El viaje era largo, pero Einar tomó un atajo que cruzaba bosques, lagos y montañas. Nada era capaz de detenerlo, ni a él ni a sus bestias. Los bosques los corrieron, los lagos los surcaron, escalaron hasta las montañas más grandes y empinadas, acamparon entre el frío más duro y el calor de las zonas más áridas no logró detener sus pies. El viaje duró cinco días y la fatiga no duro uno solo.
Nowrtheen era una ciudad impenetrable, estaba protegida por seis enormes murallas y cientos de guardias que la habitaban. Su estructura era hexagonal y contaba con diez torres que vigilaban sus extenciones. A su alrededor habían preciosos bosques ricos en especies de animales, rocas, árboles y plantas.
Los hombres del bosque permanecian encerrados en una prisión dentro de la ciudad cerca de un costado de la muralla.
Einar contemplaba la preciosa ciudad montado en su enorme bestia desde la montaña más cercana, mientras los pies de su bestia se aferraban al suelo de grava que abrazaba sus garras. Su capa hecha con piel de venado no dejaba de bailar con el viento y sus compañeros no podían ocultar la curiosidad que les ocasionaba aquel nuevo y exitante lugar.
Las horas iban transcurriendo y Einar y sus bestias se acercaban cada vez más a su destino. Estando a un kilómetro de distancia de Nowrtheen, Einar ordenó a sus bestias quedarse y esperarlo - utilizando un lenguaje que solo ellos entendian. Excepto por el simio al cual cargo en su hombro junto a un enorme siervo que había cazado por el camino y se dirigió hacia la entrada de la ciudad.
Al cruzar los enormes muros, se dirigió rápidamente a la plaza. Estando allí, negoció con un mercader el venado y habiendo conseguido un buen precio por él, se marchó.
Los ojos de Einar se perdían entre los muros de la cárcel, las grietas eran de tamaño microscópico y los musgos decoraban sus paredes. Tenía pocos días para liberar a los hombres del bosque antes de que los trasladarán.
- ¿entonces se los llevarán en una semana? - preguntó Einar a un hombre en un bar mientras bebían un trago de cerveza.
- sí, se los llevarán al valle de las hadas, servirán para construir una ciudad - respondió el hombre embustero.
- ¿conoces el día exacto?
- en seis noches, amigo.
- ¿y sabes cuál es la ruta que van a tomar?
- tengo toda la información que desees.
El hombre le pidió un mapa a uno de sus servidores y en él trazó la ruta con precisión.
- ¿cómo es que sabes todas estas cosas de memoria? - preguntó Einar.
- la información es mi negocio y no hay nada más confiable que mi memoria, todo lo que sucede en Nowrtheen pasa por mi mente, es lo que me da tanto poder, Einar - dijo el hombre mientras le daba una palmada en el hombro.
- pues que suerte tengo de haberte conocido, Rey rata.
- suerte la que tuve yo al conocer a tu padre. Lo que el hizo por nuestro pueblo hace tantos años... espero poder pagarselo.
- ¿en verdad fue tan epico como lo cuentan?
- en cuanto entró montado sobre su Itjel junto a cien de sus hombres, los soldados de Phindelvanía no sabian si retirarse o hacerse en los pantalones - dijo el rey rata riendo junto a su visitante.
- despues vendré a que me termines de contar esa historia.
- claro, por ahora tienes que enfocarte en salvar a tu gente... Dime ¿hay otra cosa que necesites de mí?
- sí necesitaré armas para cien hombres por lo menos y ayuda de algunos de tus hombres.
- claro, te las conseguiré en dos días.
- gracias. Espero no abusar de tu confianza pero... ¿de casualidad tienes algún lugar donde pueda alojar a mis bestias mientras pongo en marcha mi plan?
- por supuesto, tengo una villa en mitad del bosque, puedes llevar a tus bestias y mis hombres las cuidarán - dijo el rey rata amablemente.
Einar le apretó la mano con agradecimiento despidiéndose de él.
Le tomó un día ocuparse de sus bestias y volver a la ciudad para seguir con el plan, el cual inició en la plaza de Nowrtheen.
El fornido hombre se acercó a un par de guardias. Al más fuerte de ellos le puso el filo de su espada en el cuello y le pidió al otro que soltara su arma, al hacerlo aturdió de un golpe al que amenazaba y procedió de la misma forma con el que se encontraba enfrente. Después los ató a una estatua que se hallaba a unos metros y se sentó a un costado para sumergirse en sus pensamientos.
La gente que estaba cerca se quedó asombrada de lo que el barabaro había hecho.
Pasaron un par de minutos hasta que llegó una patrulla de centinelas a ver lo ocurrido.
- ¿qué sucedió acá? - le preguntó su líder a Einar.
- no sé - respondió.
- ¿como que no sabe? si estaba al lado.
- no vi que fue lo que sucedio, acabo de llegar - dijo sin inmutarse.
- ¡usted señora, digame que sucedio!
- este hombre golpeo a los guardias y los ató - respondio la señora que vendia cueros en frente de la plaza.
- es cierto tambien lo vi - dijo un hombre que se hallaba cerca.
El ceño del hombre de la ley se frunció y ordenó que apresaran a Einar.
Dos guardias recorrían los pasillos de la prisión dirigiendo al recién encarcelado hacia su hoyo. Ya era tarde y lo único que Einar podía hacer era descansar hasta el día siguiente para buscar a los hombres del bosque.
Por la mañana salieron los reclusos al patio de la prisión y allí el enorme hombre encontró a la tribu que buscaba.
Su líder se encontraba sentado en una banca rodeado de sus hombres. Una larga melena oscura era lo que más resaltaba de él. Era bastante delgado y vestía viejos trapos.
A su lado estaba un hombre calvo y de baja estatura, pero muy fornido.
Los hombres reían y hablaban de la primer ocurrencia que se les cruzara por la cabeza. Pero en cuanto su líder vio que un hombre grande se acercaba firmemente hacia ellos, le pidió a su grupo silencio.
El hombre se acercó y los rostros de todos se llenaron de asombro.
El líder se levantó y lo miró en silencio, después de unos segundos lo rompió con una pregunta.
- ¿cómo es posible que estés acá?
- me pregunto lo mismo - respondió Einar con aires de sarcasmo.
El hombre lo abrazó firmemente dándole palmadas en la espalda y se alegró.
- los dejo de visitar unos días y terminan prisioneros del reino de Dahmar - dijo Einar sonriendo.
- m*****a sea, Einar. Acabaron con todo.
- tranquilo, Aldor. sacaremos a tu pueblo de esta prisión.
- ¿tienes algo planeado? - preguntó mientras sus ojos brillaban de emoción.
- sí, quiero que prepares a tus hombres para pelear. Hagan las armas que puedan en estos cinco días.
- ¿tú iras con nosotros?
- por supuesto que sí.
- ¡qué bien! - exclamó frotándose las manos - ¿y cuál es el plan?
- por el momento hagan lo que les dije. Ahora, mejor cambiemos de tema.
El resto del tiempo estuvieron hablando de puras trivialidades hasta que su descanso terminó. Todos se levantaron y se dirigieron a sus celdas, excepto el hombre que se sentaba junto a Aldor quien sacó una excusa y se marchó a otro lugar. Se llamaba Onir y no era confiable.
- ya decía yo que era extraño que un hombre, se metiera en problemas de esa forma tan inusual - dijo el encargado de dirigir la cárcel después de que el traidor le contará lo que había sucedido.
- exacto, señor.
- ¿no les contó todo su plan?
- no, señor.
- ¿cree que lo logre?
- él... Es muy inteligente, sobrevivió en el bosque desde niño y...
- ¡ese hombre no es nadie! - su respuesta lo irrito tanto que no pudo seguir escuchandolo - espero que cuando tenga más información me la entregué. Ya se puede ir - dijo señalándole la salida.
- oh, sí mi señor - dijo el traidor y se marchó.
Dos días después, Einar reunió a los hombres del bosque en el patio de la cárcel para anunciarles la siguiente parte del plan.
- las navajas que se fabricarán las tendrán los primeros hombres en la fila y los últimos. Quiero que estén lo más cerca de los guardias que les sea posible. En un punto del camino habrán armas escondidas, yo iré a delante con cinco hombres y en cuanto grite, ustedes se dirigirán hacia las armas. Ustedes cinco - dijo señalando a un grupo de hombres - cuidarán de las mujeres y niños apartándolos de la batalla, el resto pelearemos con todas nuestras fuerzas hasta acabar con esos malditos soldados. Hagan llegar el mensaje al resto de la tribu. Lo que queda del plan se los revelaré un día antes de nuestro traslado.
Al terminar Onir volvió a informarle al director de la cárcel lo que había sucedido en la reunión.
Al día siguiente un hombre del rey rata se reunió con Einar para recibir el mensaje que tenía para su jefe.La noche anterior al traslado, Einar les termino de contar el plan.- cuando lleguemos al valle de las hadas, antes de cruzar las montañas del acero, habrá trescientas espadas ocultas en los árboles. En grupos de cinco hombres se dirigirán cada grupo a su respectivo árbol para tomar las espadas, se hallan encima de las ramas cubiertas por las hojas. Para ustedes no será difícil tomarlas.- pero mientras tomamos las espadas, ellos tendrán tiempo para atacarnos - interrumpió Aldor.- no me dejaste terminar... habrá veinte arqueros en las montañas, ustedes tomarán las espadas mientras los arqueros y yo atacamos a los dahmarianos.- ¿y después de escapar que haremos? - preguntó uno de los hombre
La noche pasó y el sol se deslizó de repente por el firmamento, el frío todavía se hallaba allí, pero se desvanecía con el pasar de los segundos. Aldor estaba dormido, hasta que repentinamente una enorme mano lo estremeció. Abrió los ojos y vio a Einar sin cadenas, pensó que aún no había despertado y vio a su alrededor. Los cuerpos dahmarianos estaban en el piso inmóviles y con los ojos abiertos. - ¿qué pasó? - preguntó desconcertado. - la comida que traían los arqueros estaba envenenada - dijo Einar en voz baja mientras reía. - ¡qué! Pero esa comida era para nosotros - dijo enojado. - tranquilo, todo era parte del plan. - ¿entonces nos engañaste a todos? - sí - maldito, Einar - se echó a reír. Se levantaron los dos y Aldor le habló al pueblo. - ¡quiero que tomen todas las armas que puedan, saqueen los cuerpos de los soldados y por ninguna razón vayan a probar esa com
Miles, miles y miles de kilómetros azules. Algunos más claros, otros más oscuros y entre toda esta agua, solo se veían siete enormes barcos. Tres de ellos pertenecían a la flota del capitán Jake Smith, el Dueño de los mares tenía por título. El pirata más temido que haya conocido este mundo. El primer barco tenía por nombre "Tormento", el segundo "Clon" y el tercer barco se llamaba "la flor de Rose" Los cuatro barcos restantes, pertenecían a la corona de Erbit.Uno de los reinos más importantes del continente. La flota del capitán Smith, había emprendido su camino hacia los barcos de la corona en cuanto los tuvo a la vista. Todos estaban preparados para pelear y vencer, o morir. Las tres bestias piratas de madera se posicionaron entre los cuatro barcos de la realeza. El Tormento - el cual era el barco personal del Dueño de los mares - se lanzó de frente contra el barco más grande de su oponente -
El resto de la semana estuvo leyendo los reportes de su hombre entre otras cosas.Esa semana, no hubo nada fuera de lo común al igual que la siguiente.Pero la semana que llego después fue distinto. El reporte decía - entre otras cosas - que habían desaparecido algunos barcos que cruzaban el río de lodo.Los siguientes días llegaron los fuertes vientos y junto a ellos, tornados y enormes tormentas. Prácticamente era imposible navegar por el mar verde.Unos días más y la desgracia no dejaba de pisotear a los mercaderes del mar. Esta vez habían saqueado cinco barcos que cruzaban el poso de los tigres.Al cabo de un mes, los navegantes habían sido obligados a pasar por las rocas del acantilado, no sin antes pagar un buen peaje por ello.Y allí estaba Jake Smith. Miraba la pequeña letra de las cartas que lo mantenían
Al despertar, estaban todos amarrados a los árboles y rocas.El contramaestre John al verse rodeado de hombres mirándolos con curiosidad se sorprendió.- ¿quién está a cargo?... ¡Exijo que me dejen hablar con su líder! - gritó con autoridad.Un hombre fuerte se acercó a él y lo golpeó.- ¿quién te crees, para hablarnos de esa forma? - preguntó el indígena mirándolo firmemente a los ojos.- soy el contramaestre John Cliff de la flota del dueño de los mares, perra, y si me vuelves a tocar, no vivirás para contarlo - dijo el contramaestre enojado.El hombre frunció las cejas y después le tiro dos dientes de un golpe.Mientras tanto, el capitán Jake merodeaba cerca del fuerte con su nave. Esperaban que llegará la noche mientras se p
A la mañana siguiente, Jake Smith se encontraba en un caballo galopando hacia las palmeras de Andares.El paisaje de aquel lugar era hermoso. Las palmeras eran verdes con tonos amarillos mezclándose entré sus hojas, se podían ver pájaros paseándose de lado a lado con sus alas y vividos colores. También las diferentes especies de simios que merodeaban por los árboles y palmeras de tan fertil lugar. Jake disfrutaba el panorama con una sonrisa mientras se aproximaba cada vez más a su destino.De repente aparecieron un par de indígenas cachas entré los árboles. El capitán Jake sacó de su bolsillo un pañuelo blanco y gritó - ¡vengo son de en paz! - El caballo se detuvo y tres de los indígenas se acercaron al capitán.- quiero ver a su jefe - les dijo lentamente abriendo ampliamente su boca y gesticulando con sus
El hombre se recostaba sobre un pequeño pajar mientras sus ojos vagaban entre las grises paredes de piedra caliza, que conformaban la celda que lo privaba de su libertad. Se hallaba sumergido en las profundidades inexploradas de su propia mente, pues sus pensamientos no lo dejaban flotar.Vestía de forma elegante. Un pantalón de seda, zapatos de cuero y chaqueta de lino. Tenía el cabello liso y grueso, se peinaba con una línea en el medio que no alcanzaba a notarse debido a lo abultado que era su rubio cabello. Sus ojos eran azules, la nariz fina, boca pequeña y una mandíbula cuadrada.Esa noche sólo podía pensar en lo que depararía su futuro.- Simon Saxe, jamás creí que te vería encerrado en una celda como esta - dijo un hombre canoso y con túnica oscura cortando el hilo de sus pensamientos.<
Ahora vayamos a un lugar situado a unos días de Phindelvania. En este caso hablamos de una taberna, te diría que es una gran taberna, pero estaría mintiendo.Pues era la taberna más común que podía existir. Tenía una barra algo grande y algunas personas paseándose por ella, tanto hombres como mujeres. No más de treinta personas, pero a nosotros solo nos importan tres de ellas... bueno... ellos.El primero era un hombre llamado Adler Weber. Era rubio, de piel blanca, llevaba una elegante túnica negra y un rostro serio bien afeitado y algo redondo.El segundo hombre vestía algo extravagante, tenía un gran sombrero, una chaqueta de cuero café y unos elegantes pantalones, encima de los zapatos que hacían juego con su atuendo.El rostro del hombre tenía un mostacho, algo de bello bajo el labio y el resto de bello en la cara, era grueso y