Marina llegó al hospital y, al abrir la puerta, se quedó pasmada y sin palabras. ¿Por qué carajos estaba Lorena allí?—¿Marina? —Lorena también se sorprendió.—¿Ustedes dos se conocen? —preguntó Álvaro.—Claro que nos conocemos —Lorena asintió—, nos conocemos. Somos buenas amigas.—¿Entonces ustedes son también buenas amigas? —Álvaro dijo apretando los dientes, mientras miraba a Marina con una expresión de indignación en su rostro juvenil.Marina forzó una risa nerviosa, hizo un gesto como si quisiera salir de la habitación y cerró la puerta—. Bueno, si no hay nada más, yo, la hermana mayor, me iré primero.—¿Hermana? —Lorena se mostró confundida. Todavía no entendía cómo Marina había aparecido allí ni por qué se estaba llamando "hermana ".William resolvió su duda:—Ella es mi hermana, Marina.¡El hermano de Marina era William!Lorena incrédula abrió los ojos de par en par. No era de extrañar que Marina le hubiera dicho una vez que podía pedirle a su hermano que la ayudara a salir de
A Lorena le estaba encantando el ambiente, a decir la verdad parecían una verdadera familia.Hasta que César la llamó:—¿Dónde estás? Voy a buscarte ahora mismo.Solo entonces, Lorena se despidió de ellos y se marchó. Cuando la vio irse, Álvaro mostró una obvia tristeza.El lujoso auto negro se detuvo frente a la entrada del hospital. Rajiv bajó del auto y le abrió la puerta de atrás. Lorena subió al auto y se acomodó en el asiento.La voz cortante de César llegó desde su lado:—¿No que ibas a una exposición de arte? ¿Qué hacías pues metida en un hospital?Lorena se molestó con su tono. El buen humor de toda la tarde desapareció al instante.—Solo firmé un contrato contigo, no soy tu prisionera.—De acuerdo. —Dicho esto, César extendió las manos y comenzó a inspeccionar su cuerpo.—¿Qué estás haciendo? —Lorena intentó esquivar, irritada.—Quiero asegurarme de que no estás herida. —Él lo dijo con toda la seriedad del mundo, sin ningún rastro de duda o acusación en su tono.Lorena se que
—¡Saúl! —Teresa soltó el ratón, y bajó la voz con molestia.—Jejeje, ¿te acordaste entonces de mí?Teresa miró hacia los empleados fuera de su oficina y luego cerró las cortinas.—¿Por qué me llamaste? ¿Qué quieres?—Nada importante, solo pensaba en ti. En cómo te movías, en esos gemidos tuyos llenos de pasión, en cómo se veía tu piel blanca…Antes de que pudiera terminar, Teresa lo interrumpió con un grito:—¡Cierra la boca!—De acuerdo, me callo. —respondió Saúl en un tono despreocupado—. Pero ese video… bueno, ese no se calla.—Saúl, ¿qué es lo que realmente quieres?—Hotel Mármoles, suite presidencial.…En el área de trabajo compartida del equipo, Teresa tomó su bolso y se fue al terminar su horario laboral.Una vez que se aseguró de que Teresa había salido, el equipo comenzó a murmurar en voz baja.—Definitivamente entró aquí por conexiones. No hace nada, se va a la hora en punto y, aun así, se lleva todo el crédito.—No sigas hablando cosas sin sentido, mejor trabaja. Nosotros n
El celular sobre el escritorio vibró un par de veces. César, al notar que Lorena seguía jugando en su celular, se levantó de su asiento y salió de la oficina para atender la llamada.—Mamá, no me arregles más citas a ciegas —dijo con voz baja y un tono de frustración, mientras echaba un vistazo a su alrededor para asegurarse de que nadie lo escuchara.—Mijo, mamá solo lo hace por tu bien. Teresa no es una buena persona, y lo siento decirlo, pero creo que ella no es buena para ti. ¿Es que no confías en el buen ojo de tu madre? —respondió María, con algo de nervios, temiendo que su hijo terminara cayendo en las garras de Teresa.—Ya dejé claro todo con Teresa, estamos completamente separados. No vuelvas a mencionar este tema.—¿Separados? ¡Eso me alegra mucho! —María sonó tan feliz que parecía que su alegría podía salirse por la línea del teléfono. —Entonces, con más razón tienes que ir. Es la hija de tu tío Torres, ¿te acuerdas de ella?—Solo es una cena. Hazlo por mí, hijo. Ya le di m
Cuando Lorena entró al hospital, Marina ya había llegado, y la comida también. Lorena entró a la habitación, con una mano cargando las bolsas de comida y con la otra empujando la puerta. Marina estiró la mano para recibir la comida.—¡Es justo lo que me gusta! ¡Eres la mejor, cariño, te amo!En la cama del hospital, ya habían colocado una mesa portátil y acomodado la comida que había llegado antes.Álvaro, sentado en la cabecera de la cama con una pierna doblada, seguía bromeando con Marina:—Solo es comida a domicilio, no es para tanto. ¿Por qué tan feliz?—Es que no es para ti, por eso no entiendes. ¡No te compraron lo que te gusta! ¡Ja, ja, ja! —Marina se burló, provocándolo.Álvaro, molesto por su actitud triunfante, decidió quejarse:—¡Oye, mírala!Lorena, que había ido a lavarse las manos, se acercó sonriendo:—Ya, no peleen. Compré suficiente comida para los tres.Con el apoyo de Lorena, Álvaro suspiró porque se sintió más confiado y respondió:— ¡También me trajo mi comida fav
El conductor llevaba una mascarilla y, con una mirada sospechosa, observaba por el retrovisor.—Señorita Lorena, aún no hemos llegado a su destino. Usted le cae bien a nuestro jefe, y él desea invitarla a tomarse un café.De la nada, el auto aceleró a la máxima velocidad, haciendo que Lorena cayera de golpe en el asiento trasero.En el interior de la casa, César ya había llegado a casa hacía media hora, pero aún no veía que Lorena regresara.Aunque cuando hablaron por teléfono ella acababa de terminar de comer y ya iba de camino, no era lógico que aún no hubiera llegado. Mucho menos teniendo en cuenta que ya estaba en la carretera cuando hablaron.No pudo evitar sentirse algo ansioso, con miedo de que ella se escapara en secreto.Con su ancha mano, tomó el celular, se paró junto a la ventana del estudio, y la llamó.El celular timbraba una y otra vez: —El número que usted marcó no está disponible. Por favor, intente más tarde....Soltó el celular sobre la mesa. ¿De verdad ella aprovec
—Jejeje, señorita Lorena, solo unos días sin verte, y sigues siendo igual de rebelde —dijo el hombre con una voz satisfecha. —¿En serio intentaste escapar? Parece que no tienes idea de dónde estamos.Cuando Lorena había estado buscando algo en la habitación, él lo había visto todo a través de las cámaras de vigilancia.Después de tantas mujeres dóciles, ahora lo que le divertía era domar a las rebeldes.Al ver que Guillermo era quien entraba por la puerta era, Lorena sintió a su corazón hundirse, con cada latido siendo como un disparo que intentaba salir de su pecho.—Guillermo, ¿de verdad me estás secuestrando? ¿No te da miedo que César venga a ajustar cuentas contigo? —gritó con fuerza.—¡Ja, ja, ja! —Guillermo se rio estúpidamente.— ¿Crees que puedes verme la cara de pendejo otra vez? Si no supiera que tú y César solo tienen un contrato, tal vez me habrías convencido como la última vez.De repente, empezó a mirarla como un animal feroz, y se acercó a ella paso a paso, disfrutando
¡Duele! ¡Y me duele muchísimo! No solo el dolor de los latigazos y la quemadura del cigarro en el muslo, sino también el dolor insoportable estaba en su abdomen.Las lágrimas de Lorena rodaban por sus mejillas, era demasiado dolor.Bebés, mamá siempre pensó en abortarlos. Pero si podemos sobrevivir, mamá los tendrá.¡No importa lo que pase después!Los pequeños ojos de Guillermo, que parecían dos arvejas podridas, disfrutaban al máximo de la cara de sufrimiento y los gritos de Lorena.—¡Grita, grita fuerte condenada perra que eso me excita!Pero ese sonido aún no era el que había escuchado esa noche en la oficina del jefe, el que necesitaba oír para estar satisfecho.Pensando en esto, Guillermo tiró el cigarro que tenía en la mano.Mientras se quitaba la bata, dijo:—Dime, ¿por qué sufres tanto? Te conviene ser obediente y dejar que termine, así podrás irte tranquila.Lorena lo miró con odio, sin decir una palabra. Ella quería conservar su energía.Ni siquiera sabía a quién odiaba más.