Estoy sentada en una de las sillas del avión privado de mi jefe. La verdad es que me siento bastante aburrida, ya que él está concentrado en su computadora y no me ha dirigido la palabra desde que entramos en el avión. Es un idiota, ¿cómo pudo obligarme a venir aquí?
—¿En qué tanto piensas? —la voz de mi jefe me saca de mis pensamientos, haciendo que lo mire.
—En nada.
—Tu rostro no dice lo mismo, estabas haciendo unas caras bastante raras —¿desde cuándo me estaba observando?
—Y desde cuándo usted me observa —este me dedica una sonrisa malévola.
—Yo puedo mirarla todo lo que yo quiera, señorita Jones —es un hijo de puta engreído.
—¿Ah, sí? No me diga, señor Giordano. Bueno, pues quédese mirando, yo iré al baño —me levanto y camino hasta el baño, pero siento la mirada de mi jefe clavada en mi espalda, lo que me pone más nerviosa de lo normal.
Por fin, estamos ya en Venecia. Cuando llegamos al hotel, mi jefe pidió dos habitaciones, pero al parecer le encanta el lujo porque pidió las dos habitaciones más caras que tiene el hotel.
—¿Qué necesidad de gastar tanto dinero?
—Señorita Jones, me gusta vivir a lo grande.
—Sí, por eso hace negocios raros —mierda, no debí decir eso. El rostro de mi jefe se transforma en uno que irradia puro enojo, y en un rápido empujón me mete en su habitación, luego me acorrala contra una pared.
—Mira, ya me estás cansando, Valerie. No quiero que se te vuelva a escapar nada de eso. ¿Me entendiste?
—Sí, pero no tienes por qué gritar —me suelto de su agarre, y cuando voy a salir de la habitación, este me toma de la cintura, pegando mi espalda a su pecho duro—. ¿Qué hace? —este comienza a subir y bajar sus manos por mi cintura, haciéndome estremecer.
—Algo sí le tengo que aceptar, señorita Jones —corre mi cabello hacia un lado, depositando un beso en mi cuello—. Es usted una exquisitez, su cuerpo me trae loco —da un apretón a mis caderas, haciéndome sobresaltar—. Deseo probar su boca y luego... —antes de que diga algo más, me separo de golpe.
—Escúcheme bien, señor Giordano, no quiero que me vuelva a tocar de esa forma. Usted es mi jefe —este sonríe, cosa que no me gusta.
—Sí, Valerie, soy tu jefe, pero recuerda que tú estás en mis manos y si yo te quiero en mi cama ahora mismo, tú lo vas a hacer porque de eso depende tu vida y la de tu amiguita —siento cómo mis ojos se llenan de lágrimas, pero no permitiré que me vea débil.
—Está bien, quiere tenerme en su cama, ¿ok? —comienzo a quitarme los zapatos y luego me quito el vestido bajo la atenta mirada de él. Cuando ya estoy en ropa interior, doy un paso hacia él—. Aquí estoy, puede hacer lo que quiera conmigo. Como usted dijo, estoy en sus manos, pero quiero que entienda algo: aunque me tenga en la cama todos los días, nunca va a lograr que yo sienta algo más que asco —la cara de Dante cambia, se pone rojo y, sin que yo me lo espere, este toma mi ropa y mis zapatos, luego me agarra con fuerza del brazo, sacándome de su habitación solo con ropa interior—. ¡Es un hijo de perra! —me meto rápidamente a mi habitación y me doy un baño para relajarme, ya que me siento bastante tensa y en mi condición no es bueno. Hace varios años me diagnosticaron una arritmia, así que no es bueno tener mucho estrés porque mi corazón puede fallar y morir, cosa que no quiero. Hace varios años llevo esperando un trasplante de corazón, pero lamentablemente aún no llega, pero aún tengo fe en que este llegue.
A la mañana siguiente, me levanto temprano y me doy una ducha rápida para ir a desayunar, ya que muero de hambre. Me decido a ponerme una falda de jean y una blusa.
Salgo de la habitación y me dirijo al restaurante, pero para mi mala suerte, cuando llego, mi peligroso jefe ya está ahí.
—Hola, señorita Jones —paso derecho y no le digo nada, solo voy a la barra y pido lo que voy a comer, sentándome lo más lejos posible de él, pero para mi desgracia, el hombre se sienta al lado mío—. ¿Me está evitando, señorita Jones?
—¿Qué come, que adivina, señor Giordano?
—Recuerde que soy su jefe, así que me debe respeto.
—Y lo hago, señor Giordano. ¿Ahora puedo tener un desayuno tranquilo?
—Claro —no dice nada más, pero se queda ahí tomando su maldito café y leyendo el periódico, lo que me da más rabia ya que yo lo quería lo más Pero él se queda allí, tomando su maldito café y leyendo el periódico, lo que me da más rabia, ya que yo quería que estuviera lo más lejos posible de mí. Cuando terminamos, nos montamos en el auto y el chófer nos lleva a un lugar, pero ni siquiera sé a dónde vamos.
-¿A dónde vamos, señor Giordano?
-Necesito reunirme con unas personas, así que por tu bien, no hables. Solo déjame hablar a mí.
-¿Son gente mala?
-Sí, Valerie. Dios, no quiero ir.
-No quiero ir, me quiero quedar en el hotel.
-Valerie, no es lo que tú quieras. Se hace lo que yo quiera, y si yo quiero que me acompañes, pues me acompañas, y punto. Ya deja de ponerme todo tan difícil. - No digo más en todo el camino y, al llegar, me doy cuenta de que es una finca muy hermosa con caballos y muchas flores a su alrededor.
-Señor Giordano, bienvenido. El señor Luciano lo espera. - Este me toma de la mano arrastrándome por toda la casa, pero cuando intento soltarme, este aprieta más su agarre.
-Vaya, pero mira quién vino, mi gran amigo Dante. - Veo que mi jefe no lo mira bien.
-Luciano, ahorrémonos eso. Tú ya sabes a lo que vine. - Aquel hombre posa su mirada en mí y me recorre de una manera que no me gusta para nada.
-¿Y quién es esta belleza? - Siento cómo Dante se tensa y me agarra de la cintura.
-Esta belleza es mi mujer. - ¿¡Su qué?! ¡Esperen, escuché bien!
-Oh, Dante, como siempre tienes buen gusto para elegir mujeres. - Lo miro con ganas de matarlo, pero aquel señor dice algo que me deja helada.
-Espero que no la encuentren pronto, porque cuando sepan qué relación tiene contigo, tus enemigos no dudarán en ir por ella. - En un rápido movimiento, Dante lo tiene acorralado levantándolo de la camisa.
-¡Oh, por Dios! - Digo asustada.
-Mucho cuidado con ir a decir algo, maldito cerdo, porque si no, yo mismo me encargaré de matarte.
-Oye, Dante, tranquilo, somos amigos.
-¿Amigos? Por favor, Luciano, en este negocio no hay amigos, así que no hables m****a. Solo te digo que quedas advertido. Si a ella le pasa algo, juro que iré por ti y no tendrás dónde esconderte. - Siento cómo mi corazón comienza a ir a mil, y eso es malo, muy malo.
-¿Belleza, estás bien? ¿Estás algo pálida? - Dante se gira y al verme, su cara cambia a preocupación.
-Valerie, ¿estás bien?
-Sí, creo que se me bajó la presión. Quisiera sentarme. - Este me ayuda a sentarme y piden que traigan un vaso con agua.
-Si sigues así, llamaré a un médico.
-¡No! Ya me siento mejor. - Este parece no creerme, pero yo le doy una sonrisa intentando que me crea.
-Mejor vamos al hotel. Luciano, quedas advertido, ni una palabra de su existencia.
-Está bien, cuídate, linda. - Ambos salimos y ninguno dice nada en todo el camino. Cuando llegamos al hotel, no me espero nada y entro a su habitación con él.
-¿Quién te dijo que entraras?
-¿Por qué mierdas me llevaste a ese lugar?
-Porque quería.
-¡Esa no es razón! Ahora, por tu m*****a culpa, quizás esté en peligro.
-Él no dirá nada de eso. Puedes quedarte tranquila.
-Por favor, entre bandidos, nunca hay lealtad. ¿Crees que él guardará el secreto de algo que ni siquiera es verdad? - Digo alterada.
-Deja de exagerar, nada te va a pasar.
-Mira, Dante, si a mí o a mi amiga nos pasa algo, juro que me las pagarás. - Cuando me voy a ir, este toma mi brazo jalándome.
-No me gusta que me amenacen.
-¿Ah, sí? Pues a mí no me gusta que me pongan en peligro, y tú lo haces bastante seguido.
-Sabes qué, mejor vete, no te quiero ver.
-Oh, qué casualidad, porque yo tampoco. Así que, adiós. - Y salgo dando un portazo, mientras escucho un golpe seco que viene de la habitación de Dante, gritando "¡maldita sea!".
Principio del formulario
Segundo día en Venecia y juro que quiero matarme. Cada día soporto menos al imbécil de Dante. Desde que llegamos, no deja de decirme que me tiene en sus manos y que puede hacer conmigo lo que se le dé la regalada gana. Lo peor es que no puedo hacer nada por miedo a que le haga algo a Matilda. Pero hay algo que no puedo negar, y es que cada vez que ese hombre está cerca de mí, siento una corriente eléctrica por todo mi cuerpo que me hace estremecer. No debería ser así, ya que yo lo odio, pero es algo inevitable. —Valerie —veo a Dante parado en la puerta con una caja grande. —¿Qué desea, señor Giordano? —Tantas cosas, señorita Jones —cuando dice eso, me mira el cuerpo de manera descarada, lo que me hace rodar los ojos. —Ya en serio, dígame qué necesita. —Esta noche tengo una gala y quiero que me acompañes —me entrega la caja y yo lo miro sin entender. —¿Qué es? —Es el vestido que te pondrás esta noche —al parecer, le llega un mensaje, entonces él lo mira y cuando lo hace, se le es
Después de estar toda la mañana acostada en la cama, como ya me siento mejor, decido meterme a la ducha y darme un baño largo. A la media hora, salgo y me coloco una falda y una blusa. Cuando voy a salir, el gorila me detiene. -No la puedo dejar salir, señorita Jones. -¿Y por qué no puedo salir? -digo seria. -Órdenes del señor Giordano -ese hijo de puta piensa dejarme aquí todo el puto día, pues bueno, vamos a ver quién gana. -Mira, perdón, ¿cuál es tu nombre? -Zeus. -Ok, mira Zeus, voy a salir quieras o no quieras, así que no me obligues a utilizar la fuerza -parece que le dio gracia mi comentario, ya que se le alcanza a levantar un poco los labios. -Lo siento, señorita, pero no puede pasar -miro hacia el techo y suelto un suspiro. -Bueno, Zeus, que consté que yo te lo advertí -este frunce el ceño y, en un rápido movimiento, le doy una patada en sus partes íntimas, haciéndolo doblar de dolor-. Te lo dije, Zeus salgo corriendo de la habitación y tomo el ascensor para irme a d
Cuando veo a Dante con su cara roja, siento que solo quiero salir corriendo de ahí, esconderme en algún lugar donde no me encuentre. -Oye, Giordano, cálmate, solo estamos comiendo - dice Arturo, pero Dante lo toma de la chaqueta levantándolo de golpe. -Escúchame bien, imbécil, te quiero bien lejos de ella, ¿me entendiste? - noto como una pequeña sonrisa sale del rostro de Arturo, cosa que me parece extraña. -¿Por qué no? Ella no es nada tuyo, es solo su asistente. ¿Por qué no salir con ella? Mírala, es hermosa. - Sin que yo me lo espere, Dante le da un fuerte golpe en la cara haciéndolo caer al suelo. -¡Oh, por Dios, Arturo! - Me agacho para ver si está bien y veo que le sale sangre de la boca. - ¡Dios mío, ¿qué le pasa?! - le grito a Dante, que trata de controlar su ira. .Vámonos ya, Valerie. -No, mira cómo lo dejaste. - Él no toma importancia a lo que digo y lo único que hace es tomarme del brazo con fuerza. - ¡Oye, suéltame! -Imbécil, suéltala, la lastimas - grita Arturo, per
Cuando Arturo se va, siento la mirada de todos encima mío, lo que me hace sentir demasiado incómoda. Pero lo peor de todo es verle la cara a Dante; está totalmente transformada, su cuerpo está tenso y sus manos están hechas puños. -Caballeros, les pido que se retiren por un momento – dice Dante tratando de controlar su ira, pero al parecer ninguno se mueve. Entonces, Dante da un golpe fuerte a la mesa, haciéndonos sobresaltar. -¡¡QUE SE LARGUEN!! – Todos se paran de inmediato y yo también lo hago, pero cuando voy a salir, él da otro golpe. – ¡TÚ NO, VALERIE! – M****a, ahora sí estoy en problemas. Lentamente, me volteo y camino hacia él con la cabeza agachada. – ¿Tienes idea de lo enojado que estoy contigo, Valerie? -No sé por qué te enojas conmigo. Yo nunca le di pie a él para pensar que podíamos tener algo. -¡¡Le aceptaste una m*****a invitación a comer!! -Solo fuimos a comer, no pasó nada del otro mundo. Por Dios, Dante, deja el escándalo – le grito frustrada. – Además, no entie
Entro enojadísima a la habitación que Dante me asignó, aunque él me dijo que solo serían unos días para que me acostumbre, ya que, supuestamente, como soy su mujer, debo dormir con él. Por Dios, nunca había odiado tanto a una persona. No sé en qué momento cambió tanto mi vida. Pasé de ser una simple asistente a la mujer de un mafioso y lo peor de todo, ¡obligada! Quisiera darme un golpe por entrar a esa oficina sin permiso. Si no hubiera entrado, nunca me hubiera enterado de quién era Dante y estaría feliz en mi casa con Matilda, tomando algunas copas. -Mejor me duermo, estoy muy cansada - pienso. Encuentro un pijama en el baño y luego me meto en la cama, que está bastante cómoda, y me quedo profundamente dormida. A la mañana siguiente, me despierto al sentir unas caricias en mi rostro y luego algo húmedo pero suave en mis labios. Cuando abro mis ojos, veo a Dante que me mira sonriendo. -Hola, futura esposa - dice, y siento cómo mi estómago se revuelve. -Hola- respondo seriamente.
-¿Para cuándo lo quieres, Dante?-Para mañana en la mañana. Quiero que Valerie tenga su corazón lo antes posible.-Sabes que esto te costará un dineral.-Sabes que el dinero no es problema para mí. Mejor asegúrate de traer ese corazón mañana, porque no quieres ver mi furia.-Oye, tranquilo. Mañana tendrás tu corazón. Espero que me tengas el dinero en efectivo. Sabes que no recibo cheques.-Sí, yo sé cómo funciona.-Está bien, mañana tendrás tu corazón -Cuelgo la llamada y me voy directo al consultorio del médico.-Doctor, ¿puede regalarme un momento? - El doctor deja lo que estaba haciendo y me indica que pase.-¿En qué le puedo ayudar, señor Giordiano?-Ya tengo el corazón para Valerie, pero necesito al mejor cirujano que tenga este hospital. - El doctor parece algo sorprendido.-¿Cómo consiguió que le donaran el corazón tan rápido?-Doctor, mejor limítese a hacer su trabajo. - Miro la foto que tiene en su escritorio de su familia. - Si empieza a preguntar mucho, voy a tener que hacer
3 meses después de la operación han pasado tres meses desde que me dieron un corazón nuevo. Nunca había estado tan feliz en mi vida. Ahora puedo hacer actividades que antes no podía, y eso me pone muy feliz porque ya no me siento tan limitada. Con Dante hemos estado bien, aunque él sigue insistiendo en el tema del casamiento. Siempre que le voy a decir que no me quiero casar, termina cortando el tema. Hoy me levanté temprano porque la madre de Dante viene y necesita hablar una cosa conmigo, aunque no sé qué es, pero espero que no sea nada malo. Me coloqué unos pantalones, una camisa sencilla y unos tennis. Bajé las escaleras y ahí me encontré a la señora Lina, impecable como siempre. -¡Querida, qué bueno verte! Veo que ya estás mejor - me dio un beso y un abrazo que correspondí. -Sí, ya me siento muchísimo mejor -Qué bueno, querida -Bueno, me dijiste que tenías que hablar conmigo, ¿de qué se trata?- Sacó de su bolso una revista, y cuando la abrió, vi que era una revista de vestid
Me despierto temprano con un tremendo dolor de cabeza. Eso es lo malo de llorar tanto: al día siguiente amaneces como si tuvieras una resaca horrible. Decido levantarme y darme un baño, pero cuando me veo al espejo, tengo los ojos hinchados y rojos de tanto llorar. Al recordar lo que pasó ayer, me dan unas tremendas ganas de vomitar, así que levanto la tapa del inodoro y vomito lo poco que tenía en mi estómago. Cuando termino, me meto a la ducha y, luego de media hora en ella, salgo para elegir ropa para ir a la oficina, ya que hoy debo volver.Termino de maquillarme lo mejor que puedo para taparme las ojeras y luego tomo aire para bajar a desayunar al lado de la bestia que será mi futuro esposo.-Hola, Nanita - le digo a la señora que se encarga de la casa.-Hola, querida. Ya está el desayuno, el señor ya viene - asiento regalándole una pequeña sonrisa y luego me siento a comer.-Buenos días, cariño - cuando escucho su voz, siento que todo se me revuelve, pero trato de darle mi mejor