Segundo día en Venecia y juro que quiero matarme. Cada día soporto menos al imbécil de Dante. Desde que llegamos, no deja de decirme que me tiene en sus manos y que puede hacer conmigo lo que se le dé la regalada gana. Lo peor es que no puedo hacer nada por miedo a que le haga algo a Matilda. Pero hay algo que no puedo negar, y es que cada vez que ese hombre está cerca de mí, siento una corriente eléctrica por todo mi cuerpo que me hace estremecer. No debería ser así, ya que yo lo odio, pero es algo inevitable.
—Valerie —veo a Dante parado en la puerta con una caja grande.
—¿Qué desea, señor Giordano?
—Tantas cosas, señorita Jones —cuando dice eso, me mira el cuerpo de manera descarada, lo que me hace rodar los ojos.
—Ya en serio, dígame qué necesita.
—Esta noche tengo una gala y quiero que me acompañes —me entrega la caja y yo lo miro sin entender.
—¿Qué es?
—Es el vestido que te pondrás esta noche —al parecer, le llega un mensaje, entonces él lo mira y cuando lo hace, se le escapa una sonrisa. Quién sabe con quién estará hablando.
—Me tengo que ir, Valerie. Nos vemos en la noche —no digo nada, solo le cierro la puerta en la cara, porque quién sabe con quién se va a ver. Aunque no entiendo por qué carajos me pongo así, él no es nada mío y yo lo odio.
Al llegar la noche, decido arreglarme para que el imbécil no llegue gritando como una bestia. Me doy un baño rápido y luego me pongo el vestido, que, a propósito, es hermoso. Si algo tengo que aceptar es que el hombre tiene buen gusto.
Cuando estoy lista, escucho que tocan la puerta, así que voy y abro.
—Hola, Flabio —es el guardaespaldas de Dante.
—Señorita, el señor la espera abajo —yo asiento y tomo mi cartera. Cuando bajamos, me encuentro a un Dante bastante elegante.
—¿Nos vamos? —este se voltea y cuando me ve, me repasa todo el cuerpo.
—Estás hermosa —me da un beso en la mejilla y es imposible no sonrojarme, lo que hace que él sonría.
—Gracias, señor Giordano —subimos al auto y durante todo el camino, él no deja de mirarme.
—Puedes dejar de verme.
—Quiero admirar tu belleza.
—Me haces sentir incómoda —él posa su mano en mi mejilla y la acaricia.
—No deberías sentirte incómoda.
Llegamos al lugar y de inmediato atraemos la mirada de todas las personas, especialmente de las mujeres, que me miran con desprecio.
—Ves, todos nos miran.
—Sí, ya me di cuenta. No me gusta para nada —él me toma de la cintura y me susurra al oído.
—No prestes atención, Valerie. —Vemos de lejos al señor Luciano, y este, al vernos, se acerca.
—No puede ser —dice Dante, fastidiado.
—Hey, Dante, qué bueno verte. Pensé que no vendrías.
—No pensaba venir, pero me enteré de que viene alguien que me debe unas cuantas cosas.
—Ah, sí, ¿y quién? —pregunta con curiosidad.
—Luego lo sabrás, Luciano. Ahora, si me disculpas, llevaré a mi mujer a la mesa —otra vez con eso de su mujer.
—Claro, adiós, preciosa. —Cuando llegamos a la mesa, no me aguanto y le reclamo.
—¿Por qué estás diciendo que yo soy tu mujer?!
—Porque es la verdad. Ahora eres mía —no puedo creer hasta dónde puede llegar ese hombre.
—Yo no soy suya, señor Giordano, así que váyase bajando de esa nube. Yo soy su asistente.
—No me hagas recordarte las cosas, nena. —Ruedo los ojos y veo que un hombre se le acerca al oído a Dante y luego este me mira.
—Valerie, espérame aquí, ya regreso. —Yo asiento y luego él se levanta, pero después de una hora decido levantarme para ir a buscarlo. ¿Dónde carajos se metió? Busco en diferentes habitaciones hasta que abro una y me encuentro al imbécil besándose con una mujer de manera muy apasionada. Siento una pequeña puñalada en mi corazón, pero no dejaré que me vea mal.
—Señor Giordano, disculpe interrumpir, pero estoy cansada, así que me iré al hotel —él me mira, pero la chica sigue encima de él.
—Claro, mis hombres te llevan —¡se va a quedar!
—Ok, que pasen buena noche.
—Tranquila, querida. Ten por seguro que pasaremos una excelente noche —dice la chica, así que salgo hecha una furia, con ganas de matar a todo el mundo. Cuando me subo al auto, siento cómo mi corazón se empieza a acelerar hasta llegar al punto de dolerme, así que decido practicar las técnicas de respiración para calmarme.
—Señorita, ¿se siente bien? —pregunta el chofer.
—Sí, tranquilo, estoy bien. —Al llegar a casa, me quito el vestido y me meto en la cama hasta quedar profundamente dormida.
A la mañana siguiente, me despierto por un fuerte golpe y veo que es Dante.
—Levántate, vamos a correr. —¿Qué? Donde corra, moriré al instante.
—No quiero —él me mira con rabia, entonces toma mi brazo y me saca de la cama con fuerza, haciéndome gritar.
—No te pregunté, así que ponte algo cómodo y sal.
—No quiero ir, Dante. Por favor, no me obligues —le digo, casi suplicando.
—¡Haz caso! —¿Qué le pasa? ¿Por qué está así?
Bajo las escaleras ya lista, pero con mucho miedo, ya que el médico me dijo que nada de actividad física, pero no le pienso decir ni una sola palabra a Dante
-Vamos - dice serio. Salimos de la casa y él comienza a correr, pero cuando ve que no lo hago, me toma del brazo y me obliga a correr con él. A medida que vamos corriendo, empiezo a sentirme fatigada y con dolor en el pecho. El sudor comienza a salir y las ganas de vomitar me empiezan a llegar.
-Dante, para, no puedo más
-Dios, Valerie, llevas 2 minutos corriendo - sigue arrastrándome hasta que siento un mareo muy fuerte que me hace caer al suelo.
-Valerie - se agacha y cuando ve mi cara, esta se contrae, - estás muy pálida
-No me siento bien - digo en un susurro. Entonces él me carga y me lleva a la casa, pero cada vez me siento peor. Cuando llegamos a casa, él llama a un médico y en media hora este llega.
-Voy a examinarla - dice el doctor.
-Dante, ¿te puedes salir? - No quiero que se entere
-Ni loco, yo me quedo
-Dante, por favor - suelta un bufido y se va.
-Doctor, tengo una arritmia en el corazón. Estoy en espera de un donante. Dante me hizo correr y bueno, por eso estoy así
-Ya veo, voy a revisarte -El doctor me revisa y efectivamente, mi corazón está débil.
-Te voy a inyectar unos medicamentos para que te ayude a sentirte mejor. Ahora ya sabes, nada de actividades físicas o impresiones fuertes. Tu corazón está muy débil, Valerie, y en cualquier momento puede dejar de funcionar - Cuando dice eso, me lleno de miedo y una lágrima se me escapa. El médico se va y a los segundos entra Dante.
-¿Cómo te sientes?
-Mejor, gracias - Veo que él está serio, pero no me dice nada.
-¿Por qué no quisiste que estuviera en la revisión?
-Porque sí, porque por tu culpa estoy así. Te dije que no quería y tú me obligaste
-Eres una floja -Me lleno de ira y comienzo a llorar.
-¡LÁRGATE! - Siento dolor en mi pecho, así que trato de calmarme. -Vete, Dante, quiero estar tranquila
-Como quieras, yo me voy
-¿Por qué es así? ¿Por qué es tan cruel? - Y así es como rompo a llorar.
Después de estar toda la mañana acostada en la cama, como ya me siento mejor, decido meterme a la ducha y darme un baño largo. A la media hora, salgo y me coloco una falda y una blusa. Cuando voy a salir, el gorila me detiene. -No la puedo dejar salir, señorita Jones. -¿Y por qué no puedo salir? -digo seria. -Órdenes del señor Giordano -ese hijo de puta piensa dejarme aquí todo el puto día, pues bueno, vamos a ver quién gana. -Mira, perdón, ¿cuál es tu nombre? -Zeus. -Ok, mira Zeus, voy a salir quieras o no quieras, así que no me obligues a utilizar la fuerza -parece que le dio gracia mi comentario, ya que se le alcanza a levantar un poco los labios. -Lo siento, señorita, pero no puede pasar -miro hacia el techo y suelto un suspiro. -Bueno, Zeus, que consté que yo te lo advertí -este frunce el ceño y, en un rápido movimiento, le doy una patada en sus partes íntimas, haciéndolo doblar de dolor-. Te lo dije, Zeus salgo corriendo de la habitación y tomo el ascensor para irme a d
Cuando veo a Dante con su cara roja, siento que solo quiero salir corriendo de ahí, esconderme en algún lugar donde no me encuentre. -Oye, Giordano, cálmate, solo estamos comiendo - dice Arturo, pero Dante lo toma de la chaqueta levantándolo de golpe. -Escúchame bien, imbécil, te quiero bien lejos de ella, ¿me entendiste? - noto como una pequeña sonrisa sale del rostro de Arturo, cosa que me parece extraña. -¿Por qué no? Ella no es nada tuyo, es solo su asistente. ¿Por qué no salir con ella? Mírala, es hermosa. - Sin que yo me lo espere, Dante le da un fuerte golpe en la cara haciéndolo caer al suelo. -¡Oh, por Dios, Arturo! - Me agacho para ver si está bien y veo que le sale sangre de la boca. - ¡Dios mío, ¿qué le pasa?! - le grito a Dante, que trata de controlar su ira. .Vámonos ya, Valerie. -No, mira cómo lo dejaste. - Él no toma importancia a lo que digo y lo único que hace es tomarme del brazo con fuerza. - ¡Oye, suéltame! -Imbécil, suéltala, la lastimas - grita Arturo, per
Cuando Arturo se va, siento la mirada de todos encima mío, lo que me hace sentir demasiado incómoda. Pero lo peor de todo es verle la cara a Dante; está totalmente transformada, su cuerpo está tenso y sus manos están hechas puños. -Caballeros, les pido que se retiren por un momento – dice Dante tratando de controlar su ira, pero al parecer ninguno se mueve. Entonces, Dante da un golpe fuerte a la mesa, haciéndonos sobresaltar. -¡¡QUE SE LARGUEN!! – Todos se paran de inmediato y yo también lo hago, pero cuando voy a salir, él da otro golpe. – ¡TÚ NO, VALERIE! – M****a, ahora sí estoy en problemas. Lentamente, me volteo y camino hacia él con la cabeza agachada. – ¿Tienes idea de lo enojado que estoy contigo, Valerie? -No sé por qué te enojas conmigo. Yo nunca le di pie a él para pensar que podíamos tener algo. -¡¡Le aceptaste una m*****a invitación a comer!! -Solo fuimos a comer, no pasó nada del otro mundo. Por Dios, Dante, deja el escándalo – le grito frustrada. – Además, no entie
Entro enojadísima a la habitación que Dante me asignó, aunque él me dijo que solo serían unos días para que me acostumbre, ya que, supuestamente, como soy su mujer, debo dormir con él. Por Dios, nunca había odiado tanto a una persona. No sé en qué momento cambió tanto mi vida. Pasé de ser una simple asistente a la mujer de un mafioso y lo peor de todo, ¡obligada! Quisiera darme un golpe por entrar a esa oficina sin permiso. Si no hubiera entrado, nunca me hubiera enterado de quién era Dante y estaría feliz en mi casa con Matilda, tomando algunas copas. -Mejor me duermo, estoy muy cansada - pienso. Encuentro un pijama en el baño y luego me meto en la cama, que está bastante cómoda, y me quedo profundamente dormida. A la mañana siguiente, me despierto al sentir unas caricias en mi rostro y luego algo húmedo pero suave en mis labios. Cuando abro mis ojos, veo a Dante que me mira sonriendo. -Hola, futura esposa - dice, y siento cómo mi estómago se revuelve. -Hola- respondo seriamente.
-¿Para cuándo lo quieres, Dante?-Para mañana en la mañana. Quiero que Valerie tenga su corazón lo antes posible.-Sabes que esto te costará un dineral.-Sabes que el dinero no es problema para mí. Mejor asegúrate de traer ese corazón mañana, porque no quieres ver mi furia.-Oye, tranquilo. Mañana tendrás tu corazón. Espero que me tengas el dinero en efectivo. Sabes que no recibo cheques.-Sí, yo sé cómo funciona.-Está bien, mañana tendrás tu corazón -Cuelgo la llamada y me voy directo al consultorio del médico.-Doctor, ¿puede regalarme un momento? - El doctor deja lo que estaba haciendo y me indica que pase.-¿En qué le puedo ayudar, señor Giordiano?-Ya tengo el corazón para Valerie, pero necesito al mejor cirujano que tenga este hospital. - El doctor parece algo sorprendido.-¿Cómo consiguió que le donaran el corazón tan rápido?-Doctor, mejor limítese a hacer su trabajo. - Miro la foto que tiene en su escritorio de su familia. - Si empieza a preguntar mucho, voy a tener que hacer
3 meses después de la operación han pasado tres meses desde que me dieron un corazón nuevo. Nunca había estado tan feliz en mi vida. Ahora puedo hacer actividades que antes no podía, y eso me pone muy feliz porque ya no me siento tan limitada. Con Dante hemos estado bien, aunque él sigue insistiendo en el tema del casamiento. Siempre que le voy a decir que no me quiero casar, termina cortando el tema. Hoy me levanté temprano porque la madre de Dante viene y necesita hablar una cosa conmigo, aunque no sé qué es, pero espero que no sea nada malo. Me coloqué unos pantalones, una camisa sencilla y unos tennis. Bajé las escaleras y ahí me encontré a la señora Lina, impecable como siempre. -¡Querida, qué bueno verte! Veo que ya estás mejor - me dio un beso y un abrazo que correspondí. -Sí, ya me siento muchísimo mejor -Qué bueno, querida -Bueno, me dijiste que tenías que hablar conmigo, ¿de qué se trata?- Sacó de su bolso una revista, y cuando la abrió, vi que era una revista de vestid
Me despierto temprano con un tremendo dolor de cabeza. Eso es lo malo de llorar tanto: al día siguiente amaneces como si tuvieras una resaca horrible. Decido levantarme y darme un baño, pero cuando me veo al espejo, tengo los ojos hinchados y rojos de tanto llorar. Al recordar lo que pasó ayer, me dan unas tremendas ganas de vomitar, así que levanto la tapa del inodoro y vomito lo poco que tenía en mi estómago. Cuando termino, me meto a la ducha y, luego de media hora en ella, salgo para elegir ropa para ir a la oficina, ya que hoy debo volver.Termino de maquillarme lo mejor que puedo para taparme las ojeras y luego tomo aire para bajar a desayunar al lado de la bestia que será mi futuro esposo.-Hola, Nanita - le digo a la señora que se encarga de la casa.-Hola, querida. Ya está el desayuno, el señor ya viene - asiento regalándole una pequeña sonrisa y luego me siento a comer.-Buenos días, cariño - cuando escucho su voz, siento que todo se me revuelve, pero trato de darle mi mejor
Llevo una semana sin salir de la habitación desde que me enteré de que mi corazón es de un inocente. No he podido parar de llorar ni un solo día, y las pesadillas se presentan todas las noches, imaginándome el momento en que le retiraron su corazón. Si hubiera sabido que esa fue la manera de conseguir mi corazón, jamás lo hubiera aceptado. Preferiría morir. -Mi niña - nana entra con una bandeja de comida. -Hola, nana. -Tienes que comer, llevas días comiendo poco. -No tengo hambre, nana. Siento que mi estómago se cerró. -Lo sé, pero debes comer o te enfermarás. -Está bien, deja la bandeja. - Nana deja la comida y lo único que hago es tomar el jugo. -Hola. - Veo entrar a Dante con su perfecto traje. -¿Qué quieres? -Digo de manera seca. -No puedes seguir así, debes salir. -¿Qué vas a hacer, me vas a obligar como lo has hecho con todo? - Digo de manera insolente. -No quiero discutir contigo. -Entonces, lárgate de aquí. -No, tienes que cambiarte porque hoy tenemos la fiesta de