Capítulo 468
Diego saltó de emoción y me plantó un beso en la mejilla: —¡Tía, eres la mejor!

Después corrió hacia el ascensor y se lanzó a los brazos de su papá.

Sebastián lo cargó, se acercó y me devolvió el móvil con una leve inclinación de cabeza: —Ya hablé con Yolanda, así que me llevo a Diego.

—¡Tía, me voy! —dijo Diego lanzándome un beso volado—. Pero no te preocupes, volveré antes de que oscurezca.

¿Volverás?

Lo miré sorprendida, y hasta Sebastián frunció levemente el ceño, pero no dijo nada.

Le acaricié la cabeza: —Haz caso a tus padres.

—¡Sí! —Diego asintió con fuerza.

—Bueno, señorita Lamberto, nos retiramos. Perdón por la molestia —añadió Sebastián con cortesía.

—No, no te preocupes —respondí.

Aunque por alguna razón, la presencia de Sebastián me transmitía una fuerte sensación de autoridad.

...

Sebastián entró al ascensor con Diego en brazos y le preguntó con calma: —No vas a quedar en casa esta noche, ¿quieres volver aquí?

—SÍ.

—¡Papá, tienes que llevarme de regreso! —dijo Diego, colga
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