelco. Antes de que siguiera, colgué el teléfono de un jalón.Olaia aún no terminaba de maldecir, bien enojada: —¿Por qué colgaste? ¡Voy a dejar a esos perros muertos en vida!—Tranquila, tranquila.Yo, que me sentía tan frustrada, también me calmé un poco. Le serví un vaso con agua caliente a Olaia. —En realidad, que Marc le haga caso, tampoco está tan mal. Después del divorcio, todos estarán más aliviados —le dije a Olaia.En la situación actual, el divorcio sería la mejor opción para ambos.—¿Estás de acuerdo con eso?Olaia se tomó un gran trago de agua, pero entre más lo hacía, más se enojaba:—Apoyo tu divorcio, pe
—¡Deja de causar escándalos! —exclamó Olaia.—¿Qué?Izan finalmente abrió los ojos, sorprendido:—¿Delia? ¿Por qué estás aquí? Pues…Luego, avergonzado, se rascó un poco la cabeza:—¿Tú también has venido…?—Sí, también vine a darle un beso a Olaia —bromeé señalando el zapatero—. Ponte cómodo.Por su reacción, era obvio que no era la primera vez que venía. No necesitaba que le trajera las pantuflas.Volví la cabeza y le lancé una mirada interrogante a Olaia, y ella se encogió un poco los hombros:—Pues no es lo que estás pensando. Sigo soltera.—Delia, ¡espera mis buenas noticias!Izan ya se había recuperado de la vergüenza y cambió a una actitud animada mientras se ponía las pantuflas.Olaia puso los ojos en blanco:—¿Por qué has venido?—Me dijiste que estabas enferma y vine a visitarte.—¿Con las manos vacías?—Es que en cuanto me lo dijiste, me puse tan preocupado que ni siquiera recordé a prepararte algo. Espera, voy a hacer un pedido ahora mismo para llevar a casa.Entendiendo la
Me quedé un poco perpleja. —Tal vez —le respondí.Ya éramos adultos y en este momento crucial del divorcio, ambas partes debían tener muy claras las acciones y palabras de la otra. Pero lo que yo buscaba no era responder con recompensa después de los daños. Eso sería algo totalmente aburrido. Si una pareja no puede estar en sintonía, lo mejor sería que cada quien siguiera su propio camino.Hoy la reunión no era para beber, sino para jugar a las cartas.Justo cuando llegaba a la puerta del reservado, sentí ganas de ir al baño, así que le dije a Olaia y luego me dirigí hacia los lavabos.Después de resolver mi necesidad fisiológica, al doblar la esquina a la salida del baño, me encontré cara a cara con Enzo. Él también me vio justo en ese momento. Levantando una ceja, me sonrió: —Vi la lista de participantes que el Grupo Romero nos presentó, y ahí estás tu nombre. Espero con ansias el día en que trabajemos juntos.Me sentí un poco tímida y le respondí con una sonrisa: —Solo tengo la o
Otra vez así…Cuando no podía convencerme, me tapó la boca con un beso. El hombre me tomó de la barbilla, besándome con fuerza y prisa. Con sus manos en mi cintura, acariciándome suavemente, me hizo estremecerme. Sabía que si dejaba que siguiera así, cuando saliéramos por esa puerta, no iba a tener ni un aspecto extraño...Sin embargo, no podía hacer nada al respecto. En este aspecto, él había sido dominante y fuerte. La diferencia de fuerza entre los hombres y las mujeres es abismal.Como no pude resistirme, sabía que él era siempre hombre de suavidad, así que alcé la cabeza y le supliqué con voz baja: —Marc, no hagas esto, o cuando salgamos la gente me va a ver mal...—¿A quién más quieres ver? ¿A Enzo? —me interrogó entre besos, con su voz grave y sensual.En este momento, no podía enfrentarlo directamente, solo podía aceptar sus besos a regañadientes y aprovechar para explicar: —Yo, yo realmente no tengo nada con él... solo por el concurso de diseño de MS...—Entonces, ¿lo est
Resultó que no era una ilusión mía, tampoco lo había malentendido, porque mi esposo también me había considerado la persona en esta relación que no debería ser vista públicamente. Mientras me interrogaba sobre la relación que tenía con Enzo, me hacía esconderme detrás de la puerta para que su amante no me viera…¡Qué ridículo!—No es como lo estás pensando —intentó explicarme, sujetando mis hombros.Instintivamente me eché para atrás, viéndolo aturdida. Aunque no quería llorar, las lágrimas ya se me habían escapado.—¡No me toques! —exclamé.«No me toques…»Mi mente se había nublado por completo, dejando solo ese pensamiento en el cerebro.—Delia, no me malentiendas. Solo no espero que…¡Pum, pum, pum!Los esperados golpes interrumpieron sus palabras.Ania debía haber estado armando escándalos en cada habitación, decidida a encontrarnos. De lo contrario, no hubiera tardado tanto en llegar aquí.—Vuelve a casa y espérame. Te daré una explicación.Antes de salir por la puerta, él me dej