Capítulo 410
Dieguito alzó la cabeza con dificultad y me miró: —¿Cómo se escribe tío?

—Tío. ¿Ya lo tienes?

—¡Sí!

Al poco rato, volvió a preguntar: —¿Y casa?

—CASA.

Apenas lo dije, sonó el timbre.

Me levanté a abrir la puerta y, al ver quién era, me quedé sorprendida y emocionada: —¡Toby!

—¡Guau guau! ¡Auu!

Un Samoyedo blanco se lanzó sobre mí, frotándose con entusiasmo.

No podía estar más feliz. Miré a Enzo y le dije: —Enzo, justo estaba pensando en traer a Toby de vuelta, y tú ya me lo has traído.

—Te has acostumbrado a él. Tenerlo cerca te hará bien.

—¡Gracias!

Lo miré agradecida: —Si no fuera por ti, no me habría recuperado tan rápido.

Con una sonrisa traviesa, respondió: —¿No me invitas a pasar?

—¡Claro, pasa!

Retrocedí un poco mientras Toby, sin separarse de mí, seguía pegado, mostrando cuánto me había extrañado.

Cuando llevé a Enzo al salón, me di cuenta de que Dieguito ya no estaba en el sofá.

Lo busqué por la casa y me detuve frente al baño, donde escuché unos murmullos.

Toqué suavemente la
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