Resultó que no era una ilusión mía, tampoco lo había malentendido, porque mi esposo también me había considerado la persona en esta relación que no debería ser vista públicamente. Mientras me interrogaba sobre la relación que tenía con Enzo, me hacía esconderme detrás de la puerta para que su amante no me viera…¡Qué ridículo!—No es como lo estás pensando —intentó explicarme, sujetando mis hombros.Instintivamente me eché para atrás, viéndolo aturdida. Aunque no quería llorar, las lágrimas ya se me habían escapado.—¡No me toques! —exclamé.«No me toques…»Mi mente se había nublado por completo, dejando solo ese pensamiento en el cerebro.—Delia, no me malentiendas. Solo no espero que…¡Pum, pum, pum!Los esperados golpes interrumpieron sus palabras.Ania debía haber estado armando escándalos en cada habitación, decidida a encontrarnos. De lo contrario, no hubiera tardado tanto en llegar aquí.—Vuelve a casa y espérame. Te daré una explicación.Antes de salir por la puerta, él me dej
[Incluso quiero que vivas conmigo para siempre. Pero me enteré de que acabas de salir con Marc. ¿Qué onda? ¿Te volvió a molestar?]Me envió un mensaje, seguido de un emoji enojado.Antes de que pudiera responder, me marcó por videollamada. Le colgué de inmediato y le contesté con otro mensaje:[Estoy bien, estoy en el auto. Te lo contaré todo cuando regreses.]Durante el trayecto, Enzo notó que estaba depre y me dejó en silencio, sin tratar de sacarme plática a propósito. Me dio el espacio que necesitaba para aclarar mi mente.Antes de bajarme, me quité el cinturón de seguridad mientras le decía:—Enzo, no le hagas caso a lo que dijo hoy.Él pisó suavemente el freno y me sonrió:—No te preocupes. Para ser honesto, estoy muy contento hoy.—¿Ah sí? —no lo entendí. Me miró con una sonrisa, bromista:—¿No te has dado cuenta de que hoy no me has dado las gracias?Apreté un poco los labios y dudé en hablar:—Pero hoy sí debería agradecerte...—No te lo digo para que me des las gracias —me i
Había adivinado que la persona que estaba hablando con Olaia era Izan, y ella aún estaba muy enojada por sus palabras:—Vaya, vaya, ¡está bien que Ania siga embarazada! ¡Y Delia debe ser un Iron Man que nada puede lastimarla! ¡Ella ha sufrido tanto pero ustedes aún siguen lastimándola!—Bueno, ¡espero que a Marc nunca se le ocurra arrepentirse en el futuro!—Cuando él tenga una familia llena de hijos ilegítimos, ¡tendré un buen espectáculo para contemplar!—¡Se merece todas las consecuencias malas por ser tan malvado! —Basta, ¡cállate! No voy a ayudarlos a convencer a Delia. Si ella quiere divorciarse de él, ¡hasta el último pelo de mi cabeza se me erizaría para apoyarla!…Al escuchar, respiré profundo y me apoyé en la pared. Me senté en el alféizar. Saqué el celular y le envié un mensaje a Nadia, quien me respondió de inmediato:[Jefa... ¿Te has enterado de todo eso...? Sí, ocurrió anteayer por la tarde... El padre del presidente vino a la oficina y envió personalmente a Ania a la o
Además, los costos de atención médica se han disparado mucho más allá de lo que pueden cubrir los hospitales públicos. Por lo tanto, no había demasiada gente esperando en la clínica en este momento.Mientras esperaba mi turno, sentí que algo más estaba saliendo de abajo. —Olaia, ¿puedes ir a comprarme unas toallas sanitarias?—¿Estás sangrando de nuevo? —se puso nerviosa y se levantó de un salto de la silla—: No te preocupes. Voy a comprar. Si necesitas algo más, llámame, ¿de acuerdo? Si no he vuelto cuando termines, quédate aquí esperándome, no vayas a ninguna parte.—Está bien —asentí débilmente.Antes de esto, me sentía casi igual que antes del embarazo, aparte de los vómitos. Ahora me di cuenta de que estaba tan agotada, sin energía extra en absoluto.—Número 36, Delia Lamberto, por favor, pase al consultorio 3.Me levanté del asiento junto a la entrada y entré, entregándole los resultados al médico. —Doctor, ¿podría ayudarme a revisar el informe? Hoy de repente empecé a sangrar.
Marc, que estaba jugueteando con su teléfono celular con la cabeza agachada y una expresión fría y distante, de pronto levantó la mirada y me miró.No tenía ningún lugar donde esconderme, así que tuve que salir de ahí haciéndome la desentendida, como si no los hubiera visto.Marc frunció el ceño y me preguntó con voz suave:—¿Por qué estás en el hospital?Esa voz era completamente diferente a la que usaba cuando se enfrentó a Ania. Si esto hubiera pasado antes, me habría deleitado con ese tono de preocupación en sus palabras, pero ahora solo queda sarcasmo para mí.Antes de que pudiera decir algo, Ania echó un vistazo a la información del médico en la puerta de la oficina y sonrió con malicia: —¿Cómo es que vienes a consultar con este tipo de especialista? ¿No me digas que te has contagiado de algún tipo de virus como el VPH? Esa es una infección que solo le da a las mujeres que no son nada recatadas —elevó deliberadamente la voz para burlarse de mí, atrayendo miradas de desaprobación
No muy lejos de ahí, se escuchó una voz que me resultaba familiar.Era mi suegro, con unos lentes de sol de colores brillantes y una camisa vistosa. Obviamente, acababa de regresar de algún viaje turístico tras sus aventuras amorosas. Era un típico mujeriego, un playboy despreocupado desde la juventud hasta la vejez. Aunque ya estaba mayor, seguía siendo igual.Cuando Ania lo vio, rompió a llorar a todo pulmón:—Papá... por fin has vuelto, casi me vuelvo loca por la angustia ….—¿Marc te ha estado molestando? —Carlos se quitó los lentes y miró a Marc—: Ya les he dicho mil veces que tienes que cuidar bien de ella. ¿Cómo es que ha acabado en el hospital apenas en los dos días que me he ido?No pude evitar sentirme irritada y quise aprovechar ese momento para irme. Pero de pronto, Carlos se dio cuenta de mi presencia y esbozó una sonrisa satisfecha:—¿Delia? ¿Tú también has venido?—Padre —lo saludé por cortesía, aunque en el fondo él no era un padre adecuado para Marc.El hombre asintió
Mi corazón dio un vuelco y no me atreví a mirarlo, temiendo que el médico soltara algo sin querer.Entonces todo se acabaría…Me adelanté a hablar:—Doctora, hoy no me acompañó, sino a otra mujer a la consulta de revisión de embarazo…La voz de Marc sonó grave y profunda:—No vine específicamente para acompañarla.—Pero sí viniste, ¿no es así?Realmente ya no quería entrar en detalles. Es como atrapar a los amantes en la cama, a nadie le importa la razón por la que su esposo está siéndole infiel, solo le importaría el hecho de que la ha traicionado. En cuanto a la causa, ya sea que haya sido un desliz por estar ebrio o algo parecido, ya no hay diferencia en realidad.El hecho es que él ya se ensució. Por más excusas elaboradas, la situación seguía siendo lamentable.Marc no supo qué decir, y con la mirada fija me preguntó: —Todavía no me has dicho, ¿qué viniste a hacer hoy al hospital?—¿No lo dije ya...?—No quiero las mentiras —me interrumpió con frialdad, parecía que está decidido
Él se quedó un poco sorprendido: —¿Te has enterado de lo que pasó en la empresa?—Sí, me lo enteré hoy.Quise encogerme de hombros con despreocupación, pero me di cuenta de que no tenía fuerzas. —Entonces, no cambiarás de opinión, ¿verdad? —le pregunté.No podía permitir que su amor volviera a estar en una situación tan embarazosa.Como era de esperarse, su rostro se enfrió un poco. —Su embarazo aún no es estable. No puede soportar el estrés. Pero no te preocupes, cuando esté mejor, ya no te dejaré que pases por más sufrimientos —me prometió.Solté una risa fría y amarga. Era como si me hubiera bañado en agua helada después de escuchar eso. Contuve las ganas de llorar y lo miré con decepción. —¿Si yo también me embarazara? ¿Y si mi situación fuera peor que la de ella?Cada segundo que pasaba allí, podía sentir el dolor sordo en mi vientre, la humedad abajo. Pero mi esposo me dijo que su amante no podía soportar el estrés y que tuviera que aguantarla un poco.Quería decir que yo, po