La noche pasó y el sol se deslizó de repente por el firmamento, el frío todavía se hallaba allí, pero se desvanecía con el pasar de los segundos. Aldor estaba dormido, hasta que repentinamente una enorme mano lo estremeció. Abrió los ojos y vio a Einar sin cadenas, pensó que aún no había despertado y vio a su alrededor. Los cuerpos dahmarianos estaban en el piso inmóviles y con los ojos abiertos.
- ¿qué pasó? - preguntó desconcertado.
- la comida que traían los arqueros estaba envenenada - dijo Einar en voz baja mientras reía.
- ¡qué! Pero esa comida era para nosotros - dijo enojado.
- tranquilo, todo era parte del plan.
- ¿entonces nos engañaste a todos?
- sí
- maldito, Einar - se echó a reír.
Se levantaron los dos y Aldor le habló al pueblo.
- ¡quiero que tomen todas las armas que puedan, saqueen los cuerpos de los soldados y por ninguna razón vayan a probar esa comida, los mataría de un par de bocados!
Los hombres hicieron como Aldor les ordenó y después partieron hacia el valle de las hadas el cual era el destino de los prisioneros y soldados.
En el camino se encontraron con un grupo de cinco hombres que llevaban a las bestias de Einar y una carroza llena de provisiones. Al verlo el canino, empezó a batir la cola y se aventó sobre él al igual que la bestia felina. El simio y el ave hicieron lo mismo.
- dígale al rey rata que siempre estaré agradecido por lo que hizo por mí - le dijo el enorme hombre a uno de los mercenarios.
Los arqueros se fueron y Einar continuó el resto del camino, montado sobre su enorme e imponente bestia.
El sol se empezó a esconder y el pueblo que dirigía Einar, ya estaba muy cerca del pequeño asentamiento militar de Dahmar.
Aldor preguntó a Einar cuál era el plan.
- acamparemos esta noche - respondió él y así lo hicieron.
Al siguiente día, esperaron a que llegara el atardecer para posicionarse en un lado del camino... imagino que ya empiezas a deducir lo que sucedió a continuación.
Un grupo de soldados dahmarianos que lleva a más de cien prisioneros aparece por un camino cercano al asentamiento. Poco más de cien soldados del bosque, salen de entre la maleza dirigidos por un legendario guerrero que montaba sobre una poderosa y letal bestia. En menos de un vuelo, los hombres del bosque habían acabado con los dahmarianos y liberado al resto de su pueblo.
Todos se abrazaban y estaban alegres porque eran libres de nuevo.
Los amigos se daban las manos, los hermanos se abrazaban, los padres se encontraban con sus hijos y sus esposas llenos de regocijo.
Ya se encontraban a una distancia segura de los dahmarianos y descansaban tranquilamente. Las luces del fuego de las fogatas eran las únicas que iluminaban aquella fría y nublada noche.
Einar estaba recostado sobre el vientre de su enorme bestia – la cual estaba acurrucada - mientras acariciaba a su perro - quien se hallaba recostado con la cabeza en su regazo, junto al mono.
El ave posaba en un árbol cercano y Aldor miraba hacia la luna pensativo.
- Einar, creo que deberíamos tomar ese asentamiento dahmariano - soltó el líder de los hombres del bosque mientras comía un trozo de carne.
Einar dejó de acariciar a su perro y lo miró algo desconcertado, pero con la misma tranquilidad que lo caracterizaba para decirle:
- pero... ¿para qué quieres tomar ese asentamiento? ya tienes tu parte del bosque y.… además, los hombres del bosque nunca han peleado por oro o poder - los ojos de Einar cayeron al suelo - "el camino a la perdición es la avaricia" tu padre nos lo decía hasta el cansancio.
Aldor corrió su mirada a un lado y dijo:
- mi padre murió Einar, era un buen hombre y quería que las cosas se quedarán tal como estaban. Pero los tiempos cambiaron, si no nos hacemos más fuertes, lo que sucedió hace unos días seguirá sucediendo… no solo se trata de Dahmar… Phindelvania, Erbit o hasta Ortinu buscaran doblegarnos y quedarse con nuestras riquezas. Los hombres del bosque jamás nos arrodillaremos ante ningún reino - levantó la mirada y la dirigió a su amigo - La única forma de evitar que acaben con nosotros es haciéndonos más poderosos - al terminar de decirlo, su mandíbula se tensó mas que la cuerda de su arco y su mirada irradió mas fuego que la fogata a la que apuntaba.
Miles, miles y miles de kilómetros azules. Algunos más claros, otros más oscuros y entre toda esta agua, solo se veían siete enormes barcos. Tres de ellos pertenecían a la flota del capitán Jake Smith, el Dueño de los mares tenía por título. El pirata más temido que haya conocido este mundo. El primer barco tenía por nombre "Tormento", el segundo "Clon" y el tercer barco se llamaba "la flor de Rose" Los cuatro barcos restantes, pertenecían a la corona de Erbit.Uno de los reinos más importantes del continente. La flota del capitán Smith, había emprendido su camino hacia los barcos de la corona en cuanto los tuvo a la vista. Todos estaban preparados para pelear y vencer, o morir. Las tres bestias piratas de madera se posicionaron entre los cuatro barcos de la realeza. El Tormento - el cual era el barco personal del Dueño de los mares - se lanzó de frente contra el barco más grande de su oponente -
El resto de la semana estuvo leyendo los reportes de su hombre entre otras cosas.Esa semana, no hubo nada fuera de lo común al igual que la siguiente.Pero la semana que llego después fue distinto. El reporte decía - entre otras cosas - que habían desaparecido algunos barcos que cruzaban el río de lodo.Los siguientes días llegaron los fuertes vientos y junto a ellos, tornados y enormes tormentas. Prácticamente era imposible navegar por el mar verde.Unos días más y la desgracia no dejaba de pisotear a los mercaderes del mar. Esta vez habían saqueado cinco barcos que cruzaban el poso de los tigres.Al cabo de un mes, los navegantes habían sido obligados a pasar por las rocas del acantilado, no sin antes pagar un buen peaje por ello.Y allí estaba Jake Smith. Miraba la pequeña letra de las cartas que lo mantenían
Al despertar, estaban todos amarrados a los árboles y rocas.El contramaestre John al verse rodeado de hombres mirándolos con curiosidad se sorprendió.- ¿quién está a cargo?... ¡Exijo que me dejen hablar con su líder! - gritó con autoridad.Un hombre fuerte se acercó a él y lo golpeó.- ¿quién te crees, para hablarnos de esa forma? - preguntó el indígena mirándolo firmemente a los ojos.- soy el contramaestre John Cliff de la flota del dueño de los mares, perra, y si me vuelves a tocar, no vivirás para contarlo - dijo el contramaestre enojado.El hombre frunció las cejas y después le tiro dos dientes de un golpe.Mientras tanto, el capitán Jake merodeaba cerca del fuerte con su nave. Esperaban que llegará la noche mientras se p
A la mañana siguiente, Jake Smith se encontraba en un caballo galopando hacia las palmeras de Andares.El paisaje de aquel lugar era hermoso. Las palmeras eran verdes con tonos amarillos mezclándose entré sus hojas, se podían ver pájaros paseándose de lado a lado con sus alas y vividos colores. También las diferentes especies de simios que merodeaban por los árboles y palmeras de tan fertil lugar. Jake disfrutaba el panorama con una sonrisa mientras se aproximaba cada vez más a su destino.De repente aparecieron un par de indígenas cachas entré los árboles. El capitán Jake sacó de su bolsillo un pañuelo blanco y gritó - ¡vengo son de en paz! - El caballo se detuvo y tres de los indígenas se acercaron al capitán.- quiero ver a su jefe - les dijo lentamente abriendo ampliamente su boca y gesticulando con sus
El hombre se recostaba sobre un pequeño pajar mientras sus ojos vagaban entre las grises paredes de piedra caliza, que conformaban la celda que lo privaba de su libertad. Se hallaba sumergido en las profundidades inexploradas de su propia mente, pues sus pensamientos no lo dejaban flotar.Vestía de forma elegante. Un pantalón de seda, zapatos de cuero y chaqueta de lino. Tenía el cabello liso y grueso, se peinaba con una línea en el medio que no alcanzaba a notarse debido a lo abultado que era su rubio cabello. Sus ojos eran azules, la nariz fina, boca pequeña y una mandíbula cuadrada.Esa noche sólo podía pensar en lo que depararía su futuro.- Simon Saxe, jamás creí que te vería encerrado en una celda como esta - dijo un hombre canoso y con túnica oscura cortando el hilo de sus pensamientos.<
Ahora vayamos a un lugar situado a unos días de Phindelvania. En este caso hablamos de una taberna, te diría que es una gran taberna, pero estaría mintiendo.Pues era la taberna más común que podía existir. Tenía una barra algo grande y algunas personas paseándose por ella, tanto hombres como mujeres. No más de treinta personas, pero a nosotros solo nos importan tres de ellas... bueno... ellos.El primero era un hombre llamado Adler Weber. Era rubio, de piel blanca, llevaba una elegante túnica negra y un rostro serio bien afeitado y algo redondo.El segundo hombre vestía algo extravagante, tenía un gran sombrero, una chaqueta de cuero café y unos elegantes pantalones, encima de los zapatos que hacían juego con su atuendo.El rostro del hombre tenía un mostacho, algo de bello bajo el labio y el resto de bello en la cara, era grueso y
Unos minutos después, el rey se hallaba en la mesa junto a su tosca esposa y engreído hijo, cenando.- ¿Simon estas bien? - preguntó la reina.Simon la miro y le sonrió para decirle que lo estaba.- te noto muy pensativo.- ah... sí, tú sabes cómo es, tengo que pensar en cómo restaurar Phindelvania después de esta tragedia - respondió el rey y continuó comiendo.- ya sé que manejas un estrés muy alto, pero te notó algo distinto. Hace una hora alguien pidió verte ¿quién era? - preguntó su fisgona esposa.- era un mensajero, me dio una carta del príncipe de Tosno. Se ofrecía a apoyarme en lo le fuera posible para la restauración de la ciudad, pero le conteste que no había necesidad. Tengo todo bajo control.&n
Un par de días después, se presentó un hombre erudito en el palacio de Phindelvania para confirmar que todas las piezas en el templo de los reyes estuvieran en orden. El rey Simon lo recibió amablemente y llevó acompañado de sus dos habituales guardias al templo de los reyes.Antes de entrar dicho lugar, los guardias del templo lo palparon para asegurarse de que no ocultara nada y le pidieron la carta que verificaba que en verdad había sido enviado por el reino de Phindelvania. El hombre la mostró a uno de ellos, quien la verificó y permitió su ingreso.- mi Rey ¿también desea entrar? - preguntó uno de sus guardias.- por supuesto, acompañaré a nuestro visitante como suelo hacerlo cada año. ¿También tengo que ser requisado?El guardia miró a su compañero quien le dijo:&nbs