—Menos mal que no pierdo el tiempo con tonterías, porque dedicarme a mi joven amo ya me consume bastante; no puedo ocuparme de nadie más.Fernando guardó silencio unos segundos.Por su lado, Thiago soltó un suspiro interno: «Bien merecido lo tiene… Esto pasa por hablar de más.»Al final, Thiago se vio obligado a romper el incómodo ambiente:—Señor, no olvidemos que vino a felicitar al señor De Jesús. Hablé con la secretaria y él nos espera en la sala de reuniones.Le lanzó una mirada significativa a Fernando, implorándole que se contuviera.Fernando miró a Daisy un instante y, sin añadir nada, dio media vuelta y se marchó.Observando cómo Fernando se alejaba, Daisy frunció el ceño.—¿Terminó con Frigg y ni siquiera muestra un ápice de tristeza? —murmuró.» Se supone que la amaba tanto que, al descubrir la farsa, debería estar destrozado, bebiendo para olvidar. Pero no, anda como si nada y, para colmo, aparece por aquí a cada rato…» Y cuando me ve, se me acerca, cuando antes prefería h
El desarrollo del Grupo De Jesús durante casi tres años dependía en gran medida de ese terreno.Si el proyecto se concretaba con éxito, los beneficios podrían superar varias veces esos doscientos mil millones.Además, Javier acababa de asumir el cargo, y aquello sería una excelente carta de presentación para él.En otras palabras, se trataba de un negocio en el que Javier saldría ganando sin arriesgar nada.Solo quedaba ver qué decisión tomaría.Era un hombre inteligente y sabía perfectamente qué le convenía más.A un costado, Thiago estaba convencido de que Javier firmaría sin titubear.Dejar pasar la oferta de su señor Fernando —que, además, involucraba el futuro del Grupo De Jesús— le parecía poco probable. Y, aun suponiendo que Javier sintiera algún tipo de afecto por Daisy, dudaba que fuese tan intenso como para preferirla antes que un trato tan valioso.Javier, al notar la expectación de Fernando, dejó que su mirada se paseara un instante por el contrato. Luego lo empujó de vuelt
—Sí, sí, sí. La próxima vez caminaré con más cuidado. —Thiago respiró aliviado al ver que el regaño había sido leve.Con sus ojos oscuros, Fernando se mostró aún más desdeñoso:—Parece que necesitas comer algo para nutrir el cerebro.—¿Eh? —«¿De qué habla?», pensó Thiago, con el ceño fruncido—. ¿Qué hice mal esta vez?Se quedó revisando mentalmente cada uno de sus actos, pero no halló nada inadecuado.¿O quizá no lo había pensado lo suficiente?En eso, Fernando habló con un tono enigmático:—Hacer "esa plática" con tacto.Fue entonces cuando el cerebro de Thiago trabajó a toda velocidad y comprendió lo que Fernando quería decir: "platicar con Daisy con prudencia".Así que, después de todo, tenía autorización para ir a verla.«En general, no me gusta criticar», pensó, «pero el señor Fernando realmente podría usar más palabras para explicarse.»«Dice que el que necesita comer y nutrir el cerebro soy yo, ¡pero si con él mis neuronas mueren cada día sin piedad!»«Ojalá que al menos me cubr
—Lo siento, pero estoy trabajando —atajó Daisy con firmeza.Su negativa fue tan tajante que Thiago, aunque la esperaba, no dejaba de sentirse contrariado.Aun así, insistió, avanzando un par de pasos y en tono conciliador:—Señorita La Torre, prometo que no le robaré más que el tiempo que dura una taza de café.—No me gusta el café —respondió Daisy sin titubeos.—… Podríamos tomar otra cosa que sea de su agrado.—No acostumbro beber nada, solo agua mineral —replicó Daisy. Se acercó a la máquina de agua, se sirvió un vaso y lo bebió todo delante de él—. Como ve, ya sacié mi sed.La verdad, lo hacía a propósito.Si ni siquiera se tomaba la molestia con Fernando, ¿por qué habría de escuchar a su "esbirro"?Además, si Thiago venía en representación de Fernando, estaba claro que era porque él se había quedado con las ganas de fastidiarla más.«Fernando no logró impresionar a Javier, así que debe de estar molesto y planeando alguna maniobra. Sea lo que sea, yo no pienso perder mi tiempo con
Había bastantes mesas libres, pero Thiago escogió una junto a la ventana.Disimuladamente, echó un vistazo al lujoso auto negro que estaba estacionado al otro lado de la calle. Daisy dejó escapar una sonrisa fría, casi imperceptible, y al sentarse fue directa al grano:—No tengo mucho tiempo, Thiago, así que si tienes algo que decir, hazlo ya.Thiago sonrió y preguntó:—Señora Suárez, ¿qué desea tomar?Sabía que llamarla así la molestaría.Tal como lo imaginó, Daisy frunció el ceño. Antes de que ella pudiera responder, él se apresuró a añadir:—Sé que no le gusta que la llame de esa forma, pero durante los últimos tres años me acostumbré a decirle así.» Aunque usted y el señor Suárez ya se hayan divorciado, para mí siempre será mi señora Suárez. Eso no cambiará jamás.Daisy se quedó en silencio un momento. Sabía que, en este punto, debería sentirse conmovida de alguna manera… pero la costumbre podía más, y no pudo evitar hacer un comentario sarcástico:—Thiago, la verdad es que ese es
Fernando, guiándose por su instinto, supo de inmediato que lo que ella estaba a punto de soltar no traería nada bueno, así que contestó con frialdad:—No tengo tiempo.—Pues yo te veo bastante desocupado —replicó Daisy, alzando una ceja—. ¿O es que no quieres escuchar?Sin darle oportunidad de responder, Daisy soltó una risita:—Tú no quieres oírlo, pero yo quiero decirlo.» Un exesposo digno de ese nombre debería comportarse como un pescado muerto, ¿no? Y por lo que veo, señor Suárez, últimamente no cumples con ese papel.Daisy rio con ligereza y continuó:—Hazme el favor, señor Suárez, de ser un exesposo más decente. De lo contrario, me resultas bastante repugnante.Dicho lo que tenía que decir, forzó una sonrisa—claramente falsa—y se dio la vuelta para irse.En la entrada de Grupo De Jesús, la gente transitaba de un lado a otro, y Daisy estaba convencida de que Fernando no se atrevería a bajarse del auto.Justo en ese momento, sintió que alguien le sujetaba el brazo.«… ¿No que muy
A Thiago le habría gustado preguntárselo, pero no se atrevía. Sin embargo, en cuanto Fernando regresó a la empresa, se encontró en su oficina con Blanca, quien no tardó en soltarle:—Hermano, te lo dije mil veces: esa tal Frigg era una farsante. ¿No te lo repetí suficientes veces, y aun así no me creíste?Blanca se enteró de que su hermano había terminado con Frigg por boca de una amiga.Al mencionar el tema, no pudo evitar soltar:—¿Dejaste a Frigg y por qué no me lo dijiste de inmediato?Fernando alzó la mirada para echarle un vistazo.—¿Por qué tendría que decírtelo?—¡Para que yo pudiera celebrarlo, claro! —replicó Blanca, siguiéndolo hasta el escritorio—. ¡He esperado este día por más de tres años!La alegría de Blanca se reflejaba en cada rasgo de su rostro.—Esa tal Frigg, tan imbécil, de verdad creía que, como te divorciaste de Daisy, te ibas a casar con ella, ¿eh?» ¡Ja! Yo siempre dije que la puerta de la familia Suárez jamás estaría abierta para ella.» Lástima que Daisy ya
No era otra que Jasmine Barbero, la madre de Frigg, seguida muy de cerca por la recepcionista, que jadeaba al intentar alcanzarla.—Presidente, se escabulló hasta aquí arriba y yo no pude detenerla —dijo la recepcionista.Blanca estuvo a punto de disculparse:—Dis…Pero al ver que se trataba de Jasmine, su expresión cambió al instante:—¿Qué haces aquí? ¿Acaso Frigg se suicidó y vienes a darle la noticia a mi hermano? Pues lo siento, tu hija y Fernando ya no tienen ninguna relación…» De hecho, nunca tuvieron nada que ver, así que tanto si vive como si muere, es asunto de ustedes, los Mero.Blanca soltó un montón de comentarios con un tono sarcástico, pero Jasmine ni siquiera le prestó atención. La apartó de un empujón y corrió hacia el interior.—¡Señor Suárez, señor Suárez…! —gritaba mientras avanzaba—. Vaya a ver a mi hija Frigg, por favor. Lleva varios días encerrada en su habitación sin comer ni beber.Antes de que pudiera acercarse a Fernando, Blanca le bloqueó el paso:—Señora,