Capítulo 408
Su mirada se suavizó un poco: —¿Y tú? ¿Cómo estás manejando tu depresión?

—Ya dejé los medicamentos.

Sonreí ligeramente: —Un amigo me consiguió un especialista en Solara. Llevo dos años en tratamiento y me ha ido bastante bien.

Al menos, ya no me invadía el pánico, no temblaba ni pensaba en suicidarme al recordar el pasado o ver a las personas de entonces.

Incluso aquella noche, cuando volví a la Ciudad de Perla y me topé inesperadamente con Marc en el hotel, dormí bastante bien.

—Me alegra.

Yolanda soltó un suspiro y miró el reloj: —Tengo que ir al aeropuerto. Hablaré con él cuando pueda, primero para prepararlo psicológicamente.

Se levantó y señaló la habitación de Dieguito: —En cuanto a mi hijo, te lo encargo estos días. Mateo no tiene paciencia con él.

—No te preocupes, a mí me encantan los niños.

Sonriendo, la acompañé hasta la puerta: —Como Dieguito está en casa, no te acompañaré más allá.

Yolanda me guiñó un ojo: —A Dieguito le encantas. Si te conviertes en su tía, sería el niño
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