Capítulo 90
Eliot se quedó sin respuesta y se giró hacia Fernando, que seguía en la puerta.

—Amigo, antes fuiste un desdichado, pero ahora, sin duda, eres afortunado —exclamó, como si quisiera consolarlo.

Acto seguido, se dirigió a Javier con malicia:

—Señor Javier, aunque su pierna no esté bien, no significa que deba recoger lo que otros desechan.

¡Paf!

Daisy estaba por contestar, pero Javier se adelantó, soltando el tenedor con fuerza sobre la mesa.

—Señor Hendrix, mida sus palabras —lo reprendió con un tono helado que contrastaba con su actitud habitual.

—Hmph… —Eliot soltó una risa irónica—. Solo lo decía por tu bien, pero si no lo agradeces, ni modo. Volteándose hacia Fernando, agregó—: Vámonos.

Para sorpresa de Eliot, Fernando se adentró en la habitación en vez de marcharse:

—Si ya coincidimos aquí, ¿por qué no compartimos mesa?

Eliot no supo qué decir.

«¡Este tipo está loco!», pensó, rezongando por dentro.

Sin más remedio, lo siguió, aunque no entendía por qué Fernando insistía en sentarse
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