Mi corazón dio un vuelco y no me atreví a mirarlo, temiendo que el médico soltara algo sin querer.Entonces todo se acabaría…Me adelanté a hablar:—Doctora, hoy no me acompañó, sino a otra mujer a la consulta de revisión de embarazo…La voz de Marc sonó grave y profunda:—No vine específicamente para acompañarla.—Pero sí viniste, ¿no es así?Realmente ya no quería entrar en detalles. Es como atrapar a los amantes en la cama, a nadie le importa la razón por la que su esposo está siéndole infiel, solo le importaría el hecho de que la ha traicionado. En cuanto a la causa, ya sea que haya sido un desliz por estar ebrio o algo parecido, ya no hay diferencia en realidad.El hecho es que él ya se ensució. Por más excusas elaboradas, la situación seguía siendo lamentable.Marc no supo qué decir, y con la mirada fija me preguntó: —Todavía no me has dicho, ¿qué viniste a hacer hoy al hospital?—¿No lo dije ya...?—No quiero las mentiras —me interrumpió con frialdad, parecía que está decidido
Él se quedó un poco sorprendido: —¿Te has enterado de lo que pasó en la empresa?—Sí, me lo enteré hoy.Quise encogerme de hombros con despreocupación, pero me di cuenta de que no tenía fuerzas. —Entonces, no cambiarás de opinión, ¿verdad? —le pregunté.No podía permitir que su amor volviera a estar en una situación tan embarazosa.Como era de esperarse, su rostro se enfrió un poco. —Su embarazo aún no es estable. No puede soportar el estrés. Pero no te preocupes, cuando esté mejor, ya no te dejaré que pases por más sufrimientos —me prometió.Solté una risa fría y amarga. Era como si me hubiera bañado en agua helada después de escuchar eso. Contuve las ganas de llorar y lo miré con decepción. —¿Si yo también me embarazara? ¿Y si mi situación fuera peor que la de ella?Cada segundo que pasaba allí, podía sentir el dolor sordo en mi vientre, la humedad abajo. Pero mi esposo me dijo que su amante no podía soportar el estrés y que tuviera que aguantarla un poco.Quería decir que yo, po
Me tomó por sorpresa y me quedé paralizada por un momento. Instintivamente, echó un vistazo a Marc. Su expresión seguía siendo la misma, con ojos y cejas suaves, rodeándome entre sus brazos. Era cierto que no parecíamos venir a divorciarnos. El piso del vestíbulo estaba seco. Suavemente me solté de su agarre, le respondí: —No, venimos a tramitar el divorcio—Ah...El empleado se veía un tanto triste. —Formar un matrimonio no es nada fácil, y se nota que su relación sigue muy buena, ¿por qué quieren divorciarse? El divorcio no es cosa menor, no se apresuren en tomar decisión. Una vez que haya una grieta en la relación, es muy difícil volver al estado del principio.Bajé la mirada y, resignada, le expliqué:—Quizá tiene el orden al revés, la grieta no sería causada por el divorcio, sino que el divorcio es el resultado de las grietas irremediables. A menos que no haya otra opción, hay pocas parejas que realmente quieran divorciarse.Al ver la situación, el empleado ya no insistió:—Ya
Se sorprendió un poco:—¿Cómo lo supiste?Dado que el matrimonio había llegado a su fin, ya no tenía por qué ser tímida, por lo que le respondí con sinceridad: —Ese día, escuché tu conversación con el abuelo en la oficina. También escuché cuando admitiste que ya no sientes nada por mí. En realidad, quizás este matrimonio ha sido un error desde el inicio—No, no es así —casi con urgencia, negó y frunció el ceño, tratando de explicármelo—. Lo que admití no fue eso, me malinterpretaste... No tenía prisa por discutir, solo lo miraba en silencio y esbocé una leve sonrisa:—¿Entonces me amaste alguna vez?Hubo un instante de perplejidad en el hombre. Esta pregunta parecía ser realmente difícil para él. —Delia…—Deja de explicar más. Solo harás que me vea tonta —forcé una sonrisa fingiéndome despreocupada—. Pídele a Rodrigo que te envíe el acuerdo que te di aquel día. En el futuro, te casarás con otra persona, así que no es apropiado que yo lo tenga estas acciones...De repente, me interru
—¿Tan asustada de que me arrepienta? —su voz sonaba apagada—: Pero, me aterroriza más que me trates como a un desconocido.El aire a mi alrededor estaba frío, pero su abrazo tenía la misma calidez de antaño, era acogedor.Sus palabras me dejaron perpleja.Cuando volví en mí, él ya había abierto la puerta del auto. Después de que me subí, se alejaba sin mirar atrás. A través de la lluvia, distinguí su erguida espalda empapada por las gotas. Sentía como si hubiera miles de hormigas que me carcomían mi corazón, haciéndolo cada vez más vacío.Resulta que terminar un matrimonio es tan sencillo. Con media hora en la oficina civil, basta con entregarles uno documentos y firmarlos... Un mes después, cuando ambos llegan a un acuerdo y obtendrán el certificado de divorcio. Después de eso, todo lo demás se acabaría… Aquel antaño de compartir la misma cama, de sostenerse mutuamente, parecía solo un sueño. Claro, siempre y cuando Marc cumpliera su palabra de divorciarse de mí como había dicho.***
—¡Señora! Por favor, venga rápidamente a la mansión, ¡el viejo señor está que echa chispas y quiere golpear al joven amo! ¡Usted es la única que puede calmarlo! —dijo Manuel muy preocupado.—¿Qué?Casi al escuchar la primera parte, me paré de un brinco. Agarré mi abrigo y salí corriendo.No era que me preocupaba por Marc, aunque el abuelo también tiene otros nietos, Marc había sido el más consentido para él. Aunque también le daba buenos jalones de orejas, no lo iba a lastimar de gravedad.Lo que me hizo preocupada era la salud del abuelo. Sería mejor no hacerlo enojar demasiado, podría pasarle algo. El tono alarmado del Manuel significaba que la cosa ya estaba seria.Manuel me dijo: —¡Tiene que venir a ver en persona para que entienda!Aunque tenía mis dudas, cuando llegué a la mansión, me quedé boquiabierta.En el estudio, el impecable Marc estaba de rodillas en el piso, molido a golpes hasta no poder levantarse, con las venas de la frente resaltadas por el dolor, apenas sosteniéndo
Aunque ya no quería seguir con este matrimonio con Marc, al escuchar al abuelo defenderme con tanta firmeza, todavía sentí una calidez en el corazón. Marc frunció el ceño y dijo: —Es cierto que le fallé a Delia, pero nunca pensé en casarme con otra mujer.—¿Nunca lo pensaste? ¿Entonces cómo es que Delia terminó divorciada de ti? ¿Acaso no fue porque tú la hiciste perder la esperanza por completo?Aparentemente, el abuelo no creyó ni una palabra suya.Marc se recargó en el escritorio y se levantó con cuidado, mientras le decía:—No he mentido. Pero dada la situación de Ania, no puedo desatenderla, después de todo está embarazada.—¡Vaya que eres un alma caritativa! —dijo el abuelo furioso y le aventó una taza de té.Él no se movió, y recibió el golpe de lleno. Pronto comenzó a salirle sangre de la frente. Aún así, su expresión no cambió en absoluto, y le dijo con seriedad.—Le hice una promesa a su madre de que cuidaría bien de ella.—¿Y qué hay de Delia? Los rumores y chismes ya han
Aunque normalmente no habitábamos la antigua mansión, los sirvientes siempre mantenían la habitación impecable y reluciente, sin ni una pizca de suciedad. Incluso las sábanas y fundas de las almohadas se cambiaban cada tres días.En el cabecero de la cama aún había una foto de boda con un toque vintage que solo un fotógrafo de alto nivel podría lograr, sin rastro alguno de edición.Cuando Marc se sentó en la cama, intenté retirar mi muñeca, pero él la sujetó con firmeza, frunciendo el ceño. —Aún no nos hemos divorciado del todo, ¿ni siquiera puedo pedirte que me atiendas un poco?Me quedé sin saber qué hacer…—Iré a buscar el botiquín, ¿o con qué debo aplicarte? —cedí sin más remedio. Él me soltó entonces, diciéndome:—Vale.Saqué el botiquín de un cajón y tomé el yodo y la pomada, luego volví a colocarme frente a él.La herida en su frente se veía terrible. Con cuidado, le sujeté la nuca con una mano mientras le limpiaba la sangre con la otra.El abuelo sí que le había dado duro, p