Capítulo 46
Mientras Daisy se acercaba paso a paso, Frigg, aterrada, se olvidó hasta de la rata que seguía aferrada a su cuerpo.

Miraba a Daisy con verdadero pánico, dándose cuenta de que aquello le infundía incluso más terror que el roedor.

—¿Quién demonios eres tú…? —Fue imposible disimular el temblor en su voz.

Daisy colocó el pie en el pecho de Frigg y presionó con fuerza.

—¿No sabes ni quién soy y aun así me has estado buscando problemas una y otra vez? Dime, Frigg, ¿debo llamarte valiente o estúpida?

—¡Cof… cof…! —Frigg sentía un dolor punzante que le cortaba la respiración. Le costó un mundo pronunciar:—. ¡Hace tres años fuiste tú quien se interpuso! Si no fuera por ti, Fernando y yo nos habríamos casado hace tiempo.

—¿Estás segura? —Daisy no se dejó manipular—. Aun sin mí, tú y Fernando jamás habrían estado juntos. ¿Por qué crees que doña María siempre se opuso? Una "joyita" como tú solo podía engañar a un ciego como Fernando.

La aludida palideció.

—No… no lo engañé…

Daisy, harta, apartó e
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