Capítulo 91
Lo que más la sorprendió fue que, en lugar de enfurecerse, Fernando comenzó realmente a comer de aquellos platos recalentados. Daisy se quedó pensativa un instante. Luego se puso en pie y se encaminó a la puerta.

—Así que de veras tenías hambre… Pues adelante, come lo que gustes.

Fernando no se lo impidió. Sin embargo, cuando Daisy llegó al umbral, él habló con voz suave y pausada:

—¿Y qué tal va eso de la patente que Javier pretende registrar? ¿Ya está lista?

Daisy se detuvo sin darse vuelta:

—Me temo que la respuesta va a decepcionarte.

Mientras fijaba la vista en su espalda, Fernando esbozó una pequeña risa:

—Eso lo veremos.

Daisy no contestó más y siguió de largo.

Fernando se quedó sentado, sirviéndose un vaso de agua con total parsimonia… hasta que, de pronto, el vaso se resquebrajó entre sus dedos.

Esquirlas de cristal le cortaron la mano, y la sangre se mezcló con el agua, goteando al suelo. Sus pupilas se tiñeron de un matiz sombrío y posesivo.

Cuando Daisy se metió al ascensor
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