Capítulo 81
No muy lejos de ahí, se escuchó una voz que me resultaba familiar.

Era mi suegro, con unos lentes de sol de colores brillantes y una camisa vistosa. Obviamente, acababa de regresar de algún viaje turístico tras sus aventuras amorosas. Era un típico mujeriego, un playboy despreocupado desde la juventud hasta la vejez. Aunque ya estaba mayor, seguía siendo igual.

Cuando Ania lo vio, rompió a llorar a todo pulmón:

—Papá... por fin has vuelto, casi me vuelvo loca por la angustia ….

—¿Marc te ha estado molestando? —Carlos se quitó los lentes y miró a Marc—: Ya les he dicho mil veces que tienes que cuidar bien de ella. ¿Cómo es que ha acabado en el hospital apenas en los dos días que me he ido?

No pude evitar sentirme irritada y quise aprovechar ese momento para irme. Pero de pronto, Carlos se dio cuenta de mi presencia y esbozó una sonrisa satisfecha:

—¿Delia? ¿Tú también has venido?

—Padre —lo saludé por cortesía, aunque en el fondo él no era un padre adecuado para Marc.

El hombre asintió
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