Capítulo 45
Al ver que era Daisy, Frigg se quedó helada por unos segundos, hasta que por fin reaccionó:

—¡Daisy! ¡Eres tú!

Como una fiera, Frigg se abalanzó sobre ella. Jamás habría imaginado que la persona que la había secuestrado fuera Daisy.

—Sí, soy yo. Después de arrojarme tanta basura encima, acusándome de secuestrarte, ¿qué menos podía hacer? Mejor lo hago realidad, porque mientras más lo pensaba, más sentía que estaba perdiendo mi tiempo.

Daisy no se apartó del lugar ni un milímetro, pero Frigg no logró alcanzarla.

Tras dar apenas dos pasos, Frigg se detuvo en seco, pues sentía cómo la rata le subía por la pierna. Se puso aún más pálida y, con un tono autoritario, le gritó a Daisy:

—¡Daisy La Torre, quítame a este maldito bicho de encima!

—¿Está en tu cuerpo y no eres capaz de quitártelo tú misma? —replicó Daisy, alzando una ceja—. ¿No me digas que le tienes miedo a una ratita? ¿Y yo qué puedo hacer? ¡También me dan pánico! Lo siento, no te serviría de ayuda.

—¡Daisy…! —bramó Frigg con la
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