Paz II

Al contárselo a mi hermano no se inmutó. Yo esperaba que gritara o que pidiera traer a algún prisionero para golpearlo hasta acabar con su vida - como lo había hecho en algunas ocasiones cuando se enojaba - en vez de eso, su rostro de inmaculó y se fue caminando. Supongo que por fin su suministro de ira se había agotado, después de haber pasado las noches anteriores matando hombres en tabernas y bebiendo hasta perder la consciencia.

Esa noche mi hermano pidió que alistaran un carruaje, empacaron sus pertenencias los sirvientes junto a un enorme botín y jamás lo volví a ver. 

Los siguientes días los pasé en el jardín más bello que existe en toda la tierra. Fue construido por mí padre y yo terminé de inmortalizar su belleza. 

No quería ver a nadie, solo quería reflexionar en compañí

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