Frigg abrió los ojos y su mente quedó en blanco.Miró el techo con expresión perpleja; ni siquiera recordaba su propio nombre.«¿Quién soy?, ¿dónde estoy?», era lo único que rondaba su cabeza.De pronto, sintió un dolor punzante, como si algo le estuviera carcomiendo el cerebro.Sin embargo, esa sensación solo duró alrededor de un minuto y, de pronto, desapareció tan rápido como llegó.Entonces, en el vacío de su mente, comenzaron a surgir fragmentos de recuerdos.—Esto es un hospital… —se dijo a sí misma.Recordó lo que Daisy le había dicho sobre devolverla.Por muy insolente que pretendiera mostrarse, aún le temía a Fernando; de otro modo, no la habrían regresado sana y salva.—Daisy… ¡tenías una oportunidad perfecta para deshacerte de mí y no la aprovechaste! Entonces no te quejes si yo no tengo piedad…Con el ceño fruncido, Frigg sacó su teléfono para llamar a Fernando, pero en ese momento, la puerta se abrió.Era Fernando. Frigg apartó las sábanas con rapidez y corrió tambaleándos
Aunque siempre se había considerado una persona astuta, jamás imaginó que una mujer casi diez años menor que él lo manipularía de manera tan descarada.En aquel pendrive, las pruebas eran claras: Frigg había organizado varias escenas, culpando a Daisy una y otra vez.No solo este último secuestro; también la vez anterior, Daisy había sido acusada falsamente.Con la cabeza gacha, Fernando revisó el expediente médico que Thiago le había llevado:*Le perforaron el abdomen con un cuchillo, casi hiriéndole el bazo.*Se fracturó la tibia de la pierna izquierda.*Presentaba múltiples raspaduras faciales…Entonces comprendió que aquella llamada telefónica donde Daisy le pedía que firmara papeles en el hospital, rogando por ayuda, había sido real.—Daisy…Fernando apretó el informe con fuerza, mientras un dolor sutil le atravesaba el pecho, como pequeñas agujas punzantes.Jamás había sentido algo así.Thiago, al notar el remordimiento en la mirada de Fernando, dudó un instante antes de hablar:
"No eres del todo inocente… así que no te debo nada…"No solo Daisy quedó sin palabras; incluso Thiago, que caminaba tras Fernando, deseó con todas sus fuerzas poder coserle la boca a su señor.«Señor Fernando, hasta hoy descubro que tu coeficiente intelectual y tu inteligencia emocional no van de la mano… Con razón tu esposa insistió en divorciarse», masculló Thiago mentalmente.Mirando la expresión furiosa de Daisy, Thiago pensó que tenía que salvar la situación como fuera. Carraspeó, dio un paso al frente y le extendió a Daisy la caja de pastel que Fernando le había pedido que comprara:—Señora Suárez, el malentendido está aclarado.» De camino para acá, traje este pastel especialmente para usted. Pruebe a ver si le gusta; si es de su agrado, la próxima vez que pase por allí se lo volveré a comprar.Mientras hablaba, Thiago le lanzó más de una mirada significativa, con la intención de comunicarle que se trataba de un obsequio de disculpa por parte de Fernando.Thiago no pudo evitar
Desde arriba abajo, Fernando lo midió con la mirada, y acto seguido se dio media vuelta para marcharse. Thiago lo siguió inmediatamente, pero apenas avanzaron unos pasos, escuchó la voz grave de Fernando:—Entrégame un informe mañana en la mañana.—¿Ah? —Thiago juraba no entender a qué se refería—. ¿El informe del nuevo proyecto?Fernando volteó con frialdad.—¿Tú qué crees?—… —A Thiago se le heló la sangre.«¿Informe sobre mujeres…?», pensó. «¡Me voy a meter en un lío! ¿Puedo retractarme de lo que dije? Realmente no sé nada al respecto…»***Si había un hombre en este mundo que entendiera a Daisy mejor que nadie, ese era Javier. Ni siquiera Enzo, quien llevaba años a su lado, podía superarlo. Y aunque Daisy se había esforzado por calmarse y mostrar normalidad, Javier la leyó con una sola mirada.Le sirvió un taco de los que a Daisy tanto le gustaban.—¿No pudiste dormir bien?La mano con la que sujetaba el tenedor se le detuvo un instante.—Sí —admitió.Entonces Javier le sirvió un t
Que Fernando sacara el tema lo tomó por sorpresa.Él jamás había querido que la gente supiera de su matrimonio con Daisy; ni siquiera los parientes de la familia De Jesús estaban al tanto.Ahora que estaban divorciados, ¿ya no le importaba hacerlo público?¿O simplemente no soportaba verla tranquila?«Muy bien», pensó Daisy. «Si quiere arruinarlo todo, adelante. Al fin y al cabo, no podría ocultárselo a Javier para siempre.»Daisy le lanzó una rápida señal a Javier y, sin cambiar la expresión del rostro, se volvió hacia Fernando:—¿Desea desenmascararme ante mi empleador actual, señor Suárez? En ese caso, no se moleste, yo misma lo diré.Esa reacción, tan fuera de lo esperado, alteró los cálculos de Fernando.Hasta hace poco, Daisy temía que Javier supiera la verdad sobre su relación, pero ahora se mostraba imperturbable.Con aquel segundo de desconcierto que sufrió Fernando, Daisy aprovechó para comenzar:—Señor Javier, durante los últimos tres años, en realidad el señor Suárez y yo…
—Menos mal que no pierdo el tiempo con tonterías, porque dedicarme a mi joven amo ya me consume bastante; no puedo ocuparme de nadie más.Fernando guardó silencio unos segundos.Por su lado, Thiago soltó un suspiro interno: «Bien merecido lo tiene… Esto pasa por hablar de más.»Al final, Thiago se vio obligado a romper el incómodo ambiente:—Señor, no olvidemos que vino a felicitar al señor De Jesús. Hablé con la secretaria y él nos espera en la sala de reuniones.Le lanzó una mirada significativa a Fernando, implorándole que se contuviera.Fernando miró a Daisy un instante y, sin añadir nada, dio media vuelta y se marchó.Observando cómo Fernando se alejaba, Daisy frunció el ceño.—¿Terminó con Frigg y ni siquiera muestra un ápice de tristeza? —murmuró.» Se supone que la amaba tanto que, al descubrir la farsa, debería estar destrozado, bebiendo para olvidar. Pero no, anda como si nada y, para colmo, aparece por aquí a cada rato…» Y cuando me ve, se me acerca, cuando antes prefería h
El desarrollo del Grupo De Jesús durante casi tres años dependía en gran medida de ese terreno.Si el proyecto se concretaba con éxito, los beneficios podrían superar varias veces esos doscientos mil millones.Además, Javier acababa de asumir el cargo, y aquello sería una excelente carta de presentación para él.En otras palabras, se trataba de un negocio en el que Javier saldría ganando sin arriesgar nada.Solo quedaba ver qué decisión tomaría.Era un hombre inteligente y sabía perfectamente qué le convenía más.A un costado, Thiago estaba convencido de que Javier firmaría sin titubear.Dejar pasar la oferta de su señor Fernando —que, además, involucraba el futuro del Grupo De Jesús— le parecía poco probable. Y, aun suponiendo que Javier sintiera algún tipo de afecto por Daisy, dudaba que fuese tan intenso como para preferirla antes que un trato tan valioso.Javier, al notar la expectación de Fernando, dejó que su mirada se paseara un instante por el contrato. Luego lo empujó de vuelt
—Sí, sí, sí. La próxima vez caminaré con más cuidado. —Thiago respiró aliviado al ver que el regaño había sido leve.Con sus ojos oscuros, Fernando se mostró aún más desdeñoso:—Parece que necesitas comer algo para nutrir el cerebro.—¿Eh? —«¿De qué habla?», pensó Thiago, con el ceño fruncido—. ¿Qué hice mal esta vez?Se quedó revisando mentalmente cada uno de sus actos, pero no halló nada inadecuado.¿O quizá no lo había pensado lo suficiente?En eso, Fernando habló con un tono enigmático:—Hacer "esa plática" con tacto.Fue entonces cuando el cerebro de Thiago trabajó a toda velocidad y comprendió lo que Fernando quería decir: "platicar con Daisy con prudencia".Así que, después de todo, tenía autorización para ir a verla.«En general, no me gusta criticar», pensó, «pero el señor Fernando realmente podría usar más palabras para explicarse.»«Dice que el que necesita comer y nutrir el cerebro soy yo, ¡pero si con él mis neuronas mueren cada día sin piedad!»«Ojalá que al menos me cubr