Capítulo 67
—Rodrigo, llévala de regreso a casa —soltó el hombre esas palabras frías y cerró la puerta del auto sin más.

Rodrigo subió de inmediato al coche.

—Señora, le ofrezco mis más sinceras disculpas… —se disculpó conmigo…

La puerta se cerró con un clic. Solo pude ver impotente cómo Marc se alejaba y abordaba el vehículo de su guardaespaldas.

Los dos autos arrancaron casi al mismo tiempo, pero se dirigían en direcciones completamente opuestas. Era como si Marc y yo jamás hubiéramos podido caminar juntos.

Me sentí desinflada, sin fuerzas, hundiéndome con desgano en el asiento, con la mente hecha un lío.

¿Para qué? ¿Por qué no los dejara que hicieran todo lo que quisieran? ¿Acaso no era lo más fácil y lo mejor para mí?

«Marc, ¿qué es lo que realmente quieres?», no pude evitar pensar.

Mientras conducía, Rodrigo observaba mi semblante a través del espejo retrovisor, y me preguntó con cautela:

—Señora, en realidad no necesita pelearse así con el jefe. Después de todo, usted es su esposa legítima
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