Capítulo 43
Mientras tanto, Daisy estaba a punto de acompañar a Javier a la empresa.

Ahora era su cuidadora personal, así que iría a donde él fuera. Javier había entrado a cambiarse de ropa y ella lo esperaba afuera.

Para matar el tiempo, pateaba distraídamente unas piedritas, cuando sintió una mano que la sujetaba del brazo con fuerza descomunal.

No necesitó voltear para saber de quién se trataba: aquel tacto tan familiar no podía ser otro que el de Fernando. La llevó hasta un rincón apartado. Antes de que él pudiera decir algo, Daisy, con una ligera sonrisa burlona, se le adelantó:

—Señor Suárez, ¿viene tan temprano a buscarme porque me extraña?

—Daisy, será mejor que no pongas a prueba mi paciencia —gruñó Fernando, apretándole la muñeca con una mirada tan fría como el hielo.

—¿Y ahora por qué vienes con tanto enojo? No recuerdo haber hecho nada para molestarte otra vez —replicó Daisy, aparentando inocencia.

—No escarmientas hasta verte acorralada —soltó Fernando. A continuación, extendió la man
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